Día Internacional de la Paz: pasos para una cultura de paz

Opinión
/ 21 septiembre 2025

Como sociedad debemos reconocer que estos actos de violencia no son tolerables y mucho menos normalizarse

Por Juan Antonio Corral Reséndiz

¿Estamos realmente en un estado de paz? La respuesta a esta pregunta depende del contexto de cada persona, del lugar en el que vive, de las personas con las que se relaciona y de las actividades que realiza. Pero creo que podemos llegar a un consenso en el que, en términos generales, la paz se encuentra debilitada. Todos los días nos encontramos con nuevos conflictos entre países: pensemos en la guerra entre Rusia y Ucrania, o en Israel, que constantemente lanza ofensivas contra otros países que se encuentran a su alrededor. Incluso en nuestro país, las fuerzas armadas se enfrentan constantemente a grupos del crimen organizado.

Por otro lado, los actos de violencia entre particulares no son mínimos: recientemente, el fallecimiento de un trabajador a manos de sus compañeros, quienes le jugaron una “broma”; los ataques a personas candidatas a puestos de elección popular en diversos países; los múltiples tiroteos en escuelas de nuestro país vecino; los diversos videos que muestran el uso excesivo de la fuerza por parte de autoridades policiales y el ataque que terminó con la vida de una mujer ucraniana en un tren de Carolina del Norte.

TE PUEDE INTERESAR: La formación jurídica del mañana: más allá de las aulas

Estos hechos se dan en tiempos en los que predominan discursos de odio, indiferencia, racismo, clasismo y otras formas de discriminación que buscan derrumbar los logros alcanzados con tanto esfuerzo en las últimas décadas en materia de derechos humanos. Existe un serio retroceso en la vida democrática, en el reconocimiento de los derechos humanos y en la igualdad entre todas las personas. No solamente desde el ámbito legal, con leyes cada vez más desiguales y sentencias que ponen en riesgo la garantía y la protección de los derechos humanos; también en el espacio político, con el resurgimiento de la derecha en toda Europa y en países del continente americano; y en la sociedad que adopta estos ideales para reafirmar las divisiones por clase, color de piel, preferencias sexuales, país de origen, entre otras.

Las primeras líneas de esta columna parecen fatalistas, pero nada más alejado de la realidad: lo que no se menciona no existe. Como sociedad debemos reconocer que estos actos de violencia no son tolerables y mucho menos normalizarse. En conjunto, debemos propiciar una cultura de paz en la que predominen el diálogo, la tolerancia y la aceptación de la diversidad.

¿Cómo podemos lograr esa cultura de paz? En primer lugar, creo que debemos tener claro que la paz es un derecho humano autónomo, es decir, forma parte de la dignidad humana, y las autoridades, en el marco de sus competencias, deben promover, proteger, respetar y garantizar este derecho. La Carta de las Naciones Unidas establece como uno de los propósitos de esta organización mantener la paz y la seguridad internacionales y, con tal fin, tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz, y lograr por medios pacíficos y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz.

Dicho de otra forma, este concepto tradicional establece la ausencia de guerra como condición para propiciar la paz. Otros instrumentos internacionales van más allá. Por ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 establece que la paz en el mundo tiene por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de todos los derechos para todas las personas, idea que se replica en los pactos internacionales de Derechos Civiles y Políticos, y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966. Por su parte, la Conferencia General de la Unesco sostiene que no existe paz cuando hay flagrantes violaciones a los derechos humanos. Finalmente, la Asamblea General de la ONU estableció el 21 de septiembre de cada año como el Día Internacional de la Paz y como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial.

TE PUEDE INTERESAR: Fracasan intentos de paz de Donald Trump... y se agudizan conflictos en Ucrania y Gaza

En segundo lugar, considero que, como sociedad, está en nuestras manos exigir a las autoridades que garanticen este derecho a la paz por medio del cumplimiento de obligaciones internacionales y nacionales. El reconocimiento y cumplimiento de los derechos humanos no es opcional para las autoridades estatales. Tal como señala López Calera: “la paz no es más que la realización de los derechos humanos. Que haya justicia significa que se respeten y que se realicen los derechos humanos”. Lo anterior es relevante porque, ante los conflictos armados internacionales, quienes más sufren son las personas que nada tienen que ver con la disputa, al ser desplazadas, tomadas como rehenes o incluso torturadas y asesinadas.

En tercer lugar, considero que debemos formar a las generaciones futuras en esta cultura de paz por medio de materias como educación para la ciudadanía y los derechos humanos, incluyendo contenidos no solamente en carreras universitarias como derecho, sino en todos los niveles de educación. Si fomentamos el conocimiento sobre los derechos humanos, la tolerancia a las ideas diversas y propiciamos el diálogo desde que el alumnado se encuentra en educación básica, será más sencillo que esta cultura de paz permee no sólo en las aulas de clase, sino también en casa y en el resto de la sociedad.

Por último, la cultura de paz y no violencia no es solamente tarea de las autoridades gubernamentales. Es un compromiso que debemos asumir al interior de nuestros hogares, fomentando el respeto, la libertad de opiniones y el consenso de ideas entre los distintos miembros de la familia. También, como sociedad, debe practicarse en todos los espacios públicos. En nuestro día a día debemos andar por el camino de la libertad, la igualdad y la solidaridad, recordando siempre que la paz nos permite avanzar como humanidad y enfocar nuestros esfuerzos en el bienestar individual y colectivo, lo que propicia el libre ejercicio de nuestros derechos.

El autor es Auxiliar de Investigación en el Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia IDH

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

Temas


Paz

Organizaciones


COMENTARIOS