Cultura y Pop: ‘Cuéntame una de Cineastas’

Opinión
/ 16 julio 2024

Algo hizo click. Hasta entonces había considerado al cine algo tan alejado de su realidad, que nunca lo vio más que como un entretenimiento

Después de crecer a caballo entre Hunstville y Houston, Richard Linklater se encontró a los veinte años enrolado en una universidad regional de Texas, con una beca para jugar béisbol y estudiar Literatura Inglesa. Quería ser el primer beisbolista profesional que también fuera novelista serio; pero le detectaron un problema en el corazón, su carrera deportiva se acabó, y se encontró, en sus propias palabras, sin dirección.

Linklater aceptó un trabajo de verano en una plataforma petrolera perdida en el Golfo de México para ahorrar algo de dinero, pero le pagaban tan bien, comparado con sus trabajos anteriores en restaurantes y bares, que decidió no volver a la universidad. Aislado del mundo, sin nada qué hacer después de su turno de trabajo, se entretenía mirando películas — y para cuando acordó, estaba viendo tres o cuatro al día.

Algo hizo click. Hasta entonces había considerado al cine algo tan alejado de su realidad, que nunca lo vio más que como un entretenimiento. Esta vez volvió a tierra y se dedicó a ver cuánta película se le pusiera enfrente, por extraña, obscura o extranjera que fuera. Estaba en un buen lugar para su nueva rutina: lejos del glamour y clichés de Hollywood, pero rodeado de cines de barrio y salones de universidad.

Linklater, que se había vuelto a enrolar en la universidad para estudiar cine, eventualmente consiguió suficiente dinero para comprarse una cámara y financiar su primera película; treinta y cinco años más tarde, ha filmado más de veinte, entre las cuales hay de todo: películas de animación, documentales, películas Made in Hollywood y películas independientes. Destaca la trilogía Before Sunrise (de la que hablé aquí la semana pasada) y acaba de estrenar “Hit Man,” una película que tiene intriga, asesinatos, humor y romance, y es tan entretenida y sexy, que ha sido alabada como “una película como las que se hacían antes.”

Pero aquí quiero hablar de cuatro películas cruciales para entender por qué la su obra es tan personal. Los ingredientes están en su biografía.

Empecemos por su primera película. Slacker (Vago, 1991) ocurre en el transcurso de un día, y sigue por solo algunos minutos a un personaje, antes de engancharse con otro que se cruza en el camino, después con otro, y así hasta cubrir a doce o quince inadaptados, weirdos, rarotongos, cada uno parte del microcosmos en el que estaba inmerso Linklater cuando convertirse en cineasta era un sueño.

A esta película siguió Dazed and Confused (Aturdidos y Confundidos, 1993), que muestra a un grupo de adolescentes texanos en su último día de escuela, haciendo novatadas y pasando el rato: jugando billar, bebiendo alcohol, fumando mariguana, intentando ligar y organizar una fiesta. Al igual que Slacker, tampoco tiene un personaje ni dilema principal. Entrenado como perro de Pavlov por Hollywood, el espectador espera una catarsis, una revelación, una pelea, un evento que revele una verdad insospechada que cambie la vida a un personaje, pero este evento nunca llega. La película no tiene ningún mensaje. Lo que hace es tratar a los personajes como a personas, a diferencia de las habituales películas de adolescentes que los muestran como a) descerebrados, b) borrachos, c) calientes, d) nerds, e) atormentados que pasan por la peor época de sus vidas, o f) varias de las anteriores.

Después de esta película Linklater filmó Before Sunrise (1995), que lo catapultó como cineasta. Cuando dieciocho años concluyó la trilogía con Before Midgnight (2013), los críticos juzgaron que su carrera había tocado techo.

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Pero Linklater se sacó de la manga otro as.

Boyhood (2014) retrata la vida de un chico desde que tiene seis años hasta que cumple dieciocho, y se marcha a la universidad. Muestra la lucha de su madre divorciada por salir adelante, el amor de un padre al que le lleva mucho tiempo madurar, la atención, pero también maltrato de padrastros alcohólicos, el inicio de su vocación, y su primer romance y desilusión.

Linklater consiguió aquí unir lo mejor de lo que había hecho hasta entonces. Al igual Slack y Dazed and Confused, Boyhood no juzga, ni recurre a frivolidades o dramas innecesarios. Al igual que en Before Sunrise, sus personajes se enfrentan a la vida como la inmensa mayoría de los seres humanos: frecuentemente confundidos y llenos de incertidumbre, pero luchando por entender y salir adelante a pesar de lo que la vida les arroje.

Lo que hace fascinante a esta película, sin embargo, es que los personajes cambian físicamente, y no por maquillaje ni por trucos digitales, sino porque Linklater la filmó a lo largo de catorce años con los mismos actores.

La aclamación fue unánime. Pero en vez de azotarse intentando superarla, Linklater filmó la continuación espiritual de Dazed and Confused. ¡¡Veintitrés años más tarde, Everybody Wants Some!! (¡¡Todo el Mundo Quiere un Poco!! 2016) muestra las andanzas de otro grupo de jóvenes en los días previos al inicio de la universidad. Para estándares hollywoodianos, no sucede gran cosa, pero Linklater captura un estado de ánimo: el breve período en el que unos chicos simplemente existen en un momento en el que las responsabilidades, angustias, y dolores inherentes a la vida aún no los han tocado.

Linklater sigue viviendo en Austin. Física y espiritualmente alejado de Hollywood, no ha retratado glamour, no se ha atado a tramas bendecidas por gurús y aprobadas en comité, y en vez darse importancia contando las verdades profundas que cambian la vida de sus personajes, prefiere capturar su humanidad y la atmósfera que los rodea.

IG: @luisalfredops

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