¡El Cerro del Pueblo Vive!

Opinión
/ 23 abril 2024

SALTILLO, COAH.- Si Monterrey tiene el Cerro de la Silla, la CDMX sus volcanes, el Popo y el Izta, y Tokio el Monte Fuji; la capital coahuilense no iba a prescindir de contar con su propia elevación distintiva.

Podríamos discutir si es acaso la majestuosa Sierra de Zapalinamé, pero lo cierto es que, para los locales, es el mucho más compacto y cercano Cerro del Pueblo el accidente geográfico más familiar y entrañable.

TE PUEDE INTERESAR: Debate sarapero: candidatos, dignos representantes de las corrientes que los postulan

El Cerro del Pueblo es el punto de fuga natural de nuestro paisaje urbano y de nuestra vida, pues cada tarde muere detrás de esta pequeña cumbre al límite poniente de nuestra ciudad. Es el cementerio a donde van a parar los cadáveres de nuestros días.

El foráneo podrá ser indiferente a esta colina, pero no aquel que sepa entender el papel que juega en nuestra cotidianidad.

Por eso no escapó de la mirada y el pincel del acuarelista Edward Hopper, quien decidió que había que inmortalizar al Cerro, aunque... ¿Inmortalizar? En realidad la pequeña montaña perdura y perdurará a través de las eras geológicas, mientras que su registro pictórico, si bien nos va, quizás sobreviva algunos cientos de años. De cualquier manera, fue una suerte que Hopper lo considerase para su acervo, pues se lo llevó así a dar un paseo por el mundo.

A diferencia de otras elevaciones famosas, no tiene un perfil que ayude a reconocerlo, no destaca por su “estatura”, ni siquiera tiene un nombre imaginativo, evocador. Es más bien chato y anodino: Cerro del Pueblo, aun así, es como nuestro hermano mayor y el rostro que nos hace saber que estamos en casa.

Desde hace décadas, el Cerro ha sido objeto de intervenciones propagandísticas. De acuerdo con las crónicas, ha sido pintado para anunciar una casa comercial y algunas campañas políticas.

La vista del Cerro (siempre con mayúscula) fue estampada desde hace varios años con el lema y denominación de una asociación religiosa: Cristo Vive.

Desde su aparición me causó molestia, pues como ateo militante es mi deseo que la noción de la magia y lo divino, junto con los cultos, prácticas y demás creencias asociadas cedan el paso a un pensamiento más racional y a una sociedad libre de fe en cosas indemostrables y de los prejuicios que le suelen acompañar.

La leyenda en cuestión es una imposición arbitraria de un mensaje que muchos no sólo no compartimos, sino que además no podemos dejar de relacionar con los excesos cometidos en nombre de esta fe y otros que se le imputan a la agrupación particular responsable del letrero que recientemente fue a su vez intervenido, modificándolo a “Crista Vive”, una clara contestación a la postura ultraconservadora y acientífica de la agrupación religiosa, que considera las altersexualidades como un pecado y como una aberración que debe y puede ser corregida con métodos nunca probados y resultan ser barbáricos; y con el poder de la oración, mismo que sabemos jamás le ha quitado lo homosexual a pinches nadie en toda la Historia del mundo.

Pero quede el debate entre religiosos y liberales para otro momento. En realidad no hay mucho que debatir: en tanto no sea lesiva para nadie, las personas deben vivir su sexualidad como mejor les plazca y nadie puede opinar al respecto, ni siquiera Dios (?) o quienes se hacen llamar sus representantes y gerentes regionales.

Lo importante a determinar es si es legítimo utilizar al Cerro como muro de avisos para publicitar al siguiente candidato priista, el próximo baile de Sonido Mazter o el presunto triunfo sobre la muerte del también presunto Salvador de la Humanidad.

Y a propósito de presunciones, aunque han aparecido supuestos propietarios del predio en el que se eleva esta cumbre (por lo que el Cerro del Pueblo tendría un legítimo dueño y no sería propiedad municipal como dictaría la noción popular y el sentido común, aunque todavía estaría ello por demostrarse), aun así, no estaría exento de regulaciones en materia de contaminación visual y publicidad en espacios públicos.

TE PUEDE INTERESAR: Saltillo: A debate el Cerro del Pueblo como soporte de publicidad

Así como las casas y otros inmuebles del llamado Centro Histórico se rigen por un reglamento que (en teoría) protege su aspecto original, el Cerro (tenga dueño o no) reviste un interés público muy por encima de la hipotética posesión de esta pequeña montaña.

Aunque debería ser innecesario, le recordaríamos a la autoridad que está por fallar en este asunto, que hay otras buenas razones para preservar la integridad natural y visual de esta pieza imprescindible de nuestro paisaje, además de las violaciones al Reglamento de Anuncios del Municipio.

Existen además razones de índole ecológicas: el Cerro es intervenido con elementos ajenos a la zona y jamás es supervisado por la autoridad en materia medioambiental. La última “restauración” del anuncio por los miembros del culto Cristo Vive empleó ¡cemento! (cemento como el que lloramos que se derramó en los cenotes del Sureste mexicano, por el Gobierno Federal, en la construcción del Tren Maya).

Y si a mí me lo preguntan, hay incluso razones políticas/civiles para retirar el mensaje cristiano de una vez y para siempre, pues se ha demostrado en numerosas ocasiones la injerencia de los grupos evangélicos en campañas electorales y en los gobiernos en México y diversos países de Latinoamérica.

Este entrometimiento de los grupos religiosos en el ejercicio del poder no puede consentirse y debe ser decididamente combatido, pues entraña demasiados peligros. Y un primer paso para mantenerlos a raya es borrarlos del espacio público.

TE PUEDE INTERESAR: Analizará juez caso de letrero de Cristo Vive en el Cerro del Pueblo

Pero es sobre todo la cuestión humanística la que debe prevalecer: la protección de nuestra individualidad y de la libertad del pensamiento, a la que no se le puede imponer un mensaje tan particular y una idea tan dogmática sobre la vida, la naturaleza y el Universo.

Y si lo pensamos un poco, es ridículo también, pues el Cerro del Pueblo tiene un mensaje mucho más contundente, poderoso y perdurable que cualquier leyenda con la que lo busquemos rotular.

El Cerro se habría formado hace unos 72 millones de años (por la tarde), por lo que es mucho más antiguo que cualquier religión, fe o dios que nos hayamos inventado y seguirá en pie mucho después de que la última religión del mundo haya oficiado su último rito.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM