Café Montaigne 330: Trump no gobierna en prosa, sino con política y poder

Opinión
/ 6 febrero 2025

Trump lo tiene todo. Se han marchado las tibias sirenas (Biden, Harris y compañía) y ha llegado un tiburón

Caray, agradezco harto sus comentarios, estimados lectores. La saga de textos (bueno, no fue una saga como tal, se fueron anudando los pasajes y mis letras y preocupaciones, eso es todo) donde traté mínimamente de analizar el discurso de fuego de Donald Trump, al tomar el poder en Estados Unidos de Norteamérica, fue bien leído por usted. Lo agradezco de corazón, palabra y pensamiento.

Lo glosé en “Café Montaigne”, luego en nuestra infaltable tertulia sabatina de “Hablemos de Dios” y, por último, en “Block de Notas”. Recibí amplia respuesta y eco de lo anterior. Gracias de nuevo. Caramba, fue un discurso notable. Al menos para mí. Y para otra gente inteligente con la cual crucé palabras y letras en su momento.

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Se lo platiqué en su tiempo: encendí la radio el día 20 de enero, día de la toma de protesta de Donald Trump para su segundo mandato como Presidente de los Estados Unidos de América (él en su discurso sólo decía “América”, pues sí, como si todo el continente fuese de él). Juró como su Presidente número 47. Encendí la radio para escuchar algún comentario inteligente y cuál sería mi sorpresa, en una estación de radio defeña, empezaba el discurso de Trump y había traducción casi simultánea. Se perdían ecos, incluso frases (insisto, qué pretencioso, yo que no sé mayor cosa de inglés, pero lo agarraba a vuelo), pero la traducción simultánea fue buena.

Apenas iniciando las ideas, las palabras y las frases encabalgadas de Trump, me atraparon. Dejé lo que estaba haciendo y tomé notas. Ya luego, por la tarde, enfilé mis pasos a un cibercafé para ver en Internet si ya estaba su discurso completo disponible y, claro, en alguna buena traducción. Lo imprimí de inmediato y hoy, al día de hoy, todo lo que dijo y prometió el presidente Trump (estemos o no de acuerdo, es intrascendente; dígaselo a la Shein y a su equipo de incapaces, a los cuales lo traen no jodidos; rejodidos. Los de Morena son claques, no piensan. En fin) se ha cumplido. Lo cumple.

La palabra, se sabe, es un arma mortífera. Es un don divino también. La palabra, se sabe desde la antigüedad, tiene poder fundador. De hecho, sólo humanos tenemos lenguaje articulado. Por eso es un arma letal. Usted lo sabe, claro, el evangelista Juan lo dice claramente en su Evangelio: “En el principio fue el verbo...”, pues sí, la palabra, la idea, las ideas. Y al hablar, Trump fue un temporal, un huracán el cual lo devastó todo a su paso. La palabra y su poder constituyente fue retomado por Trump y todo su poder colonizador se incrustó en sus escuchas, a los cuales les insufló ganas de vivir y cambiar el orden establecido.

Creo usted lo recuerda: alguna vez el expresidente William Clinton le enderezó a Barack Obama el siguiente dardo envenenado, cuando éste se enfrentaba por la candidatura presidencial contra su esposa, Hillary Clinton: “Se gobierna en prosa”. En franca alusión al discurso poético y florido de Obama, el cual cautivaba a las masas.

ESQUINA-BAJAN

Hoy Donald Trump vino a enseñar que no se gobierna ni en prosa ni en verso. Se gobierna con política y poder. Poder político. Y Trump lo tiene todo. Se han marchado las tibias sirenas (Biden, Harris y compañía) y ha llegado un tiburón llamado Donald Trump. Lea usted lo siguiente de su lección inaugural el 20 de enero: “(Estados Unidos) Falla en proteger a sus magníficos ciudadanos estadounidenses respetuosos de la ley, pero brinda refugio y protección a criminales peligrosos, muchos provenientes de prisiones e instituciones mentales que han ingresado ilegalmente a nuestro país desde todo el mundo”.

¿Una más? Lea usted lo siguiente. Y si usted ve el video en repetición, fue el aplauso más ruidoso: “Primero, declararé una emergencia en nuestra frontera sur. Toda entrada ilegal será detenida inmediatamente y comenzaremos a devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron. Reinstauraré mi política de ‘Permanecer en México’... enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país”.

¿Un día sin mexicanos como machaconamente lo han pregonado los chauvinistas y alguna que otra película y sociólogo malogrado? Vienen cuatro años sin mexicanos y no, a los norteamericanos no les va a pasar nada. Si a ellos les da una “gripita”, a nosotros nos va a dar una pulmonía de muerte. Ríos de tinta están corriendo con los impuestos de Trump, quien ha cumplido al pie de la letra al día de hoy. (“Pausa”, es para agarrar más vuelo) Ríos de tinta siguen corriendo cuando espetó directamente la Casa Blanca: “El gobierno de México ha permitido que los cárteles tengan refugios seguros para que se dediquen a la fabricación y transportación de drogas peligrosas”. Saben de lo que hablan: su rango de decesos por sobredosis de drogas ronda las 100 mil muertes al año. Y claro, culpa a México de dicho suministro.

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Los analistas financieros hablan ya de una recesión en México por el orden del 4 por ciento del PIB este año. Es decir, la debacle del país. 80 por ciento de las exportaciones nacionales se dirigen a Estados Unidos. ¿Una pausa? ¿Es perdón o pecado? Insisto, se agiganta la tirada de naipes de Manolo Jiménez al buscar, en su momento, la inversión asiática en la entidad.

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