CNDH: tan sólo una ‘correa de transmisión’
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La creación de los órganos constitucionalmente autónomos en México ha estado guiada por un elemento central de su naturaleza: la independencia de estos de las estructuras tradicionales del poder. Por ello justamente es que aún los que realizan tareas de carácter administrativo no forman parte del Poder Ejecutivo, ni en el ámbito federal ni en el estatal.
Otro elemento central en la naturaleza de los órganos autónomos es su carácter especializado. Se les creó para que se convirtieran en agencias gubernamentales expertas en una determinada rama de la administración pública y, desde esa posición, convertirse en garantes de los derechos de la ciudadanía.
Finalmente es importante decir que la creación de este tipo de instituciones fue necesaria debido a que los órganos públicos “tradicionales” habían sido pervertidos a tal grado por la clase política mexicana que no resultaban confiables para la comunidad.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al auténtico alud de críticas que ha generado la posición asumida por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en relación con la propuesta de reforma electoral que impulsa el Gobierno de la República y mediante la cual se pretende desmantelar al INE.
Mediante un comunicado, la CNDH apuntó ayer que el órgano electoral forma parte de un conjunto de “órganos autónomos únicamente de nombre, instrumentos parciales, de sabotaje de la voluntad del pueblo, que sólo han servido para el mantenimiento de vicios que por años, si no es que por siglos, han manchado nuestros procesos electorales”.
A partir de tal planteamiento, la Comisión solicita al Congreso de la Unión el “llevar a cabo las acciones legislativas necesarias para efectuar las modificaciones que garanticen el derecho pleno a la democracia del pueblo mexicano, en el sentido de fortalecer nuestra democracia formal, pero también las iniciativas de democracia participativa; así como para garantizar un órgano realmente autónomo de cualquier poder, constituido o fáctico, legal o supralegal”.
El problema con el planteamiento de la CNDH es que su pronunciamiento está basado en las acciones desplegadas por instituciones que ya no existen porque fueron transformadas a partir de las exigencias de quienes hoy se encuentran en el poder, con lo cual se superaron la mayor parte de sus vicios.
Resulta lamentable que una de las primeras instituciones autónomas creadas en México para defender los derechos colectivos a partir de una posición de autonomía haya sido transformada en una simple correa de transmisión del Poder Ejecutivo, justo lo que se buscó evitar al concebir la existencia de este tipo de instituciones.
Poco se esperaba de la CNDH desde el desaseado arribo de su actual titular, Rosario Piedra Ibarra. Pero al menos era deseable que hubiera un poco de pudor en su actuación y no que se asumieran como una dependencia más del Ejecutivo, tal como ocurría en los tiempos de sistema de partido hegemónico.