Amenaza a México: el reto de Claudia ante el regreso de Trump

Opinión
/ 23 julio 2024

Es una buena noticia que la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se incomode con el lenguaje soez y la agresión del bully Donald Trump en sus actos de campaña. Reaccionó con error, el insulto proferido sobre un supuesto bajo nivel intelectual no se refería al excanciller Ebrard, sino al presidente Biden, en ese entonces todavía el adversario a vencer. Algo que tienen muy en común López Obrador y el expresidente norteamericano es la manera de referirse a sus adversarios, en ambos casos, reprobable. No hay causa que justifique el insulto y la calumnia. Buena noticia es que esto será cosa del pasado a partir del 1 de octubre en México.

De llegar Trump de ganar la elección, escenario altamente probable, no son las palabras, sino los juicios y las decisiones. Peor que el insulto a la persona es festinar groseramente el sometimiento de México partir de la amenaza y de la ventajosa posición que guarda el gobierno del norte respecto al nuestro. El presidente López Obrador queda exhibido por su supuesto amigo en dos temas críticos: aceptar que México sea huésped de migrantes ilegales expulsados de EU y que la policía mexicana −esto es, la Guardia Nacional− asuma tareas al gusto del gobierno norteamericano. La soberanía y el respeto ha sido una fantasía antes, ahora y, muy probablemente, mañana. El supuesto respeto que invoca el presidente López Obrador se desmiente por su propia conducta.

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No es necesario asumir una postura claudicante ni derrotista. El bully gana terreno a partir del miedo, como ha quedado claro en el último año de Peña Nieto y los de López Obrador. Además, con los demócratas los modos cambian, no así las decisiones de autoridad. El futuro gobierno deberá medir bien al vecino. Hay intereses compartidos, incluso en materia migratoria, la competitividad global de la economía norteamericana requiere de migrantes. El reto y la oportunidad es cómo emprenderlo de manera ordenada y, especialmente, evitar que México sea la puerta de entrada a EU de la migración ilegal. La dimensión humanitaria al drama migratorio demanda además del acuerdo bilateral, la atención de los órganos internacionales que atienden estos asuntos.

El problema del futuro gobierno, independientemente de quién gane la elección presidencial, resulta complicado en el tema de seguridad fronteriza, particularmente el del narcotráfico y específicamente el envío ilegal del fentanilo a territorio norteamericano. No hay lugar a la negación, como es señalar que México no produce y que es la fuerza del consumo lo que motiva el problema. Todavía peor es decir que en México no hay adicciones cuando la investigación confiable sobre la situación, esto es, la encuesta del Inegi sobre el tema, se ha pospuesto de manera reiterada.

De ganar Trump, la DEA regresa por la puerta grande y esa sí es una preocupante noticia para el gobierno que concluye. La agencia tiene un diagnóstico que remite a la colusión de las autoridades locales y federales con el crimen organizado. No es un asunto de que no se comparta la estrategia del gobierno que concluye, sino que para ellos desde hace mucho tiempo ha habido colusión y el crecimiento del crimen asociado a las drogas, al igual que al trasiego de migrantes tiene que ver no con negligencia, sino con complicidad. Hay prejuicio y utilizar como elementos de prueba el testimonio de criminales a cambio de beneficios procesales conduce a las peores aberraciones en materia de justicia, justo lo que hace el gobierno de López Obrador aquí en México. Las entidades para combatir al crimen organizado están sometidas a la agenda política del presidente.

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Los intereses comunes entre los dos países son la realidad y nadie puede actuar a contrapelo de lo que a todos conviene. El problema está en que las autoridades mexicanas actúan de manera errática y en no pocas ocasiones, irresponsable. Para el gobierno de Claudia Sheinbaum deberá quedar claro que no podrá encarar los retos adelante con un país dividido, con instituciones devastadas y un gobierno avecindado en el voluntarismo y en un mundo que hace décadas dejó de existir.

Ser socio comercial y vecino del país más poderoso del mundo, eventualmente gobernado por un bully, requerirá cuotas elevadas de responsabilidad y habilidad política que trascienden por mucho a la manera con la que el gobierno ha lidiado con los temas internacionales y la relación bilateral.

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