Coahuila: una entidad que sufre sequía, pero no limpia ni reusa el agua

Uno de los elementos más abundantes en nuestro planeta es el agua. Tres cuartas partes de la superficie del globo se encuentran cubiertas por ella. El problema es que sólo una minúscula parte -el equivalente al uno por ciento del total, más o menos- es agua dulce que se encuentra disponible para necesidades humanas.

En otras palabras, aunque el agua es un elemento abundante, lo cierto es que la disponibilidad para consumo humano, así como para actividades agrícolas e industriales, resulta escasa. Y eso es aún más cierto en zonas como la nuestra donde resaltan dos características: el exiguo número de fuentes superficiales de agua dulce y el clima extremo.

Así las cosas, quienes habitamos estas latitudes nos encontramos obligados a usar el agua disponible con la mayor eficiencia posible. Y eso implica, entre otras cosas, reusar el agua que se emplea en las casas, una vez que se le someta a tratamiento.

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Conviene acotar aquí que, independientemente de si a las aguas residuales domésticas se les da un segundo uso, limpiarlas es una obligación que los gobiernos municipales deben cubrir, pues además de eficientar el uso del líquido es indispensable no contribuir a la contaminación planetaria.

El comentario viene al caso a propósito de la publicación que hacemos en esta edición, relativa al hecho de que Coahuila se encuentra en el penúltimo lugar, a nivel nacional, en cuanto al número de plantas de tratamiento de aguas residuales construidas en su territorio, apenas por arriba de Tamaulipas.

Con sólo 21 de estas instalaciones -menos de una por municipio- nuestra entidad no solamente desaprovecha el enorme potencial representado por el uso secundario que puede darse al agua tratada, sino que además incumple sus obligaciones en materia de saneamiento.

¿Por qué no contamos con una densidad de plantas tratadoras similar a la de Sinaloa, la entidad con el mayor número de instalaciones de este tipo en el país? Los número resultan más que llamativos: con una superficie equivalente a casi un tercio de la nuestra, Sinaloa cuenta con más de 10 veces el número de plantas tratadoras que existen en Coahuila.

La comparativa se puede hacer desde otra perspectiva, con 18 municipios y 264 plantas, Sinaloa tiene un promedio de casi 15 por demarcación territorial cuando acá no llegamos siquiera a una por municipio.

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Se trata, a no dudarlo, de un déficit que resulta urgente atender, sobre todo frente a los múltiples diagnósticos existentes en el sentido de que la realidad futura de la entidad será una en la cual la sequía se convierta en una constante de carácter irreversible.

En la víspera del Día Mundial del Agua encender las luces de alerta y hacernos cargo de la realidad constituye una obligación ineludible. Porque ya no estamos hablando de prevenir un futuro indeseable, sino de corregir un presente cuyas consecuencias nos están golpeando de forma cotidiana y amenazan con volver inviable el futuro colectivo.