Educando chairos. Vol. 3. Mejorando la casa

Opinión
/ 26 marzo 2024

¿Qué podría decirse de un padre de familia que, puntual y devotamente, separa la más generosa porción de sus ingresos para dividirla entre todos los miembros del hogar?

Y cuando hablo de todos, me refiero literalmente a todos en la familia, pues hasta el nene recibe un par de miles de pesos para solventar sus gastos; la madre desde luego, los hermanos mayores (jóvenes universitarios) y el abuelo que vive bajo el mismo techo. Nomás el gato no porque tuvieron que convencer a este buen hombre de que no había de plano manera de que el minino ejerciera la mesada que le querían asignar.

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Parece una buena estrategia y una actitud cabal. Hace a todos partícipes y corresponsables de la administración de los recursos y contribuye al empoderamiento de todos, dándole a cada uno algo de poder adquisitivo.

El ánimo y la sensación de bienestar parecen inmejorables, lo mismo que la percepción sobre el jefe de la familia: “¡Qué buen hombre! ¡Qué maravilloso! ¡Qué excepcional! ¡Qué responsable! ¡Qué bárbaro!”.

A diferencia de otros jóvenes, los dichosos hijos del padre dadivoso siempre traen dinero para gastar, aunque a veces no pueden evitar despilfarrarlo en golosinas o caprichos tontos, propios de su edad. Esto es tolerable. Son jóvenes que nunca antes habían tenido... Es justo que disfruten.

La señora también se permite algún gustito de vez en cuando y hasta el abuelo se consiente con una tarde de dominó y tragos con los amigos. Después de todo, ya trabajó durante muchos años y es apenas un poco de lo que se merece.

Todos contentos... ¿Verdad?

Si no prestamos demasiada atención al hecho de que ni en el refrigerador ni en la alacena hay mucho que comer, todo marcha de maravilla, pero... ¡Hey! ¿Cuál es el problema de que en la casa no haya una mesa servida todos los días, si cada quien trae para comprarse lo que más le gusta y comer según sus apetencias?

Olvidaba también mencionar que la casa donde vive esta familia “única y detergente” no cuenta con todos los servicios; los han ido cortando uno a uno porque el patriarca no ha pagado las cuentas, ya que su prioridad es darle a cada uno tanto dinero como sea posible, en efectivo, en su mano, puntualmente... para que estén todos contentos. ¡Le encanta verlos contentos y recibir a cambio su gratitud y cariño!

Con dinero cada quien puede comprarse datos para su teléfono (sería una tontería contratar internet en casa). Si necesitan agua, electricidad o cualquier otro servicio, pueden utilizar las instalaciones de la escuela, ir con un vecino o son libres de pagar ellos mismos los recibos acumulados... aunque es probable que el adeudo acumulado los rebase por mucho.

En este hogar, los más enfermizos son naturalmente el anciano y el niño más pequeño, cada uno con su cuadro de dolencias recurrentes. No tienen seguro, pero bien pueden echar mano del efectivo del que disponen para ir a consultar con un médico particular (aunque sea un doctor Simi) y para surtir de una vez el medicamento genérico o similar.

De inscripciones, transporte y materiales escolares, mejor ya ni hablamos... “Ya se la saben”: ¡Agarren ahí también de su mensualidad que con buen juicio y “austeridat” para todo debe alcanzar!

“¡Tampoco esperen que papá les resuelva todo! Tengan un mínimo de consideración y madre. ¿Qué no les parece bastante lo que hace el cabeza de familia, procurándole a cada uno su pequeño presupuesto personal para que lo ejerzan a discreción?”.

Los integrantes de este hogar tan sui géneris en realidad están perfectamente conformes con este esquema, en el que reciben su dinerito en mano, aunque al páter familias se le olvide de tanto en tanto cubrir sus necesidades más elementales... como que se compensa una cosa con la otra, ¿no? De hecho hasta se siente una mayor bonanza si cada quien trae algo en los bolsillos.

¿A usted qué le parece este esquema? ¿Lo considera funcional?

Yo tengo mis reservas. Le encuentro muchas deficiencias y puntos cuestionables, pero... ¡Caray!, los miro luego tan felices, tan agradecidos con el señor de la casa que hasta me hacen dudar.

Por eso le pregunto: ¿le parece sensato que el jefe del hogar pulverice el presupuesto y con este también haga polvo su responsabilidad y la transfiera a la gente que se supone está bajo su protección y cuidado?

En teoría, sabe que es su deber proveerles alimentación de calidad, educación, salud, insumos de toda índole... Y dice estar trabajando en ello, pero si de momento todo ello no es posible, no hay que ser malagradecidos.

Y no lo son. Esta gente tiene confianza absoluta en su amoroso padre y respalda cada una de sus decisiones, incluso si tales decisiones implican el más lamentable y absurdo despilfarro de aquella otra parte del presupuesto... ese otro enorme porcentaje restante del que jamás les habla.

Por ejemplo, el señor de la casa paga un vehículo de lujo que nadie utiliza, pero es todo su orgullo y ni modo de no querer verlo contento.

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Y ¡hey! También ha hecho algunos emprendimientos (porque es un hombre visionario). Compró por ejemplo el videoclub de la esquina. ¡A muy buen precio! ¡La renta de VHS es el futuro!

Y no olvidemos que este amoroso patriarca además tiene otros hijos... Los que sí llevan su apellido y esos están acostumbrados a un estilo de vida mucho más oneroso. No se lo tome a mal, ni ande deseando lo que ellos tienen. La codicia es un pecado horrible.

El amado padre, desde luego, tampoco vigila la disciplina en el hogar; parece ignorar que unos abusan de otros e incluso que los más violentos le quitan sus recursos a los más débiles. El jefe del hogar no está para resolver nada de eso. Él atiende otros problemas más importantes. No me pregunte cuáles porque igual los desconozco, pero no lo dude.

Y si de momento la casa no está al cien, si la alacena no está repleta, o si nadie puede darse el lujo de enfermar seriamente porque la única opción médica viable es una que tiene a una botarga que baila reggaeton en la entrada, hay que ser consciente de que el patriarca está realizando un gran esfuerzo por sacarnos adelante y aguantar sin chistar, pues todo forma parte de un plan maestro transformador en beneficio de todos los que aquí vivimos.

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