Café Montaigne 346: La cultura y los sentimientos son un estorbo en este mundo cotidiano
La cultura dota de conciencia (ya no religiosa, sino personal y ética como formación individual) al ser humano, pero al final de cuentas, como los sentimientos, estorban
Usted lo sabe, si acaso me ha leído de un buen tiempo a la fecha: lo mío es nada más la cultura. Con eso tengo. En cualquiera de sus aristas y manifestaciones. Yo he participado desde siempre en sus múltiples cantos. Como escritor, como periodista, como vendedor de libros, como corrector, como escritor de horóscopos (sí, señor lector, hay humanos que nos dedicamos a eso; los horóscopos que hablan de un “futuro” que no existe, las predicciones no bajan del cielo en las patas de las palomas blancas y aterciopeladas, ni mucho menos. Así como hay humanos que se dedican a redactar oraciones, de cualquier tipo y pelaje, y bajo el palio de cualquier santo, hay humanos que nos dedicamos a redactar horóscopos. Bueno, en su momento lo hice).
He estado al frente de un micrófono, como periodista en la radio, como maestro impartiendo cursos y talleres literarios y periodísticos; en fin, todo lo relacionado con la cultura y educación. No entiendo la vida sin la lectura, la cultura en general y la educación. Pero la cultura molesta, enfada. La educación y cultura otorgan y dan conciencia. Otorga valores, ética, moral y, sin duda, no pocas veces sentimientos. Ojo, los sentimientos, como los valores o las doctrinas, no nacen con uno, no; uno los tiene que cultivar y amamantar, así de sencillo.
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Pero la cultura, como los sentimientos, estorba en el mundo cotidiano y, digamos, normal. En 1930 Sigmund Freud publicó su célebre ensayo “El Malestar en la Cultura”. A 95 años de su edición (cifra redonda, aniversario, el cual −como siempre− aquí ha pasado desapercibido), el libro se muestra lozano y jovial, pero molesto en muchas de sus partes y capítulos. Hace pensar, reflexionar y levanta críticas a casi 100 años de su publicación original. Su tesis perturba aún hoy.
No comparto en lo más mínimo aquello que supuso una de las apuestas de Freud: todo emparentarlo con la libido (o su ausencia), aquello del complejo de Edipo, la falocracia (sigue vigente, por lo demás), la castración y el eterno anhelo de una mujer por un pene, el cual no tiene. Y en fin, todo eso que usted y yo conocemos mínimamente del pensamiento de Freud.
No bien inicia su ensayo, Freud deja caer aquella sentencia de Plauto: “El hombre es lobo del hombre”. Escribiría: “El ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación personal una buena cuota de agresividad”. Agresividad, maldad; depredar a como dé lugar y, de plano, engullirse al vecino si este es un obstáculo.
A reserva de mejorar el porcentaje, le creemos a Freud al 110 por ciento. “Los seres humanos (son) como bestias salvajes que ni siquiera respetan a los miembros de su propia especie”. ¿Creer en la cultura y sus valores cohesionadores, al igual que la educación? Tal vez es lo contrario: la cultura dota de conciencia (ya no religiosa, sino personal y ética como formación individual) al ser humano, pero al final de cuentas, como los sentimientos, estorban.
ESQUINA-BAJAN
En una glosa al ensayo de Freud, el analista León Rozitchner escribe: “La paradoja de la conciencia moral: castiga al justo más que al pecador”. Pues sí, la conciencia de la cultura (no sólo como manifestación artística, sino como armado y estructura adquirida por el hombre en su vida) nos otorga valores, criterios, principios, doctrinas y, acaso también, tabús que luego son imposibles de romper.
En otro momento de su ensayo, dice Freud: “Al comienzo, la conciencia moral (mejor dicho: la angustia, que más tarde deviene en conciencia moral) es, por cierto, causa de la renuncia de lo pulsional... Para acrecentar nuestros valores como humanos (moderación) debemos renunciar a nuestra vocación innata a los placeres; por lo general y todo el tiempo, de la carne y los deseos (lo pulsional)”.
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Es decir, no pocas veces, y en boca de Freud, la cultura tiene una base fuerte y palpable en la insatisfacción de la sexualidad. Cosa con la cual estoy en desacuerdo, pero en fin, en parte tiene razón. Y si no hay bases, cimientos sólidos, raíces bien ancladas en la tierra, cualquier vendaval de maldad nos va a llevar a eso: a la perversión, a la corrupción, a la putrefacción, a permitir o cometer todo tipo de atrocidades. Ya sin asidero ni freno alguno por un motivo: la cultura estorba −lo vimos antes−, es mejor no tener cultura, valores ni conciencia para, entonces sí, entregarse al desenfreno y la depravación totales.
¿Ejemplos recientes? Van, lea usted lo que hoy pasa en este paraíso mexicano del cual presumen Andrés Manuel López Obrador y su empleada, Claudia Sheinbaum. En Guanajuato se encontraron al menos 15 cuerpos embolsados en una finca en Rancho Nuevo de Llanito (carpeta de Investigación 63257/2025). Sábado 24 de mayo. El día 25 y en Michoacán, el CJNG mató a dos policías y dejó herido a uno más. Amén de incendiar vehículos en todas sus carreteras y obligar el cierre de vialidades. Por cierto, como dato anecdótico de espanto, en 15 días de mayo, en sus primeros 15 días, van 88 asesinatos. Del 1 al 16 de mayo fueron asesinadas 904 personas, a razón de 56 al día...
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Lo bueno es que somos un país pacifista... ¡Puf!