Apuntes sobre ‘Eugenia’
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Una de las obras pioneras de la ciencia ficción en México fue “Eugenia” de Eduardo Urzaiz. Apareció en 1919 con el subtítulo de “Esbozo novelesco de costumbres futuras” y plantea un escenario utópico (¿o distópico?) en el que las mujeres rechazan el proceso de la maternidad. La familia se desvanece y las personas viven en pequeños clanes. Para evitar la extinción, el doctor Remigio Pérez Serrato desarrolla un tratamiento en el que los óvulos fecundados crecen en el vientre de los hombres. Las naciones se disuelven y un único gobierno se encarga de educar a los niños. También selecciona a las personas que pueden reproducirse y rechaza a quienes tengan enfermedades, defectos o imperfecciones. La apuesta es una mejora de la especie a través de la eugenesia (en griego “eu” significa “bueno” o “noble” y “génesis” “origen” o “nacimiento”).
Es inevitable encontrar paralelos entre esta novela y otras clásicas como la famosa “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, publicada trece años después. Lo curioso es que “Eugenia” surge en plena Revolución Mexicana y en Yucatán, un estado que siempre se ha distinguido por su rebeldía ante la injusticia. En esos tiempos, el caudillo socialista Felipe Carrillo Puerto se preparaba para ser gobernador y unos años más tarde, nombró a Urzaiz rector de la Universidad Nacional del Sureste. El escritor, nacido en Cuba, era médico de profesión, especializado en psiquiatría y obstetricia. Tuvo la oportunidad de estudiar en Nueva York y compartió, desde joven, sus conocimientos en el ejercicio de la docencia. Tenía madera de luchador social y muchas de sus preocupaciones políticas quedaron plasmadas en su novela.
La ciencia ficción no es el género más atendido por la academia o el canon de la literatura mexicana. Las obras celebradas de la primera mitad del siglo XX son las llamadas “novelas de la Revolución”, que suelen ser de corte histórico y realista. Pero “Eugenia”, a su manera, también es un espejo de su época. La trama empieza con Ernesto, un joven con todas las características ideales para su sociedad: hermoso, sano y carnal. Es amante de su antigua maestra Celiana y ambos viven con otros tres amigos. El conflicto aparece cuando Ernesto es llamado por el gobierno para trabajar como “Reproductor oficial de la especie”, lo que implicaba tener relaciones sexuales con otras mujeres “seleccionadas”. En la novela los celos eran cosa del pasado, algo casi primitivo. Pero Celiana, una de las grandes intelectuales y artistas del momento, los padece. Ernesto se vuelve frívolo y cada vez se aleja, especialmente cuando conoce a Eugenia, una joven “reproductora”, y se enamora de ella.
Celiana estaba esterilizada porque tenía un defecto: era una mujer cerebral. Y las mujeres cerebrales son peligrosas. Para habitar “la época feliz en la que le había tocado vivir” recurre a dosis cada vez más frecuentes de cannabis. En este mundo de Villautopía (una Mérida con tranvía aéreo) solo quien pierde su humanidad dará un paso adelante. ¿Advertencia? Detrás de las disertaciones de los personajes está la crítica de Urzaiz a las frivolidades del capitalismo y la desigualdad social: Las guerras ya no son invasiones de ejércitos sino cierres de fronteras comerciales (que provocan miseria y personas muertas); la pobreza ya no es “lo que era antes”, pero las clases trabajadoras sostienen los privilegios de la élite. A través de su novela, el autor discutió con los acontecimientos de su siglo. Quizá algunos de sus argumentos ya estén rebasados, pero en esencia la reflexión continúa abierta. El futuro que Eduardo Urzaiz propone para cuestionar su presente es el año 2218, con nacimientos artificiales y vidas programadas. Aunque el libro contiene algunos errores técnicos en la narrativa y en el planteamiento de su universo, logró su cometido. En la literatura se puede ser revolucionario de muchas maneras: con historias de fusiles y con relatos fantásticos que dibujen nuestra vida desde futuros inciertos.