El eterno mes de enero y lo que sigue cuando de verdad haya terminado; ¿en qué momento comienza un año nuevo?

Acaba de ser 2 de febrero, Imbolc, también conocido como La Candelaria. Es el festejo celta de Santa Brígida, una celebración sagrada que marca el punto medo entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera. Marca el incremento en horas de luz y el regreso de la calidez. Comenzaremos a ver brotes de plantitas que representan el despertar interno que surge en nosotros. La naturaleza se prepara para abrazar la luz que surge en el mundo y en nosotros.

Mucho se ha comentado sobre la duración del mes de enero. Y ya que terminó, sentimos que apenas arranca el nuevo año. No sentí que enero haya sido tan largo, pero sí que pasaron los días en una especie de vacío, en que sentía que no terminaba de llegar el nuevo año.

Hace algunos años, la sensación fue distinta. Percibí que un año había comenzado en octubre del anterior. Así es la energía del tiempo. Terminan y arrancan etapas de vida, así como se dan, y no necesariamente con el calendario inventado. Incluso, hubo un año en que astrológicamente mi cumpleaños no cayó en mi cumpleaños.

Mi comentario respecto a todo esto es que el año 2024 ha llegado al pasito, con la típica eternidad del mes de enero, y nuestra prisa. Sabemos que en enero hay poco movimiento en eventos y comercios. Pensé hace días que me canso de diciembre y la compradera y la gastadera y el movimiento y la fiesta, y ando lista para un descanso. ¿Será que enero tiene esa característica, de ser un rato de “bájale de tanto”? Tal vez tiene un aire de “a ver, ¿cómo quieren seguir en realidad?” Y aquí nosotros insistiendo en empujar actividades que luego fracasan de manera terrible.

Concluyo que somos poco pacientes, y poco conectados con los ritmos del flujo de vida en los tiempos que se presentan. Desatinamos. Nos desesperamos por necesidades reales, pero esperamos soluciones que no se darán de momento. Tal vez es necesario estar más conectados con el instinto y la intuición y forzar menos las cosas que, por más esfuerzo que hagamos, no saldrán en el momento. Paciencia y adaptación.