Asuntos migratorios y economía con Trump: la pesadilla que viene

Opinión
/ 17 enero 2025

Ya es viernes, el próximo lunes asumirá la presidencia de Estados Unidos Donald Trump por un periodo de cuatro años en los que podrá hacer prácticamente lo que quiera porque tiene a su favor la Cámara de Representantes. Se espera una hondonada de cambios importantes entre ellos figura un tema muy preocupante para México por su gran impacto económico, el asunto migratorio y propiamente la deportación masiva de 11 millones de mexicanos ilegales que residen en el vecino país del norte.

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Trump ha dicho que lo primero que hará será deportar a todos los migrantes ilegales porque cuestan mucho dinero a su país. Eso es parcialmente verdadero tomando en cuenta la dimensión de lo que significa “mucho” en un país como Estados Unidos.

Algunas estimaciones sugieren que el costo en salud por migrante podría rondar poco más de 80 mil dólares en el periodo de estancia de un migrante, multiplíquelo por 11 millones y eso es lo que le cuesta solo en salud la migración mexicana. Esto incluye desde el tratamiento de enfermedades en urgencias hasta partos de migrantes ilegales y atención médica de enfermedades crónicas a través de programas de salud como Medicare o Medicaid. Agregue educación y apoyos sociales y verá porque Trump no quiere a los migrantes en general. El problema migratorio es económico en esencia y para nuestro país, esas deportaciones masivas podrían suponer un caos en el mercado laboral, en la organización social de las ciudades fronterizas, en la seguridad de estas y hasta problemas de higiene y salud.

Se calcula que, de los 11 millones de mexicanos ilegales, hay otros 8 millones de ilegales latinoamericanos y seis millones más de ilegales del resto del mundo. Si Trump quisiera deportar a todos los mexicanos solamente en sus 4 años de gobierno, tendría que deportar 982 migrantes por hora (asumiendo turnos de 8 horas), eso es más o menos 6 aviones promedio por día, (incluyendo sábados y domingos). Esto es prácticamente imposible de lograr pues alguna agencia tendría que estar dedicada a ello y desde luego, pagar por este proceso que como se puede ver, resultaría carísimo. Las mejores estimaciones que se pueden encontrar en diarios norteamericanos es que se deportarán en todo el periodo trumpista entre dos y tres millones de migrantes ilegales, y eso es el máximo posible.

El problema de los ilegales para México es importante, por no decir sumamente relevante para el futuro de varios segmentos de la economía. De inicio, 2025 tiene una perspectiva de crecimiento que es relativamente baja y en consecuencia la generación de empleos será pobre en el medio empresarial. Calculando que se deporten a México 750 mil compatriotas por año y que de ellos la mitad busque trabajo en México, porque la otra mitad ya no necesitará trabajar, no estará en edad o simplemente no tiene las habilidades y competencias para hacerlo, se tienen 325 mil empleados más que se irán agregando al mercado laboral año con año, en un mercado que necesita generar ya de entrada un millón trescientos mil empleos. Será un verdadero problema lidiar con una situación de este tipo. No habrá la cantidad de empresas suficientes para generar estos excedentes laborales para los buscadores de empleo.

En el tema de las ciudades, también será un problema mayúsculo, pues no se ha pensado dónde van a vivir las personas que regresen a México. Piense en ciudades como Piedras Negras en nuestro estado o Nogales en Sonora, municipios con menos de 300 mil habitantes que potencialmente podrán recibir hasta 200 mil deportados por año, ¿qué va a suceder en estas ciudades si tan solo la mitad de esos deportados decide quedarse allí al menos unos 6 meses? Será un caos económico por decir lo menos. De entrada, el costo de las viviendas se irá a las nubes porque no habrá capacidad para albergar a toda esta nueva población, que también buscará trabajo o algo que hacer para ganar dinero y regresarse a Estados Unidos. El sistema de abastecimiento de alimentos en los supermercados y tiendas de conveniencia de entrada tendrá problemas para mantenerse en equilibrio con las necesidades del incremento poblacional. De los hospitales, mejor ni hablar, pues estadísticas generales establecen que cuando menos el 15 por ciento de los migrantes deportados tendrán alguna enfermedad que requiera la utilización del servicio médico y los hospitales no tienen capacidad para poder atender ese incremento súbito de pacientes. A pesar de que la presidenta ha dicho que las escuelas ya tienen un plan para poder atender a los hijos de los migrantes deportados, habrá que ver si ese plan funciona y hasta cuándo, porque los números que estoy presentando son solo de un año y hay que recordar que este fenómeno puede repetirse cuando menos cuatro años más para poder deportar el máximo posible de personas logística y económicamente, conforme a la promesa de Trump.

En el caso de las consecuencias a mediano y largo plazo, la deportación de migrantes agregará presión a los programas sociales. Es evidente que un porcentaje, todavía no calculado, de los deportados no volverá a Estados Unidos y que también una mayoría de ellos vendrá a retirarse en México. Dado que una parte importante de esta población no ha cotizado al sistema de pensiones, dependerá totalmente de las pensiones del gobierno federal. Súbitamente habrá más solicitudes de apoyo de adultos mayores. Habrá más jóvenes que por obvias razones no estudiarán ni trabajarán en lo que normalizan su estatus migratorio, dependiendo solamente de los programas sociales para mantenerse.

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Se puede calcular un aumento del mercado informal de cuando menos un 2 por ciento, porque algunos de los deportados tendrán dinero suficiente para poner un negocio de subsistencia con sus dólares, lo que reducirá marginalmente la demanda de empleo y con un poco de suerte para la economía nacional, se pueda hasta generar empleo para algunos. Sin embargo, estos negocios no tendrán prestaciones sociales y no darán ingresos a la federación, por lo que sigue siendo una situación dónde el presupuesto federal será “el fuerte”. Y es en este último donde más preocupación hay pues para este año no se “dejó” dinero para enfrentar este asunto.

La pregunta que surge es ¿de dónde se tomará el dinero necesario para cubrir esta problemática? Hay que recordar que el gobierno federal redujo el presupuesto para bajar el déficit que es del 6 por ciento, y en consecuencia hay menos dinero para todo. Esto ocasionará con toda seguridad un mayor endeudamiento a nivel nacional, que usted y yo acabaremos pagando. Así que la siguiente vez que piense que el asunto migratorio no es de su incumbencia y que Trump no es su problema, recuerde que su trabajo y sus impuestos mantendrán a los deportados y los programas sociales que ellos estarán recibiendo, al menos unos cuatro años. De lo demás, mejor ni lo comento, porque habrá temor.

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