El periódico VANGUARDIA efectivamente camina a la vanguardia en el estado

Opinión
/ 10 octubre 2025

Contribuyamos los medios a ser realmente transportadores de la verdad, de manera que los receptores nos vean con credibilidad y con la confianza que sólo la honradez profesional proporciona

No hay por qué temerle a la libertad de expresión cuando está basada en la verdad. Si el gobierno trabaja en forma honesta y transparente, con datos ciertos dignos de fe, no hay nada que temer. Pero si el gobierno reprime o desaparece a periodistas, da a entender que algo anda mal y prefiere que no se difunda. En cambio, si procede bien y los medios lo publican como mal, entonces la autoridad deberá demostrar que las cosas están bien, pero si el gobierno anda mal y los medios lo ponen como bien, es claro que existe una maligna connivencia.

La libertad de expresión debe dar cabida a la publicación de una auténtica participación política, debe dar cauce a la rendición de cuentas y ponderar la democracia participativa como sinónimo de buen gobierno, cuyos resultados deben favorecer al ciudadano.

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Cuando se nace en un sistema legal que otorga derechos humanos –entre ellos, el derecho a la información– que son inherentes y consustanciales, por lo tanto, nadie, ni la autoridad, tiene derecho a desconocerlos, pues son parte del ser, lo que sin ellos quedaría mutilado.

En la actualidad, el gobierno a veces hace sinergia con un totalitarismo, reprimiendo esos derechos, sobre todo cuando considera un ataque todo lo que no es un elogio. Existen ejemplos de reconocidos comunicadores que han sido excluidos de los medios, y otros que se desgarran las vestiduras pregonando, a voz en cuello y en forma hiperbólica, los programas oficiales como grandes logros y, en reciprocidad, aceptan cantidades importantes de dinero.

Con la profusión de noticias tendenciosas, el receptor se ve confundido, pues muchas veces lo hacen vivir en una atmósfera que dista de la realidad, provocando un desconcierto que da lugar a tomar decisiones que pueden estar equivocadas y después sufrir las consecuencias.

Parece que estamos en la antigua Roma, donde decían que el poder era para poder.

Confucio, filósofo chino anterior a Cristo, decía que si él hubiera tenido la oportunidad de administrar su país, corregiría el lenguaje mediante sólo dos artes: leer y escribir, que no fuera ambiguo, sino perfectamente claro, pues decía: “Si el lenguaje no es correcto, lo que se dice no es lo que se quiere decir, y si lo que se quiere decir no es lo que se dice en realidad, entonces lo que debe hacerse no se hace, y si no se hace lo que debe hacerse, las artes y la moral sufren menoscabo y la justicia se abandona, y si la justicia se abandona, la gente es presa de confusión”. Hasta aquí Confucio.

La libertad de expresión es un símbolo cuya esencia, pienso, a veces se aleja del sentido propio de su naturaleza, cayendo en lo utópico, es decir, en vías de realización, pues en ocasiones la libertad, la imparcialidad y la objetividad no son la divisa de la información.

Contribuyamos los medios a ser realmente transportadores de la verdad, de manera que los receptores nos vean con credibilidad y con la confianza que sólo la honradez profesional proporciona. Demostremos que no somos parte de una casta divina, sino personas éticas que tenemos la oportunidad de ofrecer un trabajo excepcional.

Ya lo he escrito en otras ocasiones, ahora repito una de las redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz cuando sabiamente dijo: “¿O cuál es más de culpar / aunque cualquiera mal haga: / la que peca por la paga / o el que paga por pecar?”.

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Hace cincuenta años la visión de Armando Castilla Sánchez se materializó fundando lo que ahora es un emporio, cuya posición era desenmascarar las fechorías de muchos funcionarios públicos que se valían de su cargo para extorsionar, y exhibirlos con el fin de frenarlos mediante la conformación de un gran equipo de reporteros, fotógrafos, administrativos, ejecutivos y un grupo de intelectuales que plasman sus puntos de vista que forman opinión y que alimentan diariamente, día y noche, las máquinas donde se gesta el periódico que usted, amable lector, nos hace el favor de leer.

Esa idea arde como flama viva, posicionada en el lugar predominante que tiene en el país.

Se lo digo EN SERIO.

franciscoaguirreperales@gmail.com

X: @aguirreperalesf

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