Dos murallas: los retos de la seguridad para la 4T
El pacto de impunidad trasciende al ámbito gubernamental; involucra a la economía formal, a las relaciones México-Estados Unidos y a la revolución digital
En enero los propietarios de las siete grandes compañías tecnológicas sellaron su alianza con Donald Trump asistiendo a su toma de posesión. En diciembre el gobierno mexicano ha presentado un plan y un programa que reflejan las limitaciones impuestas por las tecnológicas a la estrategia de seguridad.
Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo están convencidos de ser los estadistas que, según la definición de G. W. F. Hegel, ponen en “palabras los deseos” de las mayorías y logran convertirlos en realidades. En ese esquema, Morena es el constructor de las dos columnas sobre las cuales se edifica la Cuarta Transformación.
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La primera, bastante sólida, es la lealtad de los sectores que se han beneficiado de los programas sociales y de los aumentos al salario mínimo. De tener éxito, la segunda sería el combate a las organizaciones criminales que ha reducido el número de homicidios e incrementado las detenciones, pero es incapaz de evitar la desaparición de jóvenes y el aumento de las extorsiones.
Cuando Trump y Sheinbaum tomaron posesión coincidieron en la urgencia de atacarlos: les resultaba inaceptable su poderío y/o su vocación de poder político.
Washington, por su parte, quería recuperar el control de sus fronteras, frenar la migración y reducir la emergencia sanitaria causada por el fentanilo proveniente de México. Sheinbaum deseaba reducir su control sobre una gran porción del territorio y mejorar las estadísticas delincuenciales para reaccionar ante las presiones de una ciudadanía inquieta e inconforme con la inseguridad.
Entonces aparecieron las murallas. Una archiconocida son los pactos de impunidad entre autoridades y criminales. En este sexenio la lista de presuntos responsables ha crecido exponencialmente. A Manuel Bartlett y Alejandro Gertz Manero se han sumado Adán Augusto López en el Senado, Rubén Rocha en Sinaloa y Alfredo Ramírez Bedolla en Michoacán. La justicia lo único que hace es soltar el llanto y balbucear promesas.
Tenemos después la alianza entre las grandes corporaciones tecnológicas multinacionales y el gobierno de Trump. Su poder financiero es tan grande que, por ejemplo, representan el 35.5 por ciento del valor bursátil del índice Standard & Poor’s. Sus ambiciones son tan monumentales como la aversión que tienen a cualquier intento de regulación. El año estuvo repleto de tensiones con la Unión Europea, que no ha cejado en su empeño de normar su actuación.
Durante este año algunos medios de comunicación, centros de investigación y organismos de la sociedad civil mexicanos documentaron el peso de las redes sociales en el reclutamiento de sicarios: como he documentado en textos previos, es un insumo fundamental que alimenta la capacidad bélica de los criminales. Pese a la evidencia, las tecnológicas siguen permitiendo que los criminales difundan sus mensajes por las redes.
El temor que tiene Palacio Nacional hacia las tecnológicas se hizo evidente con la publicación este diciembre de dos documentos. En el Plan Nacional de Ciberseguridad no aparece ninguna mención a las grandes empresas. Según un texto de Pedro Domínguez del 22 de septiembre, en el Programa Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes 2025-2030 (Pronapinna) tampoco están consideradas. El pilón fue el anuncio presidencial de que los videojuegos violentos no pagarán impuestos.
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Imposible establecer cuándo se cumplirá el sueño binacional de la erradicación de organizaciones delincuenciales. El pacto de impunidad trasciende al ámbito gubernamental; involucra a la economía formal, a las relaciones México-Estados Unidos y a la revolución digital. Y la expansión planetaria de la ultraderecha mejorará las condiciones para las organizaciones criminales. Habrá cambios cuando las sociedades organizadas se los impongan a los gobiernos.
El próximo año seguirán las incertidumbres sobre cuándo terminará la inseguridad. En esas condiciones, es mejor que la ciudadanía inconforme se prepare recordando los exhortos hechos por Antonio Gramsci desde las cárceles del fascismo italiano. Conservar el “pesimismo de la inteligencia” para analizar la realidad con honestidad y rigor; apuntalar el “optimismo de la voluntad” para combatir la pasividad y el cinismo que paralizan.