Control de precios: un plan con eficacia limitada
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Ante el constante incremento de precios que hemos sufrido desde el inicio de este año, el Gobierno de la República decidió, en mayo pasado, instrumentar una política “antiinflacionaria” por la vía del control de precios. Para ello ofreció diferentes estímulos fiscales y pactó con los principales productores y distribuidores de alimentos el sostenimiento de los precios de una colección específica de productos de primera necesidad.
Las medidas han demostrado, como lo advirtieron múltiples voces desde el principio, una eficacia limitada, pues la burbuja inflacionaria mundial –que en nuestro país se manifiesta de manera más agresiva– no ha dejado de presionar los precios hacia arriba.
En septiembre pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó de un nuevo acuerdo con productores y distribuidores de alimentos para fijar los precios de 24 productos e informó que a principio de este mes de octubre se anunciarían nuevas medidas para el reforzamiento del Paquete contra la inflación y la carestía (PACIC).
Entre los suscriptores del acuerdo figuraron los principales productores de harina de maíz, insumo del que depende al menos la mitad de la producción de tortilla en nuestro país. Uno de los objetivos era mantener estable el precio de este alimento esencial para la mayoría de las familias.
Apenas unos días después, surgieron voces que advirtieron sobre la fragilidad del acuerdo, además de denunciar que éste solo beneficia a las principales empresas productoras de harina de maíz, las cuales incrementaron sus precios antes de pactar con el gobierno.
Seguramente por ello, el precio de la tortilla, lejos de mantenerse estable, ha seguido creciendo y, de acuerdo con los empresarios tortilleros, eso se debe a que los insumos utilizados para producirla se han encarecido, lo mismo que las refacciones para la maquinaria que emplean.
De acuerdo con el reporte que publicamos en esta edición, el precio del kilogramo de tortilla ha crecido casi 15 por ciento en lo que va del año, un incremento que se ubica muy por encima de la inflación registrada a lo largo de este 2022.
Pero esa ni siquiera es la peor noticia, sino la advertencia de que, en cuanto se extinga el PACIC, es decir, en febrero del próximo año, el precio del kilo de tortilla podría llegar hasta los 25 pesos de forma generalizada, debido al incremento en los costos de producción.
Alguno datos, sin embargo, indican que eso podría ocurrir antes, pues en Saltillo hay lugares donde el citado alimento ya se vende en 24 pesos el kilo, lo cual parece demostrar que la ruta seguida por el actual gobierno de para contener los precios no es eficaz.
Cabría esperar frente a tal realidad que el gobierno rectificara en su estrategia y se planteara rutas alternativas que impidan un mayor deterioro en el poder adquisitivo del salario y, sobre todo, que frenen el encarecimiento de los alimentos de primera necesidad como la tortilla.