El efecto de la solidaridad humana
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Que este fin de año sea una oportunidad para sembrar esperanza, tender puentes y construir un mundo mejor
Al finalizar el año, surgen una serie de sentimientos encontrados. Puede que sea por las fechas o por el recuento de todo lo que hemos vivido a lo largo del año, tanto lo bueno como lo malo. Como seres humanos, no podemos reprocharnos el tener sentimientos; es inherente a nuestra esencia.
Estas fechas van más allá de lo emocional o de lo intangible. Trascienden a lo físico, al deseo de ayudar a las personas que lo necesiten. Que nuestras buenas intenciones se conviertan en buenas acciones: voltear a ver a los demás y ayudarles. Si pudiéramos definir estas épocas con una palabra, esta debería ser “solidaridad”. Al menos alguna vez en nuestras vidas hemos escuchado esta palabra. Pero, ¿realmente entendemos su significado? Al hablar de solidaridad, debemos comprender que es un valor que nos permite unirnos para alcanzar un objetivo común.
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La esperanza de un mundo mejor, donde todas las personas puedan vivir plenamente y en paz, parece lejana cuando observamos la realidad: falta de trabajo, violencia, pobreza, inseguridad, entre otros problemas. Los problemas que aquejan a las sociedades no pueden resolverse sin un esfuerzo colectivo. La solidaridad es un pilar fundamental de los derechos humanos, ya que permite que, en la práctica, todas las personas puedan disfrutar de sus derechos.
La solidaridad es un valor que busca unir a las personas para compartir, colaborar y ayudarse mutuamente. Implica realizar acciones que contribuyan al bienestar común. Pensar que podemos cambiar el mundo con una buena acción puede parecer ingenuo para algunas personas, pero cada acción cuenta y genera un cambio. El 20 de diciembre se conmemora el “Día Internacional de la Solidaridad”, una fecha para reflexionar sobre la importancia de este valor en la construcción de un mundo más justo. La solidaridad no sólo implica brindar apoyo material, sino también fomentar el respeto, la empatía y el compromiso hacia los demás.
Este día nos recuerda que cada pequeño gesto puede marcar una diferencia y que, al unir esfuerzos, podemos superar las barreras que enfrentan nuestras sociedades. La solidaridad es esencial para enfrentar problemas globales, como la pobreza, la desigualdad y la violencia, y para avanzar hacia un futuro en el que todas las personas puedan disfrutar de sus derechos y vivir con dignidad.
En estas fechas, recordemos que nuestras acciones tienen un impacto, por pequeño que parezca. Ayudar a quienes lo necesitan, colaborar con nuestra sociedad o simplemente ser amables y comprensivos son formas de practicar la solidaridad. Que este fin de año sea una oportunidad para sembrar esperanza, tender puentes y construir un mundo mejor. La solidaridad une, fortalece e impulsa la construcción de un futuro más humano para todas las personas.
La autora es auxiliar de investigación del Centro de Derechos Económicos Sociales, Culturales y Ambientales de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH