Dos vidas
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“Cada quien vive dos vidas:
Una con los ojos abiertos
Y otra con los ojos cerrados”
Federico Fellini
Es una frase que escuché ayer por casualidad al ver un reportaje acerca de la creatividad de Federico Fellini y la Inteligencia Artificial. Esa frase me despertó una catarata de preguntas, consideraciones, ideas empolvadas por el tiempo (tan solicito del olvido). Una frase de ese genio convertido en cinematógrafo para catalizar su creatividad inherente.
Si a alguno de nosotros se nos ocurriera que tenemos dos vidas, o nos acusan de enfermos mentales con doble personalidad si las actuamos simultáneamente, o las consideramos en orden secuencial una después de otra, y salvamos nuestra normalidad.
Sin embargo, Fellini insiste en proyectar en su pantalla privilegiada a un ser humano diferente al hombre cotidiano, inmerso en sus ocupaciones, limitado por el hoy y el espacio. Proyecta a la persona que vive de manera compleja con sus ojos abiertos y con sus ojos cerrados simultáneamente. Es una persona cuya identidad tiene que lidiar con dos vidas, la conexión con la realidad y con su vida subjetiva –a veces sumisa e inoperante y otras tan dictadora que ciega los ojos aunque estén abiertos-.
Parecería que la vida de los ojos abiertos es el vivir con la mejor normalidad, la más adaptada a los estímulos sociales, sensoriales, a las palabras y estadísticas y cantidades económicas, a los programas para enriquecer a un emprendedor o a una nación. Sin embargo, la vida de los ojos cerrados ilumina, reprende, corrige y muchas veces descubre la solución invisible, el camino despreciado, la verdadera verdad de la realidad observada por un aspirante a ser robot cibernético para hacer más cómoda su vida de ojos abiertos.
Fellini con sus películas incomprensibles para la vida de los ojos abiertos, nos descubre la sabiduría que esconden los ojos cerrados. Esa frase hace eco a la dinámica revolucionaria de Sigmund Freud que abrió los ojos de la ciencia y de la sociedad para que valorara la energía del ‘Inconsciente’ de cada persona en sus motivaciones y creaciones muchas veces incomprensibles a la luz de la “razón pura”, de las tradiciones y leyes tan lógicas como inhumanas.
Hace eco a la frase de Pascal: “Hay razones del corazón (la vida de los ojos cerrados) que la razón (la vida de los ojos abiertos) desconoce. Y también hace eco a la sublime frase del Crucificado: “perdónalos porque no saben (están ciegos y con los ojos cerrados) lo que hacen”.
Sin la vida “de los ojos cerrados” donde radica el amor, la ilusión, lo significativo, lo esencial que es invisible, se sepulta la comprensión auténtica del ser humano, la posibilidad del diálogo y la solidaridad, la energía del perdonar y la creatividad para mejorar el vivir cotidiano y social.