El Papa Francisco: un hombre de palabra
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Corría el año de 1896 cuando el cineasta Vittorio Calcina filmó en los jardines del Vaticano al Papa León XIII, convirtiéndose en el primer Pontífice de la Iglesia Católica en ser protagonista de una película.
Precisamente en el género documental que prevaleció en las primeras películas alrededor del mundo desde la salida de los trabajadores de una fábrica en Francia en 1895 hasta las que se rodaron a lo largo de nuestro país durante la etapa revolucionaria, es que el recientemente fallecido Papa Francisco dejó también huella como protagonista de la película “El Papa Francisco: un hombre de palabra”, la cual bajo la dirección del aclamado cineasta de origen alemán Wim Wenders (“París, Texas”; “Las Alas del Deseo”) puede encontrarse dentro del catálogo de la plataforma de streaming Max, así como en Netflix, y la cual se remonta en su caso 800 años en la historia de Italia a los tiempos de San Francisco de Asís.
Así, conocemos a través de las acciones del actor también italiano Ignazio Oliva al mortal que por rechazar la fortuna que por derecho familiar le pertenecía para dedicar toda su atención a los pobres, marginados y desprotegidos, incluyendo al mundo animal, no solo se convirtió en el Santo Patrono del bien común sino también de los ecologistas y la naturaleza, hilando esta recreación histórica con las acciones del sacerdote jesuita Jorge Mario Bergoglio a partir de que es elegido como Papa en marzo del 2013 al año 2018 cuando se realizó el documental y nos deja mucho más claro el por qué escogió a Francisco de Asís como el santo que mejor representara su encomienda como Pontífice.
Por tanto, damos seguimiento al Papa Francisco desde su primer acto oficial como tal en las mismas playas de Italia para atender el ya para entonces grave problema de la migración en Europa, hasta los viajes que realizó donde se le cuestionó en el mismo avión donde viajaba sobre su postura ante la comunidad gay, y a pesar de que sus respuestas generaron para algunos escándalo y molestia, no dejó de poner el dedo sobre la llaga en este y otros temas espinosos pero necesarios como lo fueron también lo que él llamó la “globalización de la indiferencia” lo mismo que “la cultura del descarte”
Esta cultura que se refiere a una mentalidad que considera a las personas y a la naturaleza como objetos desechables, sin valor o utilidad, cuando no se cumplen los estándares de producción y consumo sobre todo en un esquema mayormente capitalista, es tan solo uno de los conceptos que el Papa Francisco, como el mejor Pontífice en activo pudo hacer, predicó con el ejemplo para sentar bases, entre otras, de los acuerdos de París para alertar sobre el cambio climático en el año 2015 cuya situación es más preocupante en abril del 2025 cuando a pesar de incendios, terremotos o inundaciones son muy pocos se acuerdan del mes y el “Día de la Tierra”, al escuchar sus palabras honramos así su legado.
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