Me parece difícil opinar sobre la campaña política, sobre todo de los aspirantes a la presidencia. En Saltillo conozco muy poca gente que tenga datos más allá de declaraciones. Lo que vemos en periódicos y televisión podría ser suficiente como para tener una decisión, pero no la veo, ni a nivel familiar ni de amistades ni en los medios locales. Lo que advierto es reclamo, enojo, gritos, decisiones tomadas: no hay datos, ni interpretaciones. ¡Vamos!, casi como si habláramos en lenguas distintas.
Y no es que desee que los demás piensen como yo, simplemente no puedo comprender por qué vemos la realidad como si estuviésemos hablando de Nicaragua o de un país islamista, si hablamos del nuestro. En eso no encuentro correspondencia.
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Me dio mucha pena la reunión que sostuvo Xóchitl Gálvez en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Las muchachas (eran mayoría), que pertenecen a las clases altas y están en una universidad jesuítica, vapulearon a la pobre aspirante a la presidencia de manera agresiva, a veces excesiva, pero clarísima. En especial la llamaron mentirosa: usted dice que no está en el PAN, ni en el PRI, ¿y las fotos, y los abrazos, y las declaraciones de sus protectores?
Otra cosa que le dijeron es que estaba amarrada a Rubén Moreira y que éste tenía pendientes en Coahuila, cosa a la que respondió con su rostro enrojecido y dijo que aquél no tenía acusación alguna. Claro que no tiene. La única que le conocemos se dice en coahuilteco: Megadeuda. No olvidaré cuando un periodista preguntó a Miguel Riquelme qué opinaba de la megadeuda. Su respuesta: “¿La mujer de quién?”. Ese es el nivel del PRI, ese es el partido en que se cobija Xóchitl. Qué pena, cuando es una mujer echada pa’ delante, dura a la vez que graciosa. Pero está rodeada por cuatro delincuentes, Marko Cortés en la fila.
En la misma Ibero, Claudia Sheinbaum fue aclamada por los mismos alumnos. Algo está pasando. Los jóvenes ricos de esa ciudad ven otra realidad que a nosotros (los saltillenses) se nos escapa.
Como dijo Milenio: Máynez ganó tres puntos, mismos que perdió Xóchitl. ¿Es él mejor que ella? Tal vez no, sólo que fue oportuno, sonriente, burlón, tranquilo y propositivo. Es una pena que a esta señora le vaya tan mal, porque yo hubiera deseado mayor equilibrio, más controversia sobre problemas, proyectos y soluciones de los tres. No las hubo. Eso de que tú no tienes corazón o que eres de hierro es una ofensa sin sentido. La ofensora se ofendió a sí misma.
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Deseamos proyectos viables. Aclaro que no todo lo de López Obrador lo veo positivo. Echó fuera a Alejandro Encinas que era uno de sus mejores cuadros, quizás el mejor. Su grave defecto fue que nombró a generales y soldados con sus nombres en el caso Ayotzinapa. Otra cosa es que el Presidente le ha pegado a Claudia sutilmente; la ha vapuleado. ¿Qué espera? No lo sé. Él debe retirarse de la contienda. Ojalá Claudia logre desembarazarse de él, porque va a ganar.
Una anécdota curiosa: Claudia Sheinbaum vino a Ramos Arizpe. Francisco Cepeda Flores fue a verla y estaba en la fila por donde pasaría. De pronto, Claudia se detuvo frente a él: “¡Maestro!, ¿qué hace aquí?”. Porque Quico fue su maestro en la UNAM. Creo que le impartió la clase Ciencia y Sociedad. Casualidad o no, ella lo recordaba por su nombre, lo que significa que Quico (ingeniero e historiador) tuvo su influencia en la formación teórica y social de la candidata.