Aranceles y migración: El renovado y amenazante discurso de Trump
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Esta película ya la vimos en la administración 2017-2021, la diferencia es que este Trump es diferente al anterior, está remasterizado, empoderado y experimentado
La especulación, el chantaje, las presiones y las amenazas son variables cotidianas del libre mercado. Más que los negocios, son las prácticas que han enriquecido a muchos grandes magnates que engalanan las listas de Forbes, esa es la costumbre y lo que nutre el discurso de quienes han puesto su confianza en el poderoso caballero, que es don dinero. ¿Por qué nos extraña que Trump ponga toda su energía en este tipo de prácticas? Así fue como se enriqueció y así fue como ganó la elección de 2017 y la actual en los Estados Unidos.
Pareciera que muchas y muchos mexicanos ya olvidaron la personalidad del ahora electo presidente norteamericano y, una vez más, se atemorizan por lo que pueda ocurrir en los próximos cuatro años en el mundo y, en concreto, con nosotros, los mexicanos. Atendiendo a una buena parte del segmento poblacional –como buen vendedor–, le ha apostado al rancio nacionalismo y al Homeland Security, que están a la base de la paranoia y la esquizofrenia crónica, que ven por todas partes demonios que buscan poner en riesgo su idea de libertad y de democracia.
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Ayer los rusos, luego los vietnamitas, posteriormente los iraquíes, los afganos, el Estado Islámico y lo que se acumule como motivo para mantener el espíritu guerrero y belicoso, que comienza con los negocios como avanzada y termina con el intervencionismo como práctica. En el discurso de Trump, ahora es China y México con sus armadoras automotrices, el pretexto de la migración y el fentanilo.
Es el pensamiento que nutre a personajes bravucones, intolerantes y xenofóbicos como el virtual presidente electo de los Estados Unidos de América. Y como él, millones de estadounidenses –entre ellos políticos, empresarios e intelectuales– que comparten no sólo la teoría del Destino Manifiesto, sino la visión de la hegemonía de la raza blanca y, por supuesto, el poder de las élites que pusieron su confianza en el candidato. En el fondo es la apuesta por el neoconservadurismo y todo lo que este representa.
Ese es el contexto que enmarca la tensión actual, que surge en esta semana a raíz de las declaraciones del virtual presidente norteamericano y su amenaza de imponer el 25 por ciento de arancel a todos los productos mexicanos y canadienses que entren en territorio norteamericano, con el pretexto de la migración y las drogas.
Hablamos no de un 25 por ciento a un producto, dos o a tres, es a todo, lo que hace a las declaraciones entrar en el área de la bravuconería discursiva. Esta película ya la vimos en la administración 2017-2021, la diferencia es que este Trump es diferente al anterior, está remasterizado, empoderado y experimentado. En el backstage no es un tema comercial, es un tema de poder. Más que un discurso dirigido a nosotros, los atemorizados ciudadanos mexicanos, me parece que está dirigido a quienes lo han elegido. Generar confianza y mostrar músculo son parte de la intencionalidad del discurso.
De este lado del río Bravo, para calmar un poco las aguas, la presidenta Sheinbaum alude a lo que ha sido la dinámica de la política migratoria, que en el último sexenio se convirtió en una política de contención, lo cual seguramente sabe Trump, porque fue un convenio firmado por Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden el 29 de abril del presente. El problema son las drogas y en concreto el fentanilo, que a él le da la coartada perfecta para sostener el discurso beligerante.
Lo más importante en todo esto es la actitud de la Presidenta que, de la misma forma que Trump, dirige un discurso en forma epistolar –carta– al virtual presidente norteamericano, que considero también tiene como destinatarios a buena parte del pueblo mexicano para generar confianza, especialmente el sector empresarial, por eso en el centro está el discurso de “arancel por arancel”.
Lo cierto es que el discurso hiperbólico –exagerado– es lo que campeará en el próximo periodo de la presidencia norteamericana. Aquí la elección es la subordinación o la autonomía del Gobierno mexicano, cuando también, por otra parte, en el plano económico el mismo Trump negoció la renovación de lo que hoy en lo comercial es el actual nuevo tratado de libre comercio (T-MEC), que fue firmado el 30 de noviembre de 2018 y que entró en vigor el 1 de junio de 2021. ¿O no le recordaron sus asesores?
En otro tiempo, la práctica de las relaciones bilaterales se movía a partir de la subordinación, pero parece ser que la carta de Sheinbaum presenta un tono enérgico y deja en claro la postura que tendrá la también nueva administración mexicana en lo sucesivo. Es decir, ante el tono amenazante y explosivo de Trump, la mesura y la postura conciliatoria de la presidenta mexicana y, en particular, con el grupo de asesores que están detrás del virtual presidente.
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En concreto, en temas de migración y aranceles, de alguna forma las prácticas que se han dado a partir de los acuerdos establecidos le amarran las manos para operar. Sin embargo, las acciones que producen miedo y luego bajan la presión serán una constante que en los próximos cuatro años veremos en el panorama de las relaciones México-Estados Unidos. Por supuesto, esto tendrá impacto no sólo en ambos gobiernos, sino también en la población, porque estas medidas, en palabras de Joe Biden, serían contraproducentes y podrían dañar las relaciones con los aliados más cercanos.
Lo más importante de todo esto es la actitud del sector privado, el Consejo Asesor del Desarrollo Económico Regional y, por supuesto, la actitud de la presidenta Sheinbaum que se ve arropada por muchas opiniones y comentarios de valor en medios, en la ciudadanía y en las cámaras empresariales. Afortunadamente, hacia adentro, lo que ha producido la amenaza de Trump es sinergia de una buena parte de los mexicanos en torno a Claudia Sheinbaum y su respuesta. Así las cosas.