Café Montaigne 283: Juan Gelman
Gracias por leerme. Gracias por atender estas letras y esta saga de textos los cuales se perfilan de larga duración. Le recuerdo de algo: ya pedí a mis editores los espacios los cuales ellos crean convenientes para presentarle análisis, exégesis más dilatadas a esta columna, con el fin de mostrarle a usted mis letras con motivo de tanto y tan buenos aniversarios y efemérides en el calendario 2024. Hoy le entrego a usted para su atención a un gran poeta: tan grande y bueno, el cual estuvo a tris de obtener el Nobel de Literatura. Agregamos un as a la lista de celebraciones de este año: se cumplen diez años de la muerte de Juan Gelman (1930-2014).
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Y para aquellos humanos los cuales repiten como cantaleta y estribillo machacón (por ignorantes, pues), aquella muletilla la cual es una mentira podrida: “En Saltillo no pasa nada”, pues ya nadie recuerda (repito, la gaseosa de dieta hace daño en la memoria, tanto o igual a las redes sociales de hoy) lo siguiente: hubo mejores tiempos a este, hubo un tiempo en el cual nos visitaron y si mal no recuerdo (pido a mis amigos reporteros hacer la crónica y hacer el recuento de todo con base en las páginas de este diario, el faro de todo, VANGUARDIA), en dos años, dos Premios Cervantes de Letras (la antesala del Nobel): don Tomás Segovia (a quien nadie lo quería y a quien nadie ha leído puntillosamente) y don Juan Gelman. Argentino y mexicano a la vez. Un honor su visita.
Se cumplen diez años de la muerte del poeta, periodista, activista político y ser humano sobre todo, don Juan Gelman. El cual estuvo en la ciudad en año pretérito. Al parecer, ya nadie lo recuerda. Pero quien sí lo mienta, y le pedí tertulia al respecto, fue el responsable de traerlo a la ciudad, don Ricardo Aguirre (exalcalde de Ramos Arizpe y exdirector de Bibliotecas del Estado). Amable, me contestó mi llamada y nos fuimos a echar un espléndido café a un restaurante el cual es milimétrico como su tremenda gastronomía, “Epazote”. Un proyecto de buen y amplio calado en la ciudad.
Llegamos ambos puntuales a la cita en honor a don Juan Gelman (†). Recordarlo, leer algunos de sus poemas y, sobre todo, conocer de primera mano su testimonio de semejante hombre de letras y un ser humano excepcional. Usted lo sabe: a don Juan le mataron y desaparecieron a sus hijos y nuera en Argentina en los siempre tortuosos años de dictadura y gobierno vertical, de los cuales en América siempre estamos plagados, y en años de peste (Andrés Manuel López Obrador aquí, sin ir más lejos).
En 1976 fueron secuestrados sus hijos Nora Eva (19 años) y Marcelo (20 años); su nuera, María Claudia (19 años). Ella estaba embarazada de siete meses. Usted lo sabe, lo demás es historia: la niña, nieta de don Juan, nació en cautiverio y luego se supo parte de toda la verdad. O la mentira. Y la muerte y todo lo cual engloba a regímenes totalitarios, como se está gestando hoy en México. Pero pongo acento en lo siguiente: a don Juan Gelman, no obstante vida tan dolorosa y siempre en llanto perpetuo, con la lengua atorada en la garganta, lo recordamos no por sólo estar de pie, sino por algo sencillo y complicado a la vez: su poesía. Era un poeta, tan alto, venoso y entregado a su canto, el cual le valió la antesala del Nobel: el Cervantes.
ESQUINA-BAJAN
¿Quién lo recuerda, quién fue a su recital, quién tiene sus libros firmados? De todo eso platiqué en animada tertulia con don Ricardo Aguirre, quien fue su anfitrión en la ciudad. Pero quien esto escribe quería saber de viva voz una anécdota la cual varia gente contaba. Varia gente, es decir, fue un coro de dos o tres. El Premio Cervantes de Letras, don Juan Gelman, fue invitado a cenar luego de su recital en la ciudad. Naturalmente fue agasajado en el mejor, “Don Artemio”, feudo del multigalardonado Juan Ramón Cárdenas. Le fue ofrecida una cena en su honor con algunos invitados especiales.
Cuenta la leyenda lo siguiente: don Juan Gelman se apoltronó en su silla, empezaron a departir. Los dos grandes anfitriones, Ricardo Aguirre y el chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas, entablaron esgrima verbal con el Cervantes. El maestro preguntó: ¿Y ustedes cuál alimento recomiendan para cenar, algo típico de aquí? Unánime fue la respuesta: cabrito en horno, marinado por horas y receta especial de Juan Ramón Cárdenas. Generoso como lo es siempre, no fue una porción... fue algo más.
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Divertido, Ricardo Aguirre me cuenta de su preocupación por don Juan Gelman al engullir semejante platillo y a hora ya tarde, muy de noche. Al siguiente día, el poeta estaba rozagante, de pie y agradeciendo semejante cena. Lo estoy platicando a trompicones, pero mis amigos reporteros deben de hacer un buen trabajo al respecto: se cumplen diez años de la muerte de don Juan Gelman, Premio Cervantes, quien estuvo aquí. No poca cosa.
Pero... yo en lo particular y en el espacio del cual ya le hablé, voy a publicar un ensayo del poeta Juan Gelman y sus heterónimos. Sí, de lo cual el maestro y rey es Fernando Pessoa. Juan Gelman es Sidney West, Yamanocuhi Ando, John Wendell, José Galván, Julio Greco... pero también Emanuel de Roma, Ramprasad, Yehuda Al-Harizi, ¡una maravilla!
LETRAS MINÚSCULAS
Uno de sus heterónimos, Yehuda Al-Harizi, deletrea: “me echaron de palacio / no me importó / me desterraron de mi tierra / caminé por la tierra...”. ¡Grande!