Claudia: entre Cienfuegos y ‘El Mayo’ Zambada (I)
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Esta es la metáfora que aprisiona a Claudia Sheinbaum en este momento histórico del país
Imaginemos a la presidenta Claudia Sheinbaum, en la hora pico de la Línea A del metro de la CDMX, con el general Salvador Cienfuegos parado delante e Ismael “El Mayo” Zambada detrás de ella. Niños lloran. Mamás les regañan. El apretujamiento es insoportable: las personas paradas, sin importar su estatura, respiran en la nuca o en el rostro de la persona ubicada delante de ellos. El sudor de todos en sus rostros y cuerpos es inevitable. Los olores del vagón, mezcla de sobaco y boca, son fétidos.
Esta es la metáfora que aprisiona a Claudia en este momento histórico del país y cuya solución, cualquiera que sea, enfrentará a su presidencia, escuálida y frágil −como ella−, con la fuerza e inteligencia de su mentor Andrés Manuel López Obrador.
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Donald Trump hizo trizas la narrativa presidencial de Claudia. Hoy la conversación pública dominante −entre el círculo rojo y la opinión pública en general− es una: ¿cuáles serán los impactos de las decisiones de Trump para la economía, la política y la seguridad de los mexicanos?
El equipo de Sheinbaum y ella misma nunca entendieron que el lobo de pelo güero zanahorio, en serio, bajaría de la montaña para comérselos de un bocado. En su incompetencia optaron por una desidia atemorizada que fue multiplicada en planes A, B, C y D que nunca funcionaron, excepto para demostrar su desconocimiento profundo del personaje, de la cultura política estadounidense y de la coyuntura geopolítica que vive la humanidad.
Rota la narrativa presidencial, rebosante de una defensa a ultranza de la soberanía con himno nacional incluido, ante los embates de Donald Trump, el resultado fue uno: subordinarse ante las exigencias de Trump para evitar el incremento de aranceles en un 25 por ciento a los artículos mexicanos. La doble condición de Trump fue: contener los flujos de migrantes y combatir la producción y el tráfico de fentanilo. Para ello, detuvo la activación del decreto del alza de aranceles por un mes, que vence el 3 de marzo próximo.
El 20 de enero, recién llegado a la oficina oval, Trump confirmó que los cárteles mexicanos eran terroristas.
En febrero 3, antes de la pausa presidencial, inició la incursión de aviones espía estadounidenses en México, en particular en la frontera, Baja California, Sonora y Sinaloa: áreas bajo el control del Cártel de Sinaloa.
El 5 de febrero, Pam Bondi, la fiscal general de EU, envió un memorándum a sus empleados explicándoles “la política de total eliminación de los cárteles mexicanos”.
En febrero 19, el Departamento de Estado confirma que “seis cárteles mexicanos y dos pandillas sudamericanas han sido designadas organiza como organizaciones terroristas internacionales”. Los mexicanos son los Cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Noroeste, del Golfo, la Nueva Familia Michoacana y Cárteles Unidos. Los centro y sudamericanos son la Mara Salvatrucha (Honduras, Salvador y Guatemala) y el Tren de Aragua (Venezuela).
El 20 de febrero, Canadá respalda tal definición estadounidense para “desmantelar las operaciones de estos cárteles en nuestras comunidades por ser organizaciones delictivas transnacionales despiadadas”.
El 22 de febrero, Trump declaró “no estar feliz ni satisfecho con México y Canadá ante el tráfico de fentanilo”.
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¿Cómo no estar satisfecho cuando en 15 días ocurrió lo no sucedido en 8 años? Las autoridades mexicanas capturaron “610 capos de distintos cárteles −en particular del de Sinaloa−; decomisaron 18 toneladas de drogas; destruyeron plantíos de mariguana; descubrieron dos laboratorios clandestinos y requisaron armas de alto calibre de origen ruso”.
Pero Trump va más allá. Quiere forzar a Claudia para resolver este dilema: si exige a EU la repatriación de Ismael “El Mayo” Zambada (que es la intención de su mentor Andrés Manuel) pondrá en evidencia −de manera más obvia− la vinculación entre López Obrador y Morena con el Cártel de Sinaloa desde hace décadas. Pero si no lo hace, pondrá en riesgo el futuro de su guía moral, su propia presidencia y el futuro de Morena.
El general Cienfuegos parado detrás de ella en ese vagón del metro atiborrado, observa el desenlace.
(Continuará)