¡Ahí te hablan, Claudia!

Opinión
/ 5 septiembre 2025

La pantalla se apaga. El estupor de los asistentes es mayúsculo. Ninguno habla. La mayoría ruega que Claudia llegue a brindar su alocución presidencial

Los asistentes al Primer Informe de Claudia Sheinbaum, el pasado 1 de septiembre, abren la boca sorprendidos al escuchar desde bocinas ocultas estas palabras: Yo vengo de dormir en petate. En la carrera, casi un año durmiendo en cartón. Vengo de comer frijolitos y tortilla, y no tengo ningún temor de terminar mi vida en esas condiciones. No sueño en viajes, dinero, en carros, bienes. (Sólo) en lo indispensable”.

Detrás del presídium, donde la Presidenta dará su informe, aparece un video en una pantalla gigante que muestra al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Hugo Aguilar, con sus compañeros ministros en el lujoso restaurante francés Pied Au Cochon para celebrar su toma de protesta (SinEmbargo: 04-09-25).

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Hugo porta una guayabera con florecitas de colores, pero su cuerpo huele a huevo, hierbas, incienso de copal, velas y agua bendita, resultado de la ceremonia tradicional prehispánica en la cual le fue entregado el bastón de mando de los pueblos indígenas (aunque algunos derechistas sugieren que son indígenas citadinos contratados por el Gobierno Federal cuando la ocasión lo amerita. Esos mismos derechistas agitan –como la senadora Lilly Téllez– su banderita estadounidense para gritarles, con espíritu ladino, “pinches vividores de la 4T”).

A carcajada abierta, Hugo degusta un lechón confitado, lentejas al tocino y cromesquis de foie gras maridado con un vino tinto Château Lynch-Bages, Cinquième Grand Cru Classé, reserva 2001. Sin terminar el plato fuerte (aparecen subtítulos con los pensamientos de Hugo), él piensa en el postre, el clásico milhojas de frambuesa que le espera, acompañado de un café originario de Indonesia llamado Kopi Luwak, distinguido por tener un proceso de elaboración único: los granos de café son ingeridos y defecados por un pequeño mamífero nocturno.

De repente, otro pensamiento acuchilla la imaginación de Hugo: “¿y si yo fuera la reencarnación de Quetzalcóatl, la divina serpiente emplumada, la deidad a la cual todos los ministros, guiados por las sacerdotisas indígenas, pedimos ‘su guía por ser el dador de vida de nuestro universo’ para traer la justicia a nuestra patria?”.

“Porque es cierto, Quetzalcóatl es nuestra fuerza vital, el poder que nos conecta con nuestras raíces vivas y, ¿quién más, si no yo, Hugo Aguilar, indígena y magistrado presidente de la Suprema Corte de Justicia, para ser su reencarnación en el siglo 21?

“Ni modo que mis compañeras, Loretta, Lenia, Yasmín, María Estela y Sara se sometan a una operación de cambio de sexo para quitarme ese privilegio. Aunque es impensable, hay que estar atento. En particular, con Lenia, quien en un arranque de locura se autonombró, sin preguntar a nadie, ‘la ministra del pueblo’.

“Mis compañeros Arístides, Irving y Giovanni, de antemano, están descalificados por sus nombres extranjerizantes con tintes colonialistas”.

La pantalla se apaga. El estupor de los asistentes es mayúsculo. Ninguno habla. La mayoría ruega que Claudia llegue a brindar su alocución presidencial.

Pero desde las mismas bocinas suena este audio: En Tabasco, de niños nos tocó sufrir. Mi papá fundó la oposición. No somos estos juniors abusivos del poder. Nosotros no vamos a ser parte del gobierno. Nosotros no creemos en el nepotismo. Creemos que es una lacra del sistema”.

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Aparece en la pantalla Andy López Beltrán parado en una calle del lujoso distrito Ginza en Tokio, Japón. Como buen chico “tutti” Prada (empiezan subtítulos con la música de “We Are de Champions”), viste una camisa de algodón azul de mil 800 euros, pantalones vaqueros de mezclilla en crudo con correa de piel de mil 400 euros, tenis bajos con agujetas y de efecto envejecido de 23 mil 800 euros. Total: 27 mil euros, equivalentes a 589 mil 462 pesos con 65 centavos.

Sale Andy de la pantalla, la música y los subtítulos continúan: “Existe una denuncia en la FGR contra Andy, interpuesta el pasado 25 de agosto, por conspiración, delincuencia organizada, tráfico de hidrocarburos, contrabando, encubrimiento, operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito”.

La pantalla se apaga y se prende de nuevo para mirar a AMLO de pie, cargando en sus brazos a Benito Juárez y sus 1.37 metros de estatura: los ojos de ambos lagrimean y moquean para humedecer, ensuciar y decolorar su respectiva banda presidencial.

Columna: Panóptico

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