Coahuila: Jueces a la guillotina. Fosa de reptiles en Jurisprudencia

Opinión
/ 22 septiembre 2024

No debe sorprendernos que un presidente que se dice de izquierda haya venido a derrumbar al bicentenario Poder Judicial. Y es que los progresistas siempre han aborrecido a los jueces por su naturaleza conservadora. De igual forma los conservadores han abominado de la justicia popular desde los tiempos de la guillotina francesa, como hoy repulsan a los futuros jueces de tómbola o elección popular que ha propuesto Andrés Manuel López Obrador, a quien poco le faltó para imponernos también el morbo de las “tricoteuses”, las costureras que tejían gorros mirando como rodaban las cabezas en la guillotina; como rodarán las cabezas en el Poder Judicial de Coahuila al armonizar nuestro sistema de justicia con la reforma aprobada en el Congreso de la Unión.

Seis o siete cabezas bien cortadas (Marat dixit) servirían de ejemplo para persuadir a nuestros togados de que la reforma va en serio. Pero si la degollina alcanza a todos los jueces y se procede a la elección de nuevos perfiles, no sería una reforma cosmética sino estructural.

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Es preciso reconocer que este profano de la ley y la justicia ignora cómo procederá el Congreso local para armonizar con la reforma judicial. Pero según se percibe, lo más probable es que la elección de jueces y magistrados será un proceso político electoral que, irremediablemente, acabará politizando a la justicia y dicho poder podría convertirse nuevamente en un club de cotos, cuates, cuotas y cofrades, como en la actualidad.

Y decimos que el Poder Judicial está politizado porque nuestros gobernadores han impuesto como jueces y magistrados a militantes partidistas. No sólo del PRI, sino también del PAN. Del partido tricolor a un “mapache” electoral reo en Zacatecas y de Acción Nacional a un expresidente del comité estatal que se “vendió” para ya no impugnar la elección de Miguel Riquelme. No deben prevalecer esos cuadros ni meterlos a la tómbola, capaz que inventan el fraude “tomboril”.

Aquí el Congreso, que acertadamente preside la diputada Luz Elena Morales, tendrá que legislar para armonizar con la reforma. A menos, claro está, que la ministra Norma Piña y el pleno de la Corte decidan aceptar una controversia constitucional en contra de la transformación de López Obrador. De nueva cuenta colisionarían los poderes y la presidenta Piña se enfrentaría al nuevo poder Ejecutivo y Legislativo, ahora con más desventaja, cuando lo más prudente y sin tintes de sumisión sería aplicar la vieja democracia jeffersoniana (anacrónica, pero efectiva) de que “el poder judicial debe estar subordinado a los poderes electos y la Corte Suprema no debe tener el poder de derogar leyes aprobadas por el Congreso”. Como sucede en casi todos los estados de la república sin aspaviento alguno y llevando la fiesta en paz. Además, ahora los tres poderes sarán electos reforzando la soberanía popular.

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Pero hay que tener cuidado con un parlamento muy abierto. Exgobernadores ahora legisladores querrán meter su cuchara e imponer a sus alfiles. Ya chole con exmagistrados como Goyo. En Jurisprudencia de la UAdeC hay farsantes que han degradado la facultad a ínfimo nivel: directivos que venden títulos de abogado en línea como barajas. Efebos con chaleco de la Notaría 122. Rufianes como el “Verijas”, el “Topo” y el “Capulina”. En Juris hay un foso de reptiles. En Juris se incuba un huevo de Bergman contra la rectoría. Querrán asaltar al nuevo Poder Judicial. Peor aún, al futuro tribunalito de disciplina judicial.

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