Sigamos el camino de los derechos, reflexión decembrina sobre el Día Mundial del SIDA
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¿Qué mejor momento para recordar y proponernos mejorar la vida de las personas que en esta época, señalada como aquella de agradecer y compartir?
En estas fechas las personas están pensando en fiestas, cenas, regalos, amigos y familia. Son épocas que también muchas personas utilizan para reflexionar sobre los eventos del año y dar gracias por lo bueno. A la par, otras tantas se toman un tiempo para conmemorar momentos difíciles, desfavorables o tristes, esperando que los tiempos que vengan traigan consuelo y mejoras en las situaciones adversas. A pesar de que estas reflexiones puedan ser un tanto indeseadas en momentos que esperamos sean alegres, no debemos dejar pasar por alto que allá afuera, en el mundo, existen y han existido personas que sufrieron y sufren. Considero que recordarlas es parte importante de las épocas decembrinas, sean cuales sean nuestras creencias religiosas o filosóficas.
Precisamente hace algunas semanas, el 1 de diciembre, se conmemoró el Día Mundial del SIDA. Este día se viene conmemorando desde 1988, y su propósito es recordar a las personas que han fallecido por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y la enfermedad que conlleva, concientizar sobre el VIH como un problema de salud pública, fortalecer la respuesta en contra del virus, tomar medidas de prevención y brindar servicios esenciales a quienes viven con este. Es un día que permite reflexionar sobre cómo se puede mejorar la calidad de vida de aquellas personas que se enfrentan no sólo a un problema de salud, sino también a los estigmas y discriminación. Precisamente este último punto es el que a mi consideración merece ser destacado en las reflexiones de fin de año.
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Si bien es cierto que existen muchas enfermedades que afectan a la población mundial, a pocas se les añaden etiquetas tan agresivas como las que se asocian al SIDA o al hecho de vivir con VIH. Desde sus inicios, se explicó como una enfermedad que afectaba sólo a los homosexuales, y muchos grupos en contra de la diversidad sexual se atrevieron a decir que el virus y la enfermedad eran un castigo de Dios por la supuesta vida pecaminosa que llevan estas personas.
No puede dejar de plantearse la situación de dichas personas, pues además de padecer una enfermedad desconocida y mortal, debían enfrentarse al rechazo de la población en general. Una población que en los años ochenta, cuando se empezaron a ver los primeros casos de esta nueva enfermedad, veía a los enfermos como modernos leprosos a quienes se debía apartar de la población. La discriminación llegaba incluso por parte del personal médico que, en vez de buscar aliviar el dolor y el sufrimiento, recluía a los enfermos en salas apartadas y olvidadas donde sólo los más compasivos y valientes se atrevían a entrar. El ver fotos o videos de dichos recintos permite constatar el estado tan denigrante en el que se encontraban los primeros pacientes.
Lo anteriormente expresado forma parte del recordar y conmemorar a las personas que sufrieron la primera oleada y la forma en que fueron tratadas y estigmatizadas. Esto con la finalidad de que nunca vuelvan a suceder situaciones semejantes. Ahora, prácticamente a mitad de la tercera década del siglo 21, las condiciones de la mayoría de las personas que viven con VIH ya no son nada parecidas. Precisamente porque se ha buscado concientizar sobre el virus mismo y los avances en la tecnología médica han logrado que, si bien no se pueda eliminar el virus del cuerpo humano, sí pueda ser controlado para que no se reproduzca. De hecho, a la fecha en que se escribe este texto, ya siete personas han podido ver erradicado el VIH por completo de sus cuerpos. Con cada vez más prontitud la medicina está logrando avances para obtener una cura definitiva contra el VIH y el SIDA.
Por otro lado, actualmente existen también medicamentos que si se toman con regularidad pueden disminuir la probabilidad de transmisión ante un contacto de riesgo. Existen también los análogos, que se pueden proporcionar posteriormente al contacto como podría ser el caso de una violación sexual.
Con estos datos el panorama podría parecer alentador. Sin embargo, a pesar de esto, la desinformación en temas de sexualidad propicia que las transmisiones se sigan dando e incluso aumentando nuevamente, y que la discriminación contra las personas que viven con el virus siga presente. Como se puede inferir, desde siempre el tema del VIH/SIDA no ha sido exclusivamente médico, sino que tiene una importante vinculación con lo social y con la dignidad de las personas. De ahí que el respeto de los derechos humanos sea una de las claves para poder erradicar la llamada pandemia “invisible”.
El objetivo de ONUSIDA es lograr erradicar el virus como una amenaza a la salud pública para el año 2030. Con lo anterior en mente, el lema de la campaña de este año fue “Sigamos el camino de los derechos”, con el cual se invita a reflexionar sobre que para lograr tal objetivo es necesaria la protección y ejercicio eficaz de los derechos de las personas. Así pues, es deber atender la exclusión de las personas marginadas, que son más propensas a sufrir la transmisión del virus. La atención a la igualdad de género también es necesaria en un enfoque basado en los derechos humanos para combatir el VIH/SIDA. En resumen, la atención, el respeto y la aceptación son de vital importancia.
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A su vez, de acuerdo con ONUSIDA, se debe poner especial atención a las leyes, políticas y prácticas que castigan, discriminan o estigmatizan a las personas por sus características, de mujeres o niñas y por su pertenencia a poblaciones claves o comunidades marginadas. Esto debido a que obstaculizan el acceso a la prevención, las pruebas, el tratamiento y la atención del VIH. Otras situaciones que entorpecen el combate al VIH son las prácticas institucionales y sociales que impiden la integración de las personas portadoras, así como las que obstaculizan a quienes trabajan por la transformación política y jurídica en su beneficio.
Por todo lo anterior, se observa que el camino hacia la erradicación del VIH es uno que se logrará con el cambio de mentalidad de la población hacia el virus, la enfermedad y quienes viven con ella. ¿Qué tiene todo esto que ver con la Navidad (literalmente)? De acuerdo con Jonathan Gottschall, el ser humano es el animal que cuenta historias, ¿qué mejor momento para recordar y proponernos mejorar la vida de las personas que en esta época, señalada como aquella de agradecer y compartir? Así pues, agradezcamos, compartamos y además trabajemos por el bienestar de los seres humanos, quienes quiera que sean y donde sea que estos se encuentren.
El autor es auxiliar de investigación del Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH