Danza y salud emocional

Opinión
/ 7 marzo 2022

Por: Grace Marlene Rojas Borboa

La danza representa una de las formas más genuinas de llevarnos de un estado de ánimo a otro, de observarnos en un espacio de libertad para trabajar nuestra creatividad, el encuentro personal y desahogar nuestras emociones. Nos permite la comprensión del sentido de las cosas, reconocer lo que nos sucede, identificar aquello que no queremos ver o no habíamos entendido y tomar decisiones sobre lo que nos hace bien, por tanto, nos brinda el camino hacia el bienestar personal y social.

Durante la contingencia ha sido una herramienta poderosa para no sentirnos solos, inertes e incapaces de realizar cosas a causa del encierro. Hemos tenido la oportunidad de tener ese tiempo a solas con nosotros mismos y con nuestros familiares para reentablar la comunicación y convivencia. La danza consciente ese modo de expresión interna y externa.

Para iniciar a movernos

Para quienes no se han dado la oportunidad de experimentar con este bello arte hay algunas consignas que se pueden ir practicando hasta encontrar el máximo placer y la plenitud.

La forma más habitual de iniciar el movimiento es mediante el calentamiento corporal que puede ser de cabeza a pies o de pies a cabeza con la música que sea del agrado personal. Es como una preparación del cuerpo que lubrique las articulaciones y lo disponga para la acción.

Concede el conocimiento de uno mismo mediante la exploración de movimientos. Se puede hacer la organización con pequeñas consignas como comenzar a sentir la música, que ésta se vaya introduciendo poco a poco en nuestro cuerpo iniciando por los segmentos corporales, los que nos vayan produciendo sensaciones y después llevarlo a cabo sin orden, en desorden, dejando fluir el movimiento como una corriente eléctrica que va recorriendo nuestro cuerpo de inicio a fin.

Danzar con música

La música nos da varias directrices para trabajar el movimiento. Podemos considerar la letra, el ritmo, los pulsos, los silencios, ir a la par de ésta o contra, como si desafiáramos su ir y devenir. Marca un inicio, un término y en ese lapso de tiempo un sinfín de gestos que idear, ver cuáles se nos facilitan, cuáles se nos dificultan, cuáles resultan más placenteros y cuáles representan una incitación para llegar al punto de conseguirlo e ir por más. Los que vemos en televisión u otros medios de entretenimiento pudieran funcionar como un referente hasta ir incorporando las propias iniciativas corporales que se deriven incluso de las ya conocidas.

Danzar sin música

La danza sin música es la más rica, ya que no hay parámetros para su realización. Nos permite jugar con el movimiento, romper reglas a través del mismo, buscar otras formas para diversificar e indagar otras posibilidades. La misma naturaleza nos ofrece toda una gama de tareas. Alguna de ellas sería imitar el movimiento de un árbol, su crecimiento, y sus ramificaciones. El simular la marea, oleaje y/o corriente oceánica marina permite actuar el movimiento considerando el espacio que se tenga disponible, la amplitud del mismo, empleando todas las partes del cuerpo hasta necesitar más campo de experimentación.

Adecuación del espacio de casa

Desde el lugar en el que estoy en reposo, es funcional para danzar, la silla, el sillón, la cama, si me encuentro totalmente en el suelo o parte de mi cuerpo en este. Comienza a moverte con lo que te sientas a gusto o te de comodidad, donde no percibas dolor o incapacidad. Lo interesante vendrá cuando sientas la limitación no por no poder hacerlo, porque el lugar en el que estás no te brinde la facilidad del proceso. Es cuando ya podremos optar por otras áreas menos reducidas como una sala, un patio, un jardín o bien moviendo muebles para contar con recurso “escénico”.

Baila solo o con compañía

Para trabajar junto con los infantes, nos podemos apoyar de las siguientes imágenes visuales. Un ejemplo que se propone iniciar reproduciendo el movimiento de las hojas de los mismos, como caen al suelo y como a éstas se las lleva el viento rotando y girando por el suelo en distintas direcciones. Otra sería la luz de una vela, el cómo crece la llamita, titilando luchado por no apagarse hasta que se extingue. De esa forma no entramos en conflicto decidiendo qué hacer, cómo lo hacemos, qué mover, cómo lo movemos, si lo hacemos bien o no, cómo me veo, cómo me ven; sino al contrario, no hay respuestas correctas ni mucho menos erróneas. Lo realizado es más que perfecto y ¡prepárense para las retas!

Las experiencias

Pueden ser múltiples las experiencias, al principio extrañas, raras por no tener la costumbre de mover el cuerpo, danzarlo ni en eventos familiares y mucho menos estando en soledad en casa; pero el estarlo intentando un poco cada día con los ojos cerrados son distintas las percepciones que se van produciendo e incluso poniendo atención en nuestros estados de ánimo vemos como los negativos referidos a la tristeza, desesperación e incluso la falta de energía comienza a cambiar. Comenzamos aceptarnos como somos y ver las posibilidades de cambio como medio de alcanzar otras metas. En compañía con otros fomentamos las relaciones, el acompañamiento, el apoyo mutuo y los retos compartidos que se traducen en el bien común, por lo anterior antes de la pandemia, durante y después de la misma seguirá siendo necesario que empleemos el tiempo que tenemos disponible en nosotros mismos: alma, cuerpo y mente, para mantener en mejores condiciones nuestra salud emocional.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM