Cinturón de seguridad, obligación y salvación

Opinión
/ 24 julio 2025

Nada perdemos al utilizar el cinturón de seguridad y, en cambio, tenemos mucho por ganar

Mi padre es un gran demócrata, pero al subirse a su camioneta suele convertirse en un dictador de la talla de Hugo Chávez o Fidel Castro. “Quien se sube a este vehículo debe abrocharse el cinturón de seguridad”. No hay consenso sobre si debe acatarse esa orden o no, simplemente se tiene que obedecer.

Debo confesar que al principio creía que mi padre exageraba, pues no veía la importancia de utilizar el cinturón de seguridad al circular por la ciudad, sin embargo, bastó que leyera un día la nota roja del periódico para darme cuenta de que los grandes accidentes automovilísticos no son exclusivos de las carreteras.

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Para ser sincero, de joven no utilizaba el cinturón de seguridad. Me aferraba a una estúpida comodidad, y digo estúpida porque estaba convencido, al igual que mucha gente, de que el cinturón me incomodaba de tal manera que ni siquiera podía manejar bien. Pero ahora todo es distinto, pues me doy cuenta de que es más incómodo viajar con la certidumbre de que si chocas tienes muchas más posibilidades de sufrir daños físicos que si trajeras el cinturón puesto.

La anterior administración municipal dispuso en el Reglamento de Seguridad Pública, Tránsito y Vialidad de Saltillo que no sólo los conductores, sino también todos sus acompañantes deberán utilizar el cinturón de seguridad, es decir, los pasajeros de la fila delantera y la posterior del vehículo. Gran acierto tuvo el entonces alcalde José María Fraustro Siller al implementar este reglamento, pues con ello demuestra que le interesa disminuir los riesgos que sufren los automovilistas.

Nada perdemos al utilizar el cinturón de seguridad y, en cambio, tenemos mucho por ganar. Cuando en el año 2000 el exalcalde Óscar Pimentel emitió por vez primera dicho reglamento que otorgaba el carácter de obligatoriedad, muchos pensaron que era una medida recaudatoria por las multas a quienes no utilizaban el cinturón. Sin embargo, una fuerte campaña de concientización nos llevó a adoptar, convencidos, esa nueva rutina cada vez que ingresábamos a nuestros automóviles.

Cuántas personas han dicho: “De no ser por el cinturón de seguridad me hubiera matado” o “si mi amigo hubiera traído el cinturón ahorita estuviera con nosotros”.

Gracias a mi papá me acostumbré a usar siempre el cinturón de seguridad y no sólo para evitar ser multado, sino por mi propio bien y, sobre todo, de mi familia.

No puede negarse que en Saltillo existen las condiciones óptimas para sufrir un accidente. En primer lugar, el estado de muchas calles es deplorable, ya sea por las lluvias o la falta de recursos para recarpetear todas las vialidades. En una ocasión, por tratar de esquivar un enorme bache, casi me impacto con un coche que venía a mi lado. Desde ese momento acepté, resignado, sacrificar la transmisión de mi automóvil con tal de no sufrir un accidente. En segundo lugar, siempre se tiene que sufrir por la presencia amenazante de los microbuses, camiones de ruta y, sobre todo, los de transporte de personal que recorren las calles de la ciudad sembrando a su paso el terror. Por eso me da gusto que el alcalde Javier Díaz haya anunciado que pondrá en cintura a los concesionarios del transporte urbano con la intención de renovar unidades antiguas y de frenar los ímpetus bestiales de cientos de choferes que día a día someten a un tremendo estrés a los obreros que deben utilizar esas unidades para llegar a su trabajo.

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Me comprometo a utilizar el cinturón de seguridad y hacer que todos quienes me acompañen lo usen también. Todo se aprende. Ahora, como lo hizo mi padre, cada vez que alguien se sube a mi coche deberá abrochar su cinturón, pues de lo contrario tendrá que irse caminando a la escuela, a la fiesta o al entrenamiento. Todo pasajero que no utilice su cinturón de seguridad no sólo corre un gran riesgo, sino que se convierte en una amenaza para quienes lo acompañan, pues de haber un accidente, inmediatamente puede convertirse en un proyectil.

Toda autoridad puede incurrir en prácticas que sean tachadas de recaudatorias, pero los retenes antialcohol y la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad no son una de ellas, sino que en realidad se trata de una cuestión de vida o muerte.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

Nacido en Saltillo el 5 de mayo de 1975, soy hijo de Armando Fuentes Aguirre y de María de la Luz de la Peña de Fuentes. Licenciado en Ciencias de la Comunicación en el Tec de Monterrey, donde obtuve mención honorífica. Cursé estudios de Periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Seleccionado entre jóvenes periodistas para participar en el Taller de Narración Periodística impartido por el Nobel colombiano Gabriel García Márquez y la Fundación de Nuevo Periodismo Latinoamericano. Maestro en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y en Letras Españolas por la UANL. Fui designado por la Facultad de Filosofía y Letras como el mejor alumno de posgrado, siendo merecedor de la medalla a los mejores estudiantes de México entregada por la SEP Federal en tiempos del Presidente Vicente Fox. Columnista de los periódicos Palabra, El Siglo de Torreón, El Siglo de Durango, Zócalo de Piedras Negras, y El Mañana de Nuevo Laredo. Director artístico de Radio Concierto, encargado de corresponsales del Periódico ABC de Madrid. Fundador y director del diario de distribución gratuita 10 MINUTOS. Director desde 2011 del Consejo Editorial del Estado de Coahuila y de los Talleres Gráficos del Estado.

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