Estoy aludida
COMPARTIR
En la tarde vi un arcoíris. En el momento en que lo vi parecía que, si manejaba un poco más en esa dirección, pasaría por las franjas de colores, exactamente donde tocaban el suelo. Me alegré. Había pasado por muchas emociones en un rato. Desde la risa incontrolable a la indignación y la ira, pasando por la desesperanza y la tristeza muy profunda. Sí se dieron cuenta, pero cada persona presente interpretó lo que quiso, lo que pudo.
“No aguantas nada”. Es una frase que he escuchado con frecuencia. Yo diría que es justo lo contrario. Aguanto demasiado. Han visto a un bebé reírse y de pronto soltar el llanto. Me pasa. Y es prueba de lo que tanto repito. Sentimos todas las emociones al mismo tiempo.
Nadie tiene obligación, tal vez ni opción, de saber lo que nos está pasando en un momento dado. Pero la montaña rusa de mis emociones en los últimos días me ha dejado con una necesidad imperativa de refugiarme en mi casa y evitar todo contacto humano. Así me pasa a mí. Cada uno de ustedes tendrá su manera de lidiar con bromas que se convierten en burla (sin intención, estoy segura), con errores (de nuevo sin intención) que son ofensivos pero que no tienen solución, con cambios en las vidas de otros que provocan tsunamis en la propia. Y me pregunto, ¿qué es precisamente lo que debo poder aguantar? ¿Debo poder reír de lo que los demás se ríen, aunque a mí me lastima? ¿Debo entender los errores de otros sin tener reacciones propias? ¿Cómo no sentirme aludida si de hecho estoy aludida?
Creo que tengo mucha tarea para los siguientes días.