Contaminación: es un serio riesgo para la salud colectiva
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La contaminación del agua representa uno de los riesgos más serios para la salud humana. Ocuparnos de ello representa un reto insoslayable que debemos enfrentar
La contaminación del suelo, el aire y el agua constituye uno de los más graves riesgos para la salud humana en nuestros días. Frenar y revertir dicho proceso es por ello el reto más importante que tenemos ante nosotros como sociedad.
No es un asunto menor: el aire que respiramos y el agua que tenemos disponible para las actividades ordinarias se encuentran gravemente contaminados y eso debería preocuparnos −y ocuparnos− a todos, no solamente a las autoridades responsables de garantizar el cumplimiento de las normas relacionadas con el medio ambiente.
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De hecho, somos los ciudadanos quienes tendríamos que empujar con mayor vigor las acciones relacionadas con la protección del ambiente porque, como queda claro, nuestros políticos no tienen como una prioridad la protección del medio ambiente.
Y es que, como lo demuestra el reportaje que publicamos hoy en SEMANARIO, el suplemento de investigación de VANGUARDIA, el accionar de las autoridades gubernamentales no ha servido hasta ahora para frenar el deterioro de las variables que importan en materia de protección ambiental.
En efecto, a pesar de que contamos con múltiples autoridades encargadas de administrar y proteger las fuentes de agua con las cuales contamos, dichas fuentes, de las cuales dependemos para surtir a las comunidades urbanas, se encuentran afectadas.
Históricamente la Región Laguna ha sufrido la presencia de arsénico en el agua que llega a los hogares. Pero ya no es solamente dicha región la que tiene problemas, sino también la Sureste en donde, de acuerdo con la información conocida, el flúor constituye un problema creciente.
En buena medida el problema tiene que ver con el crecimiento de las manchas urbanas que cada vez requieren de un mayor volumen de líquido y eso implica que deban perforarse pozos a mayor profundidad, lo cual incrementa la posibilidad de que el agua se encuentre contaminada.
Esto obliga a retomar, como se ha dicho en múltiples ocasiones anteriores, un tema que se soslaya continuamente en la agenda pública: ¿Es necesario imponer un límite al crecimiento de las ciudades?
Se trata de un tema que no debe seguir ausente de la discusión pública, pues con independencia de las actividades agrícolas e industriales, que también requieren agua para realizarse, el consumo humano es la variable más importante en esta ecuación.
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Hoy, de acuerdo con los datos disponibles, el agua que está llegando a los hogares de las principales concentraciones urbanas de Coahuila contiene elementos que representan un riesgo para la salud pública. Ignorar este hecho constituye una irresponsabilidad mayúscula.
Cabría esperar que, ante los datos que dibujan una realidad preocupante, autoridades y sociedad nos dispongamos a recrear una discusión inteligente −y útil− en torno a un tema que no es trivial, sino que implica, en extremo, la supervivencia de nuestra especie.