De panzazo pasan los penales de Coahuila
Esta semana la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) presentó el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, en donde evaluó a los Ceresos, Ceferesos y centros penitenciarios militares del país a través de supervisiones realizadas durante el 2023.
En Coahuila, el promedio general de calificación que otorgó la CNDH a los centros penitenciarios del Estado fue de 6.3, es decir, aprobados de panzazo o en semáforo amarillo en cuanto a la escala de puntuación que otorgaron.
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De los seis centros que evaluaron, dos de ellos, el penal femenil de San Pedro y el varonil de Piedras Negras, obtuvieron calificación reprobatoria: 5.72 y 5.73, respectivamente. La mejor calificación fue para el centro femenil de Saltillo, con 6.97 de calificación.
El Diagnóstico Nacional evalúa cinco grandes variables: aspectos que garantizan la integridad de las personas privadas de la libertad, aspectos que garantizan la estancia digna, condiciones de gobernabilidad, reinserción social y grupos de personas privadas de la libertad con necesidades específicas.
Destaca, por ejemplo, que los penales varoniles de Saltillo, Torreón y Piedras Negras, así como el femenil de Saltillo, presentan sobrepoblación, y en el caso de los tres varoniles existen condiciones de hacinamiento.
Existen en algunos casos deficiencias en los servicios de salud o, como en Torreón, que en cuanto a cuestiones de estancia digna se encontraron deficiencias en la alimentación, en materiales e higiene de instalaciones para alojar a las personas privadas de la libertad y la inexistencia o deficientes condiciones materiales e higiene de la cocina y/o comedores.
En cuanto a la gobernabilidad, se detectó que en los penales varoniles de Torreón y Piedras Negras, y en los femeniles de Saltillo y Piedras Negras, existe insuficiencia de personal de guardia y custodia. En otros casos hay deficiencias en el procedimiento para la imposición de las sanciones disciplinarias.
En cuanto a la reinserción social se detectó deficiente separación entre procesados y sentenciados, inadecuada clasificación de las personas privadas de la libertad y en algunos casos insuficiencia o inexistencia de actividades deportivas, actividades educativas o laborales.
También en algunos centros se detectó la insuficiencia en los programas para la prevención de adicciones y desintoxicación voluntaria, entre otros.
Al Cefereso de Coahuila, por cierto, le dieron una calificación de 8.28, y tiene una población de 2 mil 56 personas.
AL TIRO
La CNDH en su diagnóstico refiere que preocupa, por una parte, que la información que se brinda por parte de los sistemas penitenciarios en relación con el número de incidentes violentos no coincide con los eventos que se informan a otras fuentes, y que incluso se dan a conocer a través de medios de comunicación, lo cual alerta sobre deficiencias o falta de registros oficiales y de seguimiento debido respecto de los acontecimientos al interior de los centros.
Los centros penitenciarios no importan mucho porque su población normalmente es invisible para el común de la sociedad. Pero no hace mucho en Coahuila había autogobiernos en los penales, algo de lo que poco se hace memoria en la actualidad.
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Sin embargo, si uno revisa la calificación que entregó el mismo diagnóstico en 2022, Coahuila bajó ligeramente, pues un año antes la calificación fue de 6.98.
Es importante mantener un ojo a lo que sucede en los centros penitenciarios. Una prisión bien gestionada previene motines, fugas y otros incidentes que ponen en riesgo a la sociedad. La falta de control y condiciones inadecuadas pueden resultar en violencia interna y la posibilidad de que se expanda a través de redes criminales.
Una administración eficiente, aunque no se vea, protege no sólo a los internos y personal de seguridad penitenciario, sino también a la comunidad.