El sarape de don Félix

Opinión
/ 9 julio 2025

No sólo dinero, libros y retratos llevó de México a España don Félix de Unamuno y Lárraga. “Trajo también un precioso ‘zarape’”, contaba su hijo don Miguel

Gran escritor, gran español, gran hombre fue don Miguel de Unamuno. Si con líneas geométricas se pudiera dibujar a los humanos, a él se le dibujaría con una línea vertical.

Cuando tenía nueve años de edad murió su padre, de nombre Félix de Unamuno y Lárraga. Don Miguel lo recordaba con ternura y emoción. Contaba de él que cuando era joven salió de su tierra natal, Vergara, y fue a buscar fortuna en América. Vino a México y se estableció en Tepic, donde en afanes de comercio logró allegarse riqueza.

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Volvió a su patria con mucho dinero −también con muchos años−, y aunque era ya hombre maduro se casó con una jovencita, sobrina carnal suya.

“Le dejó caudal de tradición mexicana y de noble liberalismo para educarnos” −decía de su padre don Miguel de Unamuno−. Y no olvidaba que aquel indiano rico había traído de América, además de sus riquezas, dos retratos que hasta el fin de sus días conservó en su álbum: uno era de Abraham Lincoln; el otro de Benito Juárez. “Así pues −escribió Unamuno−, México fue el educador de mi padre, y por ello de mí, su hijo”.

En una Historia de México, la escrita por Clavijero, hizo Unamuno sus primeras lecturas. Anciano ya, aún podía citar de memoria algunas frases de aquel libro, y repetir algunos aztequismos que en él aprendió.

No sólo dinero, libros y retratos llevó de México a España don Félix de Unamuno y Lárraga.

“Trajo también un precioso ‘zarape’ −contaba su hijo don Miguel− en cuyos hermosos colores yo veía los colores de México, que tan brillantes se aparecían en mi imaginación”.

Todo esto lo recordaba don Miguel de Unamuno en Salamanca, de cuya ilustre Universidad fue magnífico rector. Y lo que recordaba lo escribió cuando había llegado ya a los 71 años de su edad.

Leyendo a Unamuno yo gusto de pensar que aquel sarape −“zarape” puso él−, era un sarape de Saltillo.

Después de todo dice don Miguel que el sarape era precioso.

Y si era precioso aquel sarape, no puede haber sido más que de Saltillo.

Escritor y Periodista mexicano nacido en Saltillo, Coahuila Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores”.

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