Desempleo en Coahuila
No hay manera de plantear una estrategia de desarrollo económico sustentable cuando ésta tiene que supeditarse a mantener en el poder a los mismos, cueste lo que cueste
Al cierre del primer semestre de 2025, la tasa de desempleo en la entidad alcanzó un 4.62 por ciento de la Población Económicamente Activa, la más alta en el país. Según las cifras más recientes, en Coahuila tenemos alrededor de 65 mil personas desocupadas. Todas ellas necesitan nuestro apoyo y solidaridad. Gobierno y sociedad, cada quien debe hacer su parte para pasar este trago amargo.
Es muy fácil responsabilizar sólo a la amenaza arancelaria de Donald Trump o los vaivenes de la economía internacional. Es más fácil achacar la culpa a un personaje externo o al capital internacional que a los gobiernos y al sector privado, local o nacional. No somos dados a la autocrítica, menos aún cuando se trata de dinero y empleos; lo más fácil es culpar a otros, de ahí el éxito de los políticos populistas.
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Aquí, en Coahuila, también hay responsables, acciones y omisiones que no pueden dejar de mencionarse, para deslindar responsabilidades, para evitar caer en los mismos errores, pero sobre todo para salir del problema y evitar caer de nuevo en el mismo agujero.
Por supuesto, la lista de causas está encabezada por la corrupción, la cual tiene un efecto multiplicador que lo envuelve todo. La corrupción desvía al gobernante del trabajo para el cual fue electo, fija las prioridades, la burocracia y el sector privado se acomodan y, por supuesto, la sociedad lo reciente.
En estas circunstancias, el desarrollo económico de Coahuila se sustenta en una lógica que todo lo corrompe. Bajo esa “lógica” se planearon y construyeron muchos desarrollos habitacionales, residenciales e industriales en torno a las grandes ciudades del estado. No resto mérito alguno a quienes navegaron y se adaptaron con éxito a esa marea de corrupción: “te aclimatas o te aclimueres”.
En Coahuila no existió ni existe planeación económica y social con sustento democrático. No se contemplaron los ineludibles cambios generacionales o tecnológicos. Tampoco hay preparación y reserva para coyunturas como las actuales. Simplemente, hubo una reacción corrupta frente a la realidad nacional y mundial del momento. Los accionistas de Coahuila S.A., la élite del poder y el dinero, aprovechan las olas para ellos, no más y no menos.
A la corrupción como causa del desempleo le siguen muchos otros, principalmente la conservación del poder político como prioridad de las élites política y económica. En Coahuila, todo se alinea a sostener al mismo grupo en el poder. No hay manera de plantear una estrategia de desarrollo económico sustentable cuando ésta tiene que supeditarse a mantener en el poder a los mismos, cueste lo que cueste. Por ejemplo, se puede tener un secretario de Economía eficiente, pero de nada sirve tenerlo cuando el equipo de subordinados se elige por lealtades al partido, no por su capacidad. Menos aún cuando la industria que llega se canaliza para beneficiar sólo a los socios de Coahuila S.A., sin considerar los recursos naturales disponibles, a los coahuilenses o al Estado en su conjunto. Sabemos que existen parques industriales preferidos del gobierno estatal, de ahí la saturación de Saltillo y Ramos Arizpe frente al resto del Estado.
La lista de causales no para ahí, la corrupción y el poder político como prioridad del sistema, nos endeudaron a tal nivel que no queda margen de maniobra a las finanzas del estado. El conjunto de males impacta a los municipios y priva de toda iniciativa, tanto a los ayuntamientos, como a los empresarios.
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El elitismo de Coahuila S.A. deja en el olvido a los pequeños y medianos empresarios, a los pequeños productores. No sólo se olvidan de ellos, que pudiera no ser tan perjudicial, sino que también los barren sin consideración alguna. De pilón, genera falta de ideas y propuestas. Coahuila lleva décadas dependiendo exclusivamente del sector automotriz, en todo ese tiempo nunca se plantearon siquiera la necesidad de diversificar la economía. Bastó que llegara Trump a la Casa Blanca para ponernos a temblar. El problema mayor es que detrás de Trump viene una ola más complicada, se llama Inteligencia Artificial.
Sin duda, mucho del problema proviene del impacto externo, pero también es cierto que unos lo resienten menos que otros, esto es así en México y en el mundo. Hay los que se preparan y los que no. Para salir de ésta, no hay ciencia oculta, se necesita análisis, planeación democrática y social por una economía solidaria y sustentable. Organización y promoción, porque la competencia es fuerte y está preparada. Hay que pensar fuera de la caja, hacer cosas diferentes y mejores. Para todo esto se precisa iniciativa, un gobierno que no estorbe y una sociedad que tenga valentía para cambiar.
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