Ciudades para las y los niños
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A propósito de la celebración de ayer del Día de las Niñas y los Niños, conviene echar un vistazo a nuestras ciudades y a cómo les damos forma, pero teniendo en el centro de nuestro análisis a la niñez.
De entre quienes habitan una ciudad, las niñas y los niños son quienes presentan la mayor vulnerabilidad en distintos aspectos de la vida urbana. La contaminación, el clima extremo, la vulnerabilidad en temas de seguridad, entre otros, son consideraciones de enorme relevancia a tener en el diseño y gestión de las ciudades.
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Una ciudad que conoce, entiende y respeta los derechos, intereses y necesidades de niñas y niños, les reconoce como ciudadanas y ciudadanos plenos, lo que le llevará a promover su participación en las decisiones que les afectan y a crear mecanismos adaptados a su edad para escuchar sus voces.
Garantizará también la construcción de políticas públicas inclusivas, conscientes de las realidades que enfrenta la niñez. Así, para proteger la salud y bienestar de niñas y niños, los ejercicios de planeación urbana deberán priorizar un entorno saludable, con aire limpio, agua potable y saneamiento adecuado.
También deberá proveer abundantes espacios verdes, accesibles para la niñez, no sólo para simplemente estar ahí, sino también para aprovecharles y explorarles desde el juego, desde el encuentro con el entorno.
Para fomentar su autonomía, las niñas y niños deberán encontrar en las ciudades la manera de moverse de forma segura e independiente, con calles peatonales, banquetas anchas y cruces seguros, adaptado todo a sus necesidades.
Los recorridos de niñas y niños a centros educativos deberán ser siempre seguros y los medios de transporte de calidad, lo que se hace posible en mucho por la adecuada ubicación de escuelas, en entornos sanos, cercanos y accesibles.
El diseño urbano debe promover y generar entornos seguros, especialmente en áreas de esparcimiento, evitando situaciones de riesgo y atendiendo las condiciones de inseguridad que favorecen conductas delictivas contra las infancias.
No menos importante: la ciudad deberá contar con espacios lúdicos accesibles e inclusivos en todos y cada uno de los barrios y colonias, particularmente en las zonas menos privilegiadas, aprovechando estos espacios para actividades recreativas y culturales gratuitas, a la vez divertidas y didácticas.
El juego es un tema central para la niñez. Es a través del juego que se explora el lugar que uno habita, se descubren las habilidades y destrezas propias y se comienza a experimentar la socialización para el encuentro con la otredad.
Es con el juego que nace el gusto por las ciencias, por las artes, por el conocimiento y por la comunicación. En este sentido, una ciudad bien planeada podría convertirse en un inmenso campo de juegos, un gran laboratorio de aprendizaje.
Pero la consideración de una ciudad para las niñas y los niños no excluye a las personas adolescentes, adultas y adultas mayores, por el contrario. Un entorno pensado en niñas y niños invita a las personas de mayor edad a redescubrir lo que hemos dado ya por sentado y a recuperar nuestra capacidad de asombro.
Es común el decir que todas y todos llevamos una niña o un niño dentro. ¿Qué tanto esa niña o ese niño está durmiendo en nuestro interior y qué tanto le permitimos despertar y tomar parte de nuestras decisiones, de nuestras actividades, de nuestra forma de divertirnos y de aprender?
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Imaginemos lo bueno que sería que la ciudad nos invite a disfrutarle como lo haría una niña o un niño. Que encontremos en el espacio público oportunidades constantes de jugar, de explorar, de aprender.
Por ello, hablar de ciudades para las niñas y los niños tiene una doble función. La primera y más importante, proveer a niñas y niños de un hogar común adaptado a sus necesidades y posibilidades, donde puedan expresar y vivir su niñez en plenitud. La segunda, recordarnos que alguna vez tuvimos esa edad y que seguimos siendo capaces de aprender, de sorprendernos y de jugar.
Construir ciudades adecuadas para nuestra niñez no sólo beneficia a las niñas y los niños, sino a toda la población. Es la mejor forma de trazar un camino sólido hacia un futuro posible para todas y todos.
jruiz@imaginemoscs.org