Corrido tumbado
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En 1972 el músico pueblerino Ángel González, de Basuchil, municipio de Guerrero, Chihuahua, escribió un corrido de amor en un contexto de lo que le rodeaba: contrabando, muerte, narco, violencia. La obra Contrabando y traición llegó a manos de los sinaloenses Tigres del Norte, hasta entonces solo conocidos regionalmente, quienes la grabaron en 1974. La pieza pegó donde dolía porque rápidamente fue abrazada por la raza mexicana de aquí y del gabacho. En 1975 la filmó el director Arturo Martínez, con Valentín Trujillo y Ana Luisa Peluffo, y en 2002 el español Arturo Pérez-Reverte (1951) escribió la novela La reina del sur, tras escuchar el mentado corrido. En 2004 la académica mexicana Gabriela Ortiz (1964) obtuvo apoyo de la Fundación Guggenheim para escribir la ópera Únicamente la verdad, basada en Contrabando y traición, estrenada en Bloomington, Indiana, en 2008. Insisto: el corrido pegó donde dolía, ahí donde no se sabía que existía una herida.
Hasta antes de Contrabando y traición el corrido se había mantenido en los límites de lo regional, después de protagonizar grandes momentos como portavoz de la mexicanidad y la masculinidad. Canciones como Yo soy mexicano, (1943) de Ernesto Cortázar y Manuel Esperón, en la voz de Jorge Negrete, o El Rey (1971), de José Alfredo Jiménez (1926-1973) subrayaban la destreza y la virilidad, la resistencia ideal de la masculinidad mexicana, y la potente supremacía ante la adversidad. Sin embargo, aquellos eran otros tiempos. Los años pasaron, el México mutó y con él nuestro sistema de valores. La música perdió su carácter artístico para ser abiertamente comercial, de diseño por computadora. Cada vez con mayor claridad la llamada Balada se asumió portavoz, onomatopeya del rebaño que bala. Al desaparecer el México de Jorge Negrete, ¿en qué se transformó la masculinidad del mexicano? Si antes el ...orgullo es ser charro, valiente y braga’o, cantaba Negrete, al ingresar al siglo XXI cómo se definía el orgullo.
La respuesta emergió de nuevo en los corridos, y como antes, también ahora cantaban lo que veían: un mundo ajeno, globalizado, violento en el que la validación masculina no dependía de la bravura y la integridad sino del éxito económico alcanzado.
Como en un juego de escondidillas, la música popular independiente exploró aquí y allá en busca de herramientas qué ofrecer a los nuevos hombres, y lo encontró en los grupos locales, ya que los grandes medios nacionales y las disqueras tenían bastante bien estudiado el mercado al que ofrecían material para balar. De entre las bandas sinaloenses o oaxaqueñas, el norteño, la quebradita, las arpas costeñas, o los mariachis, la productora de música significativa fue la banda, quizá porque la sonoridad estridente de sus metales, remedaba el grito impotente de los sin voz. Los tucanes de Tijuana, La arrolladora banda El Limón, El recodo, Los recoditos, a los que pronto se sumaron las duranguenses con Los alacranes o Los horóscopos. Cada uno exponiendo las preocupaciones de sus escuchas, para quien iban dirigidas sus producciones. Así la música recobraba su sentido lúdico, emocional, laboral de expresión social. La Chona, Por tu amor, Antes muerta que sencilla, Y que quede claro...
Hasta ahí todo iba bien. Entonces, hacia 2010 llegó del gabacho la influencia del hip hop, reguetón y trap latino traído por los jóvenes habitantes de las comunidades mexicanas en el Norte. Y entonces hubo un ganón. En este caso fueron dos los ganones. Los productores Jimmy Humilde, de Humilde Records, y Ángel del Villar de DEL Records. Ambos desde sus respectivos sellos mezclaron la glorificación humana contenidos en los corridos desde que el mundo es mundo, con el rap, el trap la cumbia, la banda computarizada, y demás sonidos marginales urbanos, aprovecharon las redes sociales para no depender de las compañías discográficas, y tuvieron oído para las letras que hablaba a la frustración de los jóvenes. Así frankensteinizaron a Jorge Negrete en un ser tatuado, con cadenas colgantes, pantalones caídos, rodeado de buchonas, que loa las pacas de billetes, las drogas, las armas, la violencia y enaltece al capo regional. El resultado fue la degeneración del gallardo Corrido, en la voz de Peso Pluma, Natanael Cano, Fuerza Regida, Luis R. Conriquez, Eslabón Armado y otros. Las letras ya no cantaron Yo soy mexicano y orgullo lo tengo, / Nací despreciando la vida y la muerte que cantaba Negrete, ni somos el arriero que no hay que llegar primero sino hay que saber llegar. Ahora Me aferré a la vida buena / Con clase y estilo, todo estaba afuera / Hoy me bajo verga, subí la escalera. Con esas letras los productores de corridos tumbados y sus cantantes se enriquecen mientras siguen medrando con la pobreza y los sueños malogrados de los jóvenes urbanos.