Diálogos por la seguridad
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En estos días aciagos opté por refugiarme en una buena noticia: la aparición de un libro que confirma los buenos cimientos de la seguridad capitalina, “Las estrategias y políticas de seguridad de la Ciudad de México, 1994 y 2024” de Rodrigo Peña.
Una buena investigación empieza con preguntas relevantes. Hace años, en el Seminario sobre Violencia y Paz del Colmex, discutíamos por qué la CDMX tiene mejores índices de seguridad que sus estados circunvecinos. Algunos podrían señalar que la capital tiene un presupuesto bastante más elevado que otras entidades, lo que le ha permitido contratar a más policías e instalar más cámaras de vigilancia por cada 100 mil habitantes. Es verdad, pero el tema va más lejos, y para conocerlo es indispensable la construcción de una buena comunicación entre académicos y gobernantes.
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En 2019, la entonces secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), Rosaura Ruiz, conversó con la presidenta del Colmex, Silvia Giorguli. En ella, la secretaria le extendió una invitación al Colmex para que participara en la Red ECOs, una iniciativa que ha fortalecido las relaciones entre la academia y el gobierno. El Colmex colaboró en varios temas; en el de seguridad ciudadana lo hizo a través del Seminario sobre Violencia y Paz. De ahí surge la investigación de Rodrigo Peña que culmina con una explicación coherente y lógica de lo acontecido en la capital.
El hallazgo más importante del libro es que a partir de la llegada al poder de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997, las izquierdas políticas y sociales de la capital empezaron a construir un modelo de seguridad que entre sus ingredientes tiene el mando civil, la atención a las causas de la inseguridad con programas sociales, la capacitación y mejora de salarios de las policías y la formación de cuadros bien preparados que han ido reclutando de universidades públicas y privadas.
Documentar el proceso se facilitó por la disposición de los funcionarios del gobierno capitalino a compartir información sensible a investigadores que correspondieron manejándola con rigor, respeto e independencia. Esa disposición se hizo evidente el lunes pasado cuando se presentó la obra en El Colegio de México. Entre los funcionarios que participaron estaban el secretario de Seguridad Pablo Vázquez y la secretaria de Educación, Ciencia y Tecnología, Ofelia Angulo. Entre los académicos estuvieron el autor de la obra, la profesora del CIESAS, Elena Azaola y la presidenta de El Colegio de México, Silvia Giorguli.
Junto a los logros en la seguridad capitalina, el libro de Peña menciona también algunos de sus flancos débiles. El principal es el entorno geopolítico. La CDMX está cercada por organizaciones criminales que controlan la mayor parte de los municipios conurbados del Estado de México y buena parte de Morelos, así como las ocho carreteras que conectan a la capital con el resto del país (al Arco Norte bien podría llamarse el Bulevar de los Cárteles).
Durante la presentación del libro, alguien preguntó si la paz en la capital no se debía a una graciosa concesión de las organizaciones criminales. Es posible que así sea con el Cártel de Sinaloa, con quien el actual gobierno ha tenido una relación especial y opaca, pero no con el de Jalisco Nueva Generación o con las docenas de organizaciones pequeñas y medianas que obtienen ganancias utilizando la violencia extrema.
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En este sentido, el libro de Peña señala que ha habido etapas con delitos al alza, pero con una tendencia a la baja durante las últimas tres décadas. La reducción ha tenido como principal causa el respaldo de las organizaciones de la sociedad organizada a las estrategias de seguridad de las autoridades capitalinas. Es inevitable preguntarse qué tan viable será que la nueva Presidenta replique en otras entidades lo hecho en la CDMX. Eso corresponde a investigaciones futuras.
El sexenio agoniza con una polarización al alza que tiene su explicación fundamental en la deriva autoritaria de un presidente que impone su voluntad sin atender razones ni dialogar con quienes piensan diferente. Ante una realidad tan ominosa, nada como un libro bien elaborado que deja un buen sabor de boca porque ejemplifica los logros obtenidos cuando funcionarios y académicos dialogan y comparten información.
Colaboró Vianey Gutiérrez