El ascenso de la derecha: Trump y los inevitables ciclos en la historia

Opinión
/ 9 abril 2025

Tras cada periodo de nacionalismo exacerbado y confrontación económica, inevitablemente llega otro de cooperación internacional y estabilidad relativa. La clave está en cuánto daño dejarán estas políticas antes de que el mundo entienda

La historia del mundo suele escribirse con tinta invisible. Eventos considerados únicos, irrepetibles o extremos terminan revelándose como capítulos recurrentes, con personajes diferentes, pero guiones similares. En 2025, Estados Unidos enfrenta nuevamente el mandato de Donald Trump, cuyas políticas arancelarias agresivas no sólo tensan la economía global, sino que también ejemplifican el nuevo ascenso de la derecha a nivel mundial. Pero esto no es una sorpresa; es la historia repitiéndose.

Actualmente, más del 70 por ciento del comercio mundial se realiza bajo tratados multilaterales, según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, Trump desafía esta lógica establecida desde la posguerra al imponer aranceles promedio que superan el 25 por ciento en productos clave como el acero chino o los automóviles europeos, cifras inéditas desde la década de los años treinta del siglo pasado. Estos aranceles no sólo buscan equilibrar los déficits comerciales, que en el caso de EU con China superan los 380 mil millones de dólares anuales, sino también son un símbolo político contundente.

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La expansión global de la derecha se nutre hoy del miedo y la inseguridad económica, como indica el Barómetro Edelman 2025, que muestra cómo la desconfianza hacia instituciones establecidas alcanza niveles históricos del 72 por ciento a nivel global. Líderes nacionalistas en Alemania, España, Italia y Brasil capitalizan esta desconfianza. En Alemania, Alternativa para Alemania (AfD) logró en 2024 el 21 por ciento de los votos nacionales, convirtiéndose en la tercera fuerza política más importante del país desde la Segunda Guerra Mundial. Un dato inquietante, considerando el papel histórico alemán en ciclos anteriores de autoritarismo.

Los paralelismos históricos son inevitables. En los años posteriores a la Gran Depresión de 1929, el comercio mundial cayó un 66 por ciento, según reportes históricos del Banco Mundial, en gran parte debido a políticas proteccionistas muy similares a las actuales. Durante ese periodo, la reacción nacionalista y autoritaria no tardó en manifestarse, llevando al poder a líderes que provocaron tensiones internacionales extremas.

También la Guerra Fría ofrece lecciones claras. En 1948, el bloqueo soviético de Berlín provocó la primera crisis internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, reflejando cómo las políticas de aislamiento económico siempre acompañan periodos de intensa polarización ideológica. Hoy, Estados Unidos y China reviven indirectamente estos mismos enfrentamientos en el ámbito tecnológico y económico, reflejados claramente en la disputa por tecnologías como la inteligencia artificial y el 5G.

¿Por qué ocurren estos ciclos? El historiador económico Niall Ferguson plantea que cada ola de globalización enfrenta inevitablemente contramovimientos de nacionalismo económico y político. Hoy, estos contramovimientos surgen debido a que las sociedades perciben amenazada su estabilidad económica y cultural, reacción intensificada por redes sociales que, según investigaciones de Pew Research Center, contribuyen a la polarización al multiplicar discursos extremistas hasta cinco veces más rápido que los discursos moderados.

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Trump representa este ciclo, pero no es único. Es el más reciente líder visible en una larga línea histórica de figuras que emergen cuando el mundo atraviesa grandes periodos de incertidumbre económica y social. Los costos humanos, económicos y sociales siempre terminan siendo altísimos, aunque temporalmente logren soluciones políticas inmediatas.

Finalmente, la historia nos muestra que estos ciclos no duran para siempre. Tras cada periodo de nacionalismo exacerbado y confrontación económica, inevitablemente llega otro de cooperación internacional y estabilidad relativa. La clave está en cuánto daño dejarán estas políticas antes de que el mundo entienda, una vez más, que ningún país es lo suficientemente fuerte para enfrentar solo todos los desafíos globales que vienen.

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