Existen temas pendientes, después de 72 años en que la mujer ejerció su derecho al voto por primera vez
Más que un pretexto para la remembranza histórica, resulta indispensable una revisión acerca de los obstáculos
Un 17 de octubre de 1953 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el reconocimiento de la ciudadanía plena de las mexicanas y son setenta años desde un 3 de julio en que, por primera vez en una elección federal, las mujeres votaron.
Más que un pretexto para la remembranza histórica, resulta indispensable una revisión acerca de los obstáculos —aún vigentes— que siguen impidiendo una realidad sustantiva, que nos lleve a una real democracia.
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Releyendo plumas nacionales —especialistas en el tema—, coincidentemente, se encuentran inquietudes similares. Uno de los pendientes es la cuestión de la paridad, que como principio implica que todas las normas en esta materia se apliquen en todo México y que no solamente sean cuestiones de forma o candidaturas simbólicas.
Por otra parte, el sistema de partidos en México es en realidad un orden anquilosado que no cumple en la práctica sus obligaciones legales, particularmente aquellas que llevan relación con la asignación de recursos para el fortalecimiento y crecimiento de liderazgos políticos de las mujeres.
Atenta contra la mujer actualmente, la violencia política en razón de género, principalmente por medio de diversas campañas de difamación coordinadas. Diversas modalidades de acoso, tráfico de información manipulada, de carácter sexual y denigrante, entre muchas más.
Hoy se presenta una oportunidad para analizar, legislar y tipificar nuevas violencias que permitan a la autoridad trazar rutas que castiguen y establezcan medidas cautelares inmediatas que le correspondan al daño perpetrado. También sería importante que el Legislativo determine medidas de protección cuando se activen los protocolos respectivos por violencia de género, que le otorguen a la mujer condiciones de seguridad adecuada.
Finalmente, de nada sirven los mandatos legales si los recursos asignados para materializar la igualdad sustantiva son inexistentes. La paridad debe ser también pluricultural e inclusiva. “La paridad no es un techo aritmético sino una promesa de igualdad sustantiva”.
Las próximas elecciones son oportunidades para establecer leyes más inclusivas que fortalezcan los derechos políticos y electorales de las mujeres.