Experiencias sobre nuestra relación con la basura

Opinión
/ 10 enero 2025

Me estoy hospedando en el centro de San José... algo digno de mencionar: las calles están sorprendentemente limpias. Incluