Ahora un poema...
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La nueva frase alentadora, cuando es del gusto del comensal, un platillo o postre, puede ser una bebida. ¿Qué es lo que hace que un platillo lleve a derivar esta frase , será que la cocina también son letras y suspiros?
Como ya mencioné en el artículo que dediqué a la novela “Como agua para chocolate”, existe una literatura para la cocina y a eso debo de agregar “De caracoles y escamoles“, que narra la historia de un cocinero francés en tiempos de Don Porfirio Díaz, encontrándose con una cultura totalmente diferente. Jacques Paire descubre una cocina fascinante, es la narrativa de un mundo de fusiones, de sabores, incluso me recuerda un poco a Carlos Fuentes y la mística “Aura”, en la descripción del pasillo húmedo, cuando habla de Veracruz y sus calores.
En “Afrodita” de Isabel Allende estas letras que se comen al vapor del erotismo entre receta y receta, una historia que seguro te lleva a un poema. Con una ágil lectura podemos descifrar en nuestras fantasías el pasional culinario, de lo sensual que es, de este orgasmo gastronómico.
“La Cocina Mexicana de Socorro y Fernando del Paso” libro que deja más de 100 recetas, incluso algunas ilustraciones además de algunas combinaciones de menús; la cocina francesa como parte de los signos de expresión que dan ganas de volverse Gabriela Mistral. Otro poema gastronómico .
Adela Fernández, hija del finado, Indio Fernández, deja plasmado en su libro de “Recetas Tradicionales”, el encanto, color y pasión de la cocina mexicana, los colores y sabores relatados por Adela te subliman y deseas esa ollita de barro, imaginas el sabor de esos sopecitos y empieza el poema. Sus recetas de Día de Muertos, los almuerzos de su padre, ese gusto por la combinación de objetos y arte aunados a los ingredientes no son más que poesía integrada.
No tan poéticamente Diana Kennedy plasma en sus recetarios un acervo que más que poesía son historias llenas de este romanticismo. Su investigación deja de leerse así cuando describe un miltomate y un vestido floreado de Doña Martina , indígena de Oaxaca, hacían conversatorios de cocina, dejando claro que cada platillo sigue siendo y será un siempre una poesía. Un recital de flores de calabaza y Jamaica.
La cocina se escribe y se describe como una de las más altas composiciones de alquimia, leer de cocina es abrir el campo imaginario del sabor, de la textura, del juego erótico de los ingredientes, las pócimas escritas, las hierbas que son los acentos.
Sin nada que lo impida podemos crear nuestra literatura , nuestra seducción como Afrodita entre el sabor del mango y los labios .
Podemos saber que Tita hizo pergaminos en letras cursivas con la tinta de los pétalos de rosa para Pedro dejando una huella en el corazón de los hambrientos de un romance entre el pastel de boda y el chapandongo.
Del Paso y Socorrito escribieron sin duda qué los mantenía unidos aparte del matrimonio. Sus aventuras culinarias, sus secretos, su imaginación, sus complicidad para alterar el estado goloso de unas letras.
Los relatos de la cocina Porfiriana con la mezcla entre lo Mon Amour y la milpa, entre los caracoles y los escamoles, Carmelita esposa del General lo enseñó a las buenas costumbres sobre la mesa acompañado del vals sobre de las olas del maestro Juventino Rosas.
Nos faltan muchas citas literarias por nombrar, muchos poemas de Sor Juana, de Mónica Lavin y yo la peor, pero eso será en otro sutil recado aromático de letras, en las cuales tú darás la pauta para hacer poemas.
Encuesta Vanguardia
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