Elecciones 2023: Los que son más dijeron quién
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Se dice que de cada 100 que podían votar, sólo casi 55 lo hicieron.
No fue a votar una minoría de ciudadanos, claro. Lo hizo una mínima mayoría que decidió cumplir su obligación y ejercitar su derecho. La mitad “más chica” eligió al monstruo del abstencionismo, de la indiferencia, de la inhibición y la omisión.
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Los que son más, dijeron quien podía recibir su mandato para gobernar el Estado. Hicieron todo el recorrido de pasos necesarios.
Desde buscar la credencial, trasladarse, hacer fila, recibir boletas e irse a la privacidad para trazar un signo de multiplicar sobre el cuadro de un candidato y otro signo igual sobre el de los colaboradores de un partido o de otro.
Y doblar e introducir en las urnas las boletas marcadas para recibir, en seguida, el embarre del dedo gordo y volver feliz a su hogar.
El mandato se dará a quien señaló el mayor número. En los sufragios se ve sólo la popularidad. Se prescinde de la verdad o de la bondad de los elegidos. Sólo se toma en cuenta la cantidad de aceptaciones. Lo elegido en mayoría no hace ni bueno ni verdadero lo elegido. Sólo manifiesta cuál es la voluntad de los mandantes respecto a su mandatario.
ENFOQUE A LA PERSONA
Tanto en el Estado de México como en el de Coahuila, la intuición popular privilegió las cualidades personales de quienes pronto serán declarados electos como valiosos y maduros gobernantes de unas comunidades que se mostraron civilizadas en los procesos de un sufragio aceptable.
Reconocer resultados no favorables ha puesto un buen sabor de democracia en estos eventos que ya merecen el despertar consciente y dinámico de quienes se siguen absteniendo sin involucrarse.
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“La Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales de la FGR recibió 23 denuncias por posibles delitos electorales federales: 19 en el Estado de México y cuatro en Coahuila”. Fueron los brotes de la ilegalidad siempre rampante de grupos subdesarrollados que siguen en inercias anacrónicas.
ARTIFICIO SIN INTELIGENCIA
La inteligencia como la voluntad son facultades espirituales. Ni siquiera sólo cerebrales. El cerebro es la instrumentalidad orgánica activada por un sujeto.
Los subsidiadores no podrán tener conciencia, una subjetividad auténtica, por más que les pongan nombres de humanos. Hay una gran distancia de una apariencia a una realidad. Una simulación humanoide jamás será una humanidad.
Podrá combinar datos de grabaciones múltiples y diversas; pero no puede haber en ese ágil almacenaje de datos, una responsabilidad ni genuina identidad. Siempre será una Siri sofisticado y agigantada.
CIUDADANÍA EN DESARROLLO
Cada elección es la gran oportunidad de valorar las actitudes de relación recíproca y los procedimientos mejorables. Es momento de gran observación para ver si lo salvaje va siendo vencido por lo civilizado.
Si los candidatos van aprendiendo a ganar perdiendo y a triunfar reconociendo valores del adversario.
Sí hay mayor capacidad de hacer complementario lo oponente y de aprender a entender lo diferente como indispensable para la propia identidad.