‘¿Cuánta tierra necesita un hombre?’

Opinión
/ 4 junio 2024

Cuando el inmenso James Joyce comentó que había leído el “mejor cuento escrito jamás” se refería al espléndido cuento que uno de los más grandes novelistas rusos, León Tolstói, escribió en 1886, el cual lleva el título de esta entrega.

VIDA Y MUERTE

En este relato Tolstói dramatiza los dilemas morales y existenciales a través de la parábola de un campesino llamado Pajóm, de quien podríamos decir que el autor lo transforma en el arquetipo de la persona que se pierde a sí misma debido a la ambición desmedida de poseer, de esa persona que se pierde en la espiral del deseo constante de adquirir más propiedades, sin reconocer los límites de sus necesidades reales.

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Mediante la alegoría de la tierra, como símbolo de la ambición excesiva y la falta de satisfacción con lo que se posee, Tolstói crítica la búsqueda desenfrenada de la riqueza material, situación que conlleva la advertencia sobre las consecuencias destructivas de la codicia en la vida de las personas.

Por su impacto y enseñanzas duraderas, esta obra se ha transmitido de generación en generación, se considera una lección sobre la codicia y la verdadera riqueza, que destaca la futilidad de la ambición desmedida frente a la verdad representada por la vida y la inminente muerte.

TRAMA

Tolstói desarrolla la historia del campesino Pajóm quien, aun cuando vive con su familia bien y seguro, en una pequeña propiedad donde cultiva y cría algunos animales, se encuentra insatisfecho con la extensión de tierra que posee.

Un día, un forastero le comenta que existe un lugar donde la tierra es barata y produce excelentes cosechas. Pajóm vende todo lo que tiene y se muda a ese lugar y comienza a trabajar duro. Luego, se encuentra con otro forastero que le habla de tierras aún más baratas y productivas.

Entonces Pajóm decide ir a explorar y comprar tierra en ese lugar, siempre creyendo que la próxima parcela será la que lo hará rico. Sin embargo, su ambición no se satisface y enfermizamente sigue buscando más propiedades.

En otra ocasión, escucha sobre una región lejana donde los Bashkires venden tierra a un precio muy bajo. Sin dudarlo, se dirige a estas tierras y descubre que los Bashkires tienen una oferta peculiar: por mil rublos, Pajóm puede tener toda la tierra que pueda recorrer a pie en un solo día. La única condición es que debe regresar al punto de partida antes de la puesta del sol. Si no lo hace, perderá tanto el dinero como la tierra.

Avaricioso, Pajóm traza un plan para cubrir la mayor cantidad de tierra posible. Sin embargo, en su afán de ganar más tierra, se aleja demasiado. Cuando se da cuenta de que el sol está a punto de ponerse, corre desesperadamente de regreso. Llega justo a tiempo, pero exhausto y, al alcanzar el punto de partida, cae muerto por el inmenso esfuerzo que su propia avaricia lo hizo acometer.

Al final, el sirviente que viajaba con Pajóm cava en esas tierras lejanas, una tumba de apenas seis pies de largo, mostrando irónicamente que, en realidad, todo lo que un hombre necesita de tierra es simplemente el espacio suficiente para ser enterrado.

EVOLUCIÓN

Tolstói, magistralmente, provoca que la personalidad de Pajóm evolucione desde una ambición y codicia básica hasta una obsesión con la posesión. Esta evolución incluye conflictos con los vecinos, descontento y envidia, furor y agresividad, y finalmente, una aparente riqueza y satisfacción. Sin embargo, su búsqueda constante de más tierra lo lleva a una insatisfacción perpetua, mostrando cómo la ambición desmedida puede llevar a la destrucción y, paradójicamente, a la insatisfacción permanente.

MORALEJA

Las enseñanzas de “¿Cuánta tierra necesita un hombre?” son claras y poderosas.

