Entre la mercadotecnia y la ética: la vida de personajes reales en la pantalla
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“La función del artista es inventar y no anotar en un registro. Personas como esas no existen. Si existiesen, no escribiría yo sobre ellas. La vida, con su realismo, echa a perder la materia prima del arte. El placer sumo en literatura es prestar realidad a lo inexistente”. Así se refería el escritor Oscar Wilde a sus personajes de la novela “El Retrato de Dorian Grey”, y describía de este modo su concepción sobre la esencia de la literatura.
Viene a la mente la reflexión de Wilde en una época en la que producciones audiovisuales, series, telenovelas, programas en general, son ahora alentados en todo lo contrario al pensamiento del escritor británico.
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Por décadas, la televisión manejó esquemáticamente su programación, ofreciendo a los espectadores emisiones que, aunque tuvieran visos de realidad, se trataba de hechos y personajes obtenidos de la imaginación y no apegados estrictamente a ella. Entre estas producciones, las clásicas telenovelas con argumentos donde imposibles amores tenían lugar para obtener el anhelado final feliz.
Podemos exceptuar las primeras telenovelas históricas en México, como “El Carruaje”, de 1972, y algunas otras protagonizadas por actrices como Silvia Derbez, destinadas a crear ambientes en la audiencia sobre la planificación familiar o impulsar la educación para los adultos, también en los años setenta: “Ven Conmigo”, “Acompáñame” y “Vamos Juntos”.
En general, las producciones televisivas, si bien tenían elementos de cotidianidad, de rutina, de la realidad mexicana, no eran lo que ahora se pretende hacer con muchas, no sólo en México, sino alrededor del mundo. El arribo de producciones de otros países debido a la distribución de contenido digital a través de distintas plataformas, el Streaming, permite observar que son muchas productoras tentadas a ofrecer a los espectadores creaciones sacadas de la misma realidad.
Resulta interesante el novedoso esquema de las producciones: toman historias y personajes reales que incluso viven. Casos como estos son las series que relatan las biografías de personajes públicos.
Hace unos meses, Florinda Meza se inconformaba de la manera en que era tratada su persona en la serie en que se aborda a Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, y lo mismo está ocurriendo a nivel internacional con la serie que en Netflix se presenta de “Bebé Reno”. En esta serie, que aborda el acoso sobre un hombre, la mujer que en la vida real se le relaciona con él y que en la serie lleva el nombre de Martha, también se inconformó al igual que lo hizo Florinda Meza.
No son las únicas series inspiradas en hechos reales, en personajes reales; ocurre que ahora no han sido consultados para la realización de estos programas, viviendo en la actualidad.
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Se trata de programas y series que abordan las vidas de personas que pueden llegar a ser afectadas por cualesquiera de los temas que se presentan, la manera de ser abordados sus personajes, las situaciones de ficción que cubran la realidad y no la reflejen o la presenten con claroscuros distintos.
Aquel pensamiento de Wilde, de que la vida con su realismo echa a perder la materia prima del arte, no pasa en la actualidad, no con los medios audiovisuales, además. La mercadotecnia resuelve.
Y si puede llegar a existir un problema de orden ético o legal, nadie se ocupa. Se deja para después.