El centro, eje de la vida citadina, y sus hoteles en Saltillo 4 / 4

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La Gloria Mesón replanteó la concepción moderna del alojamiento en el centro de la ciudad... Entrar es asomarse a un pedazo del Saltillo viejo inserto en el Saltillo de hoy
En la acera de enfrente del Hotel Arizpe-Sáinz, por la calle de Victoria, se ubica el Hotel Urdiñola. En los sesenta, don Eugenio Quintanilla Serrano era su administrador, y su familia residió un tiempo en el mismo hotel, antes de establecerse definitivamente en la ciudad, igual que sus padres en el Hotel Coahuila. Su construcción, estilo californiano, extiende hacia atrás las habitaciones en dos alas con dos pisos rodeando un amplio jardín. Al fondo, en el segundo piso, funcionaba un gran salón para fiestas. Ahí tuvo lugar la de quince años de una querida amiga, conforme a la costumbre de entonces de “presentar a la quinceañera en sociedad”. Acompañada por su chambelán y 14 damitas con su respectiva pareja, ejecutaban un show musical ante los invitados. Los ensayos previos resultaban una fiesta: había muchachos, muchachas y música, y daban lugar a nuevos noviazgos y amistades, igual que al rompimiento de otros y hasta a algún conflicto entre los distintos grupos de muchachos. Eso sí, la noche de la fiesta aparecían todas las parejas vestidas muy formalmente, los muchachos con traje oscuro y las “damas” portando el mismo modelo de vestido.
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La calle hoy de Pérez Treviño y entonces de Iturbide, tiene también sus hoteles y sus múltiples historias. El muy popular Hotel Conde siempre ha funcionado en el piso arriba de la Ferretería Nacional. Proporciona modesto alojamiento a agentes viajeros y merodeadores y mujeres de la zona del Mercado Juárez. Hacia el poniente, el Hotel Roma, escondido entre los comercios y casas aledaños, lucía en su estrecha fachada los vidrios de colores de sus puertas anterior y posterior. Se dice que ha sido testigo mudo de múltiples episodios pasionales, entre ellos, los que seguramente protagonizaron el polémico José Vasconcelos y su amante, María Antonieta Rivas Mercado, durante la estancia del filósofo en Saltillo en su campaña de candidato a la Presidencia de México. Se dice que Vito Alessio Robles, presidente del Partido Nacional Antirreeleccionista, que postulaba a Vasconcelos, y Elena Torres, activista política y fanática del filósofo, se presentaron en la habitación de los amantes para reclamarle a Vasconcelos la presencia de María Antonieta en la ciudad. Años después, Rivas Mercado se quitaría la vida en la catedral de Notre Dame, en París, con la pistola de Vasconcelos.
Más modernos, aunque hoy ya viejos, son el Hotel San Jorge, el Saade, el Jardín, el Colonial Alameda, de los que se cuentan anécdotas del servicio de hospedaje parecido al de los hoteles de paso, imposibilitados de tener otra clase de huéspedes por el barrio. En 2014, surge en el centro histórico de Saltillo el Hotel Colonial San Miguel. Fundado por el señor Antonio Valdés Jaramillo y sus hijos en la calle de General Cepeda al Sur, en una de esas casas viejas, de cuartos que rodean un patio central, adaptados para el hospedaje unos y para comedor el otro. El sitio web publicita un área de restaurant en una terraza y una piscina al aire libre. Seguramente cuenta ya con alguna historia o anécdota de huéspedes o comensales que yo no conozco.
Por último y con menos de un año de existencia, nace en Saltillo La Gloria Mesón. Fundado por la familia de empresarios saltillenses Castilla Galindo, con amplia experiencia en el ramo hotelero y restaurantero. Largo tiempo llevó restaurar y unir dos antiguas casas vecinas, una, siglo 18, y la otra 20 en sus primeras décadas, ubicadas en el mero corazón de la ciudad, en la esquina de Morelos y Ramos Arizpe. Ambas, en su momento antiguas residencias de dos conocidas familias saltillenses, fueron objeto de un cuidadoso proceso de restauración y adecuación con resultados sorprendentes.
La Gloria Mesón replanteó la concepción moderna del alojamiento en el centro de la ciudad, en torno a la comodidad del huésped: el descanso, el aseo, la alimentación y los requerimientos climáticos y ambientales que pide el confort. Igualmente cubre las necesidades de información, entretenimiento y comunicación remota y ofrece amplios espacios muy disfrutables en sus portales, patios y jardines para el descanso espiritual y la convivencia. Entrar a La Gloria Mesón es asomarse a un pedazo del Saltillo viejo inserto en el Saltillo de hoy.