Crisis del agua: la eficiencia es el reto

Opinión
/ 20 junio 2022

La crisis del agua sólo puede resolverse de una forma: haciendo que el líquido actualmente disponible alcance para todo y para todos. Por eso el reto esencial es la eficiencia

La escasez de agua en la región noreste del País es un tema que nos viene ocupando desde hace ya algunos años, pero que se ha convertido en urgencia en los meses recientes debido al abatimiento de las fuentes de líquido para casi todos los núcleos urbanos.

Y al menos en lo inmediato la perspectiva es que la situación empeore, pues apenas está por iniciar la época de mayor calor −el verano−, que es también cuando mayor cantidad de agua se requiere para satisfacer las necesidades humanas, así como los requerimientos agrícolas e industriales.

Frente a esta realidad, los gobiernos de todos los órdenes tienen frente a sí un reto monumental: mejorar la eficiencia de los sistemas de captación y distribución del líquido, pues esa es la única forma de atender en lo inmediato la crisis.

En otras palabras, las soluciones que implican incrementar el caudal que se inyecta a las redes que surten a las viviendas y la industria, así como a los sistemas de riego, no son respuestas contingentes, sino de largo plazo. Y por ello no pueden
ofrecerse como salida a la crisis actual.

En este sentido, el gerente de la empresa mixta Aguas de Saltillo, Jordi Bosch Bragado, ha sido puntual en señalar que “o se hacen gestiones eficientes de los organismos operadores o no habrá futuro”, pues “esta crisis que hay en el cambio climático ya está aquí”.

En efecto, la actual escasez de agua tiene que resolverse −en lo inmediato− con el volumen de líquido con el que se cuenta hoy. Y eso implica, por un lado, que los sistemas operadores trabajen con urgencia en la detección de fugas, la medición adecuada de los consumos individuales y el cobro eficaz.

Los usuarios, por nuestra parte −los domésticos, los industriales y los agrícolas− debemos reducir el consumo que realizamos. No se trata de que quien tenga para pagar tenga también “licencia para desperdiciar”, sino que el uso −de todos− se vuelva racional.

Para lograr estos objetivos también es necesario que se incorporen tecnologías de punta a todo el proceso: desde la extracción hasta el uso doméstico. Sólo así se conseguirá disminuir al mínimo el consumo y que el agua disponible alcance para todo y para todos.

Paralelamente, desde luego, deben emprenderse proyectos de largo aliento que ofrezcan sustentabilidad a largo plazo, pero que no pueden estar basados exclusivamente en la localización de nuevas fuentes de abastecimiento, sino esencialmente en la eficiencia.

En este aspecto, un tema que debe abordarse de inmediato, y sin ambigüedades, es el relativo al crecimiento de las manchas urbanas. Las ciudades no pueden seguir creciendo indefinidamente, sino que debe asumirse que la disponibilidad de agua impone un límite a esta variable.

“Hacer más con menos” es la definición clásica de eficiencia: a eso, y nada menos, es a lo que estamos llamados en el tema del agua.

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