Es un dolor estar con López Obrador, no cabe duda

Opinión
/ 11 noviembre 2023

Hace días el presidente López afirmó haber cumplido ya 99 de las 100 promesas lanzadas al viento durante su campaña electoral. Según sus cálculos, sólo le faltaba el esclarecimiento de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

“Yo hice 100 compromisos y solamente me queda uno por cumplir, pero además estoy haciendo cosas a las que no me comprometí y me siento muy orgulloso”, dijo en una de sus conferencias mañaneras.

Pero AMLO es un mal presidente empezando porque es muy mentiroso. Entre las promesas supuestamente cumplidas por nuestro presidente está la de respetar la libertad de prensa, no censurar a ningún periodista o medio de comunicación. ¿No recuerda a Carlos Loret de Mola, a Denise Dresser, a Ciro Gómez Leyva o a los reporteros del Grupo Reforma?

Otra de las promesas presuntamente cumplidas por el mandatario se basa en el respeto a los principios constitucionales de autodeterminación de los pueblos, no intervención y solución pacífica de controversias. Claro, siempre y cuando no hablemos de naciones como Perú, a la que no quiere ni sobrevolar para no tener problemas, o España, que todavía no se ha disculpado por el virreinato establecido en Mesoamérica y Aridoamérica.

Bajo su óptica cumplió también el ofrecimiento de implementar el Plan de Protección Civil Nacional y el ABC para catástrofes naturales, pero esto no sucedió en Acapulco, pues el presidente muy apenas avisó por un mensaje de X, y fueron abundantes los daños humanos y materiales causados por el huracán Otis.

Pero si afirmar que cumplió con la anterior promesa resulta increíble, es de locos dar por cierto que ha logrado mantener relaciones de respeto con el Poder Legislativo y con el Poder Judicial. Por si fuera poco, bajo su óptica el Poder Ejecutivo dejó de ser el poder de los poderes. Aquello de “no cambien ni una coma al proyecto de ley enviado” y lo de atacar continuamente a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sido muestra del profundo respeto a la división de poderes.

Algo que sí cumplió fue la creación de la Guardia Nacional, pero no alcanzó la finalidad planteada de garantizar la seguridad pública en el país. El chiste se cuenta solo, pues en lo que va del actual sexenio se han rebasado por mucho las ejecuciones que hubo en las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto.

Entre las promesas de Andrés Manuel estuvo la de solucionar en tres años la saturación del actual aeropuerto de la Ciudad de México. Hoy llevamos cinco años de su gobierno y en la capital mexicana sigue existiendo un caos aeroportuario pues nadie, ni él mismo, quiere tomar un vuelo en el aeropuerto de Felipe Ángeles.

Es hilarante pensar que se cumplió con lo que antes estableció por escrito de la siguiente forma: “No permitir proyectos que afecten el ambiente”. ¿Y el acabar con hectáreas de manglares para hacer una refinería? ¿Y tirar millones de árboles y plantas en la selva de Calakmul, área natural protegida por la Unesco, para la construcción del tren Maya?

Él sabe que tampoco impulsó el desarrollo de fuentes de energía renovables. ¿Ya no se acuerda cuando quiso quitar los “ventiladores” en la Rumorosa? ¿Construir una nueva refinería, quemar más carbón, y fomentar la utilización de combustóleo es ser responsable con el medio ambiente?

Tampoco ha terminado la construcción del Tren Maya que nos ha costado ya cientos de miles de millones de pesos; ni se ha refinado tampoco ningún litro de gasolina en Dos Bocas; tampoco ha construido el tren suburbano que lleva al AIFA; ni han vendido en ningún lugar la gasolina a 10 pesos; mucho menos existe un sector salud como el de Dinamarca con tratamientos y medicinas disponibles para todos; ni se aplica la austeridad republicana en el presidente y sus familiares; tampoco se otorgaron créditos a pequeñas empresas, sobre todo cuando vino la crisis por la pandemia; ni se ha creado la vacuna Patria; ni se han reubicado a las dependencias del gobierno federal; tampoco se ha dejado de espiar a ciudadanos y a opositores; ni se ha transparentado el patrimonio de los funcionarios del gabinete; y a diferencia de lo prometido, se ha incrementado el precio de las gasolinas, el gas, el diésel y la luz mucho más allá de la inflación; tampoco se metió a la cárcel a algún ex presidente ni ha cumplido con guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen (“no me vengan conque la ley es la ley”).

¿Cuántos hospitales se construyeron con la venta del avión presidencial? ¿Cuántos profesionistas egresaron de las Universidades del Bienestar? ¿Ya no existen las compras por adjudicación directa?

La verdad es que al día de hoy, cuando falta un año de la administración, el gobierno de Andrés Manuel no ha inaugurado una sola obra que sirva y, lo que es peor, ha incumplido la promesa de no endeudar al país, y eso que dijo que iban a ser diferentes. No cabe duda. Es un dolor estar con Obrador.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

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