El voto inútil: el caso Jalisco
COMPARTIR
No resulta fácil para un ciudadano tomarse la molestia de hacer cola en una casilla sabiendo que el candidato o partido por el que simpatiza no tiene la menor posibilidad de ganar. Algunos lo consideran un deber cívico y quedarán tranquilos con su conciencia, así sepan que su voto, para efectos prácticos, fue meramente testimonial. Pero otros asumirán que la posibilidad de sufragar constituye un activo político, un capital −por así decirlo− que tendría que ser invertido de manera efectiva.
Ese es el dilema en el que se encuentran muchas personas en estos comicios. De manera palpable en Jalisco, por ejemplo, en donde habrá, además, cambio de gobernador. Morena y Movimiento Ciudadano disputarán la victoria, mientras que la candidata de la alianza del PRI y el PAN observará la contienda desde un lejano tercer lugar. Esto condena a los simpatizantes de estos dos partidos, que apenas hace unos años decidían cuál de las dos fuerzas gobernaba la entidad, a ser convidados de piedra el 2 de junio o, por el contrario, olvidarse de su militancia y decantarse por Pablo Lemus de Movimiento Ciudadano o Claudia Delgadillo de Morena.
TE PUEDE INTERESAR: Xóchitl, Claudia y Máynez: Realidades contrastantes de la campaña presidencial
No es de extrañar que en esa entidad se hayan difundido los primeros espectaculares que exhortan abiertamente a una opción cruzada, el llamado voto útil. En ellos aparece la figura de Pablo Lemus junto a la de Claudia Sheinbaum, una clara invitación de los de Movimiento Ciudadano para que el inminente triunfo de Sheinbaum no se convierta en un sufragio en su contra. Especie de combo de favoritos según la mayoría de las encuestas: la morenista para la presidencia, el emecista para la gubernatura.
Una jugada de tres bandas que, como era de esperarse, pisó muchos callos. Para complicarla aún más, surgieron otros espectaculares exhortando también al voto útil, pero ahora con la foto de Xóchitl Gálvez y Pablo Lemus. La autoría de ambas publicaciones ha sido objeto de especulaciones, polémicas y potenciales denuncias pero, de entrada, dice mucho sobre la frágil militancia de actores y ciudadanos. ¿Si muchos candidatos son chapulines, por qué no también los votantes?
Regresaré al caso de Jalisco, pero lo he invocado porque en alguna medida es un dilema en el que muchas otras personas de la oposición podrían encontrarse dentro de algunas semanas. Sea porque les resulte evidente que la derrota de Xóchitl Gálvez es inexorable o simplemente porque su singular estilo les parezca inapropiado para la investidura presidencial. Para la alianza opositora puede convertirse en una amenaza en la medida en que este escaso entusiasmo por la hidalguense se traduzca en abstenciones a la hora de ir a votar. Nueve gubernaturas, todas las alcaldías y, lo más importante, la composición del Congreso, están en juego.
El problema para la oposición es que el rostro visible de toda la cruzada nacional para confrontar la avalancha del obradorismo es el de Xóchitl Gálvez. Si, como parece estar sucediendo, el apoyo popular a su candidatura comienza a desplomarse, se genera el riesgo de un arrastre hacia abajo para el resto de las boletas que serán cruzadas junto a la suya.
Los que saben entienden que la verdadera batalla está en el control del poder legislativo. El Plan C de López Obrador, para que la 4T profundice su proyecto y transforme aspectos sustanciales de la vida pública, reside en la obtención de una mayoría constitucional (dos tercios de legisladores en las cámaras). Mientras no lo consiga las reformas seguirán siendo negociadas, limitadas o matizadas. La mayoría simple sólo alcanza para la aprobación de leyes secundarias y presupuestos, no para transformar al Estado. Eso dependerá de lo que suceda en los 300 distritos. Para bien o para mal, la figura emblemática de la oposición para todos esos votantes es Xóchitl Gálvez.
Algunos círculos de la oposición comienzan a hablar de la posibilidad de una campaña apartidista que se centre en la noción de pluralidad. En esencia, algo así como “si te sientes cómodo con Sheinbaum vota por ella, pero no le des el control absoluto en las cámaras”. Se trata de una conseja repetida fuera de micrófonos porque sería una campaña “políticamente incorrecta”. Seguramente rechazada por las dirigencias de los partidos de la alianza (PAN, PRI y PRD), aun cuando muchos de ellos la alentarían en lo privado.
Curiosamente, entre una parte del electorado existe este impulso de manera espontánea. Basta decir que en 2012 en la Ciudad de México más de 600 mil ciudadanos votaron por López Obrador para la presidencia, pero no por Marcelo Ebrard (aunque este obtuvo el gobierno de la ciudad); en 2018 volvió a repetirse el caso con Claudia Sheinbaum (que obtuvo 500 mil menos que el tabasqueño). Es decir, uno de cada seis ciudadanos “pluralizó” su voto. En este caso la popularidad de López Obrador trascendió a las diferencias partidistas.
TE PUEDE INTERESAR: El debate sobre el debate entre Claudia, Xóchitl y Máynez
Lo de Jalisco intenta convertirse en una estrategia explícita que rara vez se había hecho pública. Invita a votar a favor de Morena para la presidencia, pero dándole la espalda a la candidata de ese partido a la gubernatura. El ganador de este enfoque obviamente es el candidato local de MC, Pablo Lemus, y los perdedores el abanderado de ese partido a la presidencia, Jorge Álvarez Máynez, y la candidata Delgadillo propuesta de Morena a la gubernatura. Eso ha llevado a concluir que la mano que mece la cuna en esta convocatoria procede de Casa Jalisco, toda vez que es sabido el distanciamiento del gobernador emecista, Enrique Alfaro, con la dirigencia nacional y su candidato presidencial.
En parte es cierto, pero el cruce de candidaturas y falsas lealtades en el río revuelto de la política local multiplica a los sospechosos potenciales de este desaguisado. Desde morenistas seguidores de Claudia, pero inconformes con la candidata local recién reclutada del PRI; hasta panistas que preferirían montarse en la espuma de Sheinbaum si eso mejora las posibilidades de que MC derrote a la candidata de ese partido. Puede sonar confuso, pero no son más que estrategias encaminadas a explotar la noción del voto útil. Por ahora sólo en Jalisco.