Si bien es cierto que existe una ambición sana que impulsa el crecimiento personal y profesional de manera equilibrada, ética y con un enfoque positivo hacia el bienestar propio y el de los demás, que fomenta y mantiene relaciones positivas y de apoyo, valorando la colaboración y el bienestar de los demás, es evidente que también hay esa ambición desmedida que conduce a comportamientos extremos, insatisfacción constante, daño a uno mismo o a otros, y desequilibrio existencial.

En este último sentido, el cuento muestra la forma en que la ambición y la codicia pueden llevar a la destrucción, y cómo la búsqueda constante de más riquezas materiales, más poder o estatus social, pueden conducir al sufrimiento.

La ambición desmedida, la envidia y la codicia pueden llevar a una persona a la ruina, de ahí la importancia de reconocer y valorar lo que se tiene en el presente. La gratitud puede ayudar a mantener una perspectiva equilibrada y reducir la insatisfacción crónica.

SI ACASO...

Un camino para detectar si acaso los apetitos o anhelos personales se están asemejando a los del campesino Pajóm, sería evaluar si acaso esas ambiciones impulsan a hacer cualquier cosa para alcanzar los objetivos, incluso dañando a otros, mintiendo o actuando de manera inmoral; si acaso nos sentimos, constantemente, insatisfechos sin importar cuánto hemos logrado, siempre deseando más sin disfrutar ni valorar los logros alcanzados; si acaso esa búsqueda consume todos los aspectos de la vida, dejando poco o ningún espacio para el descanso, la familia, los amigos y el bienestar; si acaso, estamos ignorando los propios límites físicos y emocionales, llegando a un estado de agotamiento, estrés extremo o problemas de salud; si acaso se están erosionando las relaciones personales y profesionales debido a comportamientos egoístas o manipulativos originados en esos anhelos.

PARA EL CAMINO

Posiblemente, la enseñanza más importante sea que la felicidad y la satisfacción no se encuentran en la posesión de más, sino en la apreciación de lo que se tiene. Por eso, sería bueno reflexionar sobre nuestros deseos y necesidades, si realmente necesitamos lo que queremos, lo que ambicionamos.

Para Tolstói la felicidad no se encuentra en la posesión de más tierra o riquezas, sino en la satisfacción de las necesidades verdaderas; es decir, en la simplicidad, el amor, la vida moral y el servicio a los demás.

Por ejemplo, en “Anna Karenina” y “Guerra y Paz”, ilustra cómo la búsqueda de placeres materiales y el estatus social conducen a la insatisfacción y la desgracia. En contraste, personajes que llevan vidas sencillas y están en armonía con la naturaleza y su comunidad encuentran mayor felicidad y paz.

Tolstói creía firmemente en el poder del servicio desinteresado a los demás para encontrar la verdadera felicidad. En “El Reino de Dios está en Vosotros”, refleja su convicción de que vivir para el bienestar de otros es esencial para la realización personal.

Indudablemente, enfatizó repetidamente el valor del amor y las relaciones familiares como fuentes esenciales de felicidad. En “Guerra y Paz”, la familia Rostov, con su amor mutuo y apoyo, se presenta como un modelo de felicidad.

Para este enorme autor, la búsqueda interna y el desapego de las ambiciones materiales son esenciales para una vida verdaderamente feliz, por eso su personaje Pajóm es la antítesis del hombre pleno, del hombre feliz.

DEPENDE...

Pajóm se destruyó a sí mismo. Su hambre de posesiones fue su droga mortal. Deliberadamente, se convirtió en un esclavo de eso que le pudo haber servido para vivir en paz, armonía y libertad.

Tiene razón el Papa Francisco: “Servirse de las riquezas sí; servir a la riqueza no: es idolatría, es ofender a Dios” (...) “La vida no depende de lo que se posee, depende de las buenas relaciones con Dios, con los demás y con los que tienen menos”.

cgutierrez_a@outlook.com

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