Derrapes diplomáticos de AMLO
COMPARTIR
El presidente Andrés Manuel López Obrador no es el único que ha tenido sus derrapes en la política exterior, también otros mandatarios han regado el tepache en la otrora tan prestigiada diplomacia mexicana.
Sin ir más lejos, ahí tiene usted al badulaque de Vicente Fox y su canciller Jorge Castañeda, los que tanto se arrastraron con el presidente George W. Bush al correr a Fidel Castro de Monterrey, el mismo Bush que ya se había ofendido porque Fox tardó en dar su apoyo ante el desastre terrorista del 11 de septiembre en las Torres Gemelas. Jeffrey Davidow cita los derrapes de Fox y Castañeda en su libro “El Oso y el Puercoespín”, donde señala al canciller por “por violar las reglas convencionales de la política exterior mexicana y quedar expuesto a la crítica internacional”.
Fox ofendió a Fidel porque es un auténtico pendejo. La derecha mexicana debería agradecer que Cuba nunca respaldó las guerrillas en México. Insurgencias que sí apoyó en Centro y Sudamérica, África e Indochina. Esto gracias a la filigrana diplomacia del presidente López Mateos, todo un maestro de la geopolítica.
Uno de los errores criminales de Felipe Calderón fue el haber permitido el ingreso de armas a México en lo que se conoció como “Rápido y Furioso”, política exterior mexicana que fue un desastre criminal.
Los derrapes que anda padeciendo México por la diplomacia de AMLO se deben a caprichos de su voluntad. Aquí señalamos que fue un error el designar a Isabel Arvide cónsul en Estambul. Y dijimos que era una ofensa para un país donde predomina el Islam el enviar a una mujer escandalosa. Y los problemas ya surgieron porque los trabajadores del consulado ya no soportan a esta tabasqueña prepotente y tracalosa. Basta recordar que aquí en Saltillo, en un programa de radio, la dominante Arvide, impuesta a someter generales, puso como palo de gallinero al pobre “Diablito” de las Fuentes, quien aún parece subyugado y atemorizado por la carcunda mujer.
Hay que decir que, después de don Adolfo López Mateos, el mejor diplomático ha resultado ser Carlos Salinas de Gortari, mismo que fue sabio en política exterior. Mire usted que tras 132 años sin relaciones con el Vaticano, Salinas las reanudó en 1992 enviando como embajador a un maestro masón, Enrique Olivares Santana, un bastión liberal ante Karol Wojtyla. Asimismo, Salinas reanudó relaciones con Chile, rotas en 1974 tras el golpe militar de Pinochet, enviando ante el conservador Patricio Aylwin a un hombre de izquierda, al gran saltillense Horacio Flores de la Peña. Y no olvide su diplomacia para el TLC.
Con respecto a Isabel Arvide, AMLO ha salido al paso aduciendo que es una escritora. Pero nada que ver con otros escritores diplomáticos como Nervo, Tablada, Gamboa, Reyes, Bodet, Paz y Fuentes. Además, entre los recientemente propuestos por el Presidente para el servicio exterior, jamás, ninguno, estará a la altura de nuestro paisano Juan Antonio de la Fuente, quien es el paradigma diplomático que Benito Juárez envió ante Napoleón III. Carlos Fuentes lo compara con Benjamín Franklin, embajador de EU ante Luis XVI. Dice Fuentes que ambos llamaron la atención ante la corte imperial por su sencillez republicana y la digna razón pura de sus anhelos de libertad.
Ojalá y Andrés no se haya equivocado en sus designaciones. Pero quién sabe.