Colosio: a 29 años de su asesinato
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Ese día era domingo. La calma vivida por aquellos años en Monterrey de pronto se vio interrumpida por decenas de autobuses y coches que emprendieron un desfile interminable por la avenida Eugenio Garza Sada. Desde la ventana del departamento en que vivía pude apreciar a qué se debía tanto ruido provocado por cláxones y porras: aquel domingo 28 de noviembre de 1993 Luis Donaldo Colosio Murrieta fue designado candidato del PRI a la presidencia de la República.
El festejo no sólo se llevó a cabo en Monterrey, sino que el país entero se sumó a las celebraciones pues aquel candidato, más que ninguno, significaba un verdadero cambio en el discurso político. Ya había dado muestra de ello años antes cuando era presidente nacional del PRI. En sus discursos hablaba de la necesidad de transparentar el ejercicio del poder, así como impulsar decididamente la democracia. Pocos creían en sus palabras, pero eso cambió meses después cuando el presidente Carlos Salinas impulsó una histórica Reforma Electoral mediante la cual nació un órgano independiente que ha organizado desde entonces los procesos de elección popular.
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Ya en plena campaña por la presidencia, Colosio detuvo su andar en Nuevo León y nos visitó a quienes estudiábamos por aquel entonces en el Tec de Monterrey, su Alma Máter. La reunión se llevó a cabo en el Auditorio Luis Elizondo en donde más de dos mil estudiantes escuchábamos atentos sus propuestas. Recuerdo vagamente su discurso, pero al contrario, tengo muy presente la impresión que causó en mí. Al escucharlo inmediatamente noté su valentía y, sobre todo, su gran amor a México.
Sus palabras eran inusuales en un político. Hablaba de los errores cometidos y lo que proponía para mejorar la situación social. Aunque algunos lo criticaban afirmando que era demagogia pura, en el fondo sabíamos que no cualquier priista se atrevía a hablar como él lo hacía.
Días después, en uno de sus discursos cumbres, decía: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirlas; de mujeres y hombres afligidos por abusos de autoridades, o por la arrogancia en las oficinas de gobierno.
“Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleos, que no siempre tienen a su alcance los mejores caminos para su preparación y educación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia y a la drogadicción”.
Ahora, cuando recién se cumplieron 29 años del asesinato de Colosio, cuando México ha cambiado tanto, cuando ya vivimos y sufrimos los resultados de una alternancia en la presidencia de la República, cuando se tiene abandonada la conquista ciudadana de exigir transparencia en la administración pública y de exigir el respeto a los derechos humanos, cuando el gobierno de la 4T recurre a todas sus mañas para convertirse en el árbitro electoral en una democracia simulada al más puro estilo venezolano y cuando vemos que la única promesa que ha cumplido el presidente es la de haber mandado al diablo a nuestras instituciones, es justamente ahora cuando cobra más vigencia el mensaje de un mexicano que entregó su vida a cambio de defender siempre sus principios y la idea de una Patria mejor.
Ahora el tiempo quiso que su hijo Luis Donaldo Colosio Riojas ingresara a la política, y de la mano de Movimiento Ciudadano se convirtió en el alcalde de uno de los municipios más importantes de México. Para sorpresa de muchos, su nombre sigue apareciendo en múltiples encuestas que lo reconocen como el político opositor más fuerte.
El líder de Movimiento Ciudadano insiste en no querer unirse a la alianza formada por el PAN, PRI y PRD, y en gran parte tiene razón, pero no puede negarse que una unión opositora es la única vía para poder enfrentar y derrotar a Morena.
Muchos opinan que Colosio Riojas está muy verde, pero las próximas elecciones posiblemente sean las últimas verdaderamente democráticas y eso si no se imponen antes los planes de un tirano para acabar con el INE.
Nadie puede negar que el apellido Colosio es sinónimo de esperanza, y por ello, muchos mexicanos nos sentimos en deuda con un joven político que lleva en sus venas sangre yaqui y tlaxcalteca. Es cierto que es muy joven, pero sólo personas así, sin cola que les pisen y con un anhelo largamente guardado pueden arrebatarle el poder a quien tan mal lo ejerce.
aquientrenosvanguardia@gmail.com