Crisis del agua: el costo de las decisiones del pasado
El reconocido académico estadounidense Peter M. Senge afirma, en su conocida obra “La Quinta Disciplina”, que “los problemas de hoy derivan de las soluciones de ayer”. Con ello, el investigador especialista en pensamiento sistémico nos invita a reflexionar sobre la forma en que pensamos resolver los problemas de hoy, a fin de no incurrir en los mismos errores de cara al futuro.
La fórmula de Senge sirve muy bien para abordar la crisis de disponibilidad de agua que estamos padeciendo actualmente en Coahuila y que ha llevado a la Comisión Nacional del Agua a plantear “medidas de emergencia”, como la limitación del uso del líquido para actividades industriales y agropecuarias.
Frente al anuncio, productores agrícolas y la Comisión Estatal de Aguas y Saneamiento, autoridad estatal en la materia, han respondido diciendo que antes de implementar tales medidas tendría
que analizarse la situación e invitar al diálogo para establecer un consenso.
Nadie duda que existe un problema y que éste se resume de forma sencilla: la demanda de líquido para las distintas actividades humanas es mucho mayor a la disponibilidad actual.
Pero la disyuntiva que esta realidad plantea ya no es tan simple de resolver: reservar el agua para consumo humano, dejando para el resto de las actividades que la demandan únicamente “lo que sobre”, sin duda garantizará que los habitantes de las ciudades podamos sobrevivir, pero condenaría a las concentraciones urbanas a desaparecer.
¿Cómo resolver la encrucijada?
Una buena idea es asumir la aproximación de Senge y preguntarnos cuáles decisiones adoptadas en el pasado nos condujeron a la realidad actual, a fin de comenzar por ahí, pues de otra forma sólo daremos solución a las manifestaciones superficiales del problema. Y acaso, por esa vía, terminaremos agravándolo.
Y entre las decisiones que tendrían que revisarse, de forma obligatoria, se encuentra dos: haber permitido el surgimiento de un amplio esquema de corrupción en el manejo de las concesiones para la extracción de agua del subsuelo y permitir el crecimiento urbano por encima de las posibilidades reales en materia de disponibilidad de agua.
Los conflictos que estamos atestiguando por el uso de agua de riego −en La Laguna, en Parras de la Fuente y en la Región Sureste− derivan, sobre todo, del abandono de sus funciones por parte de la Comisión Nacional del Agua. La crisis de líquido que vive la zona metropolitana de Monterrey se debe, en esencia, a que su crecimiento dejó de regularse de forma adecuada.
¿Por qué se tomaron las decisiones que permitieron estos dos fenómenos? Entre otras razones, porque quienes enfrentaron el problema en el pasado prefirieron no pagar el costo político que implicaba oponerse a las pretensiones de quienes se beneficiaron de tales decisiones.
Así pues, para evitar que el problema se agrave aún más, parece buena idea seguir el consejo de Senge y revisar el pasado antes de intentar construir el futuro sólo a fuerza de buenos deseos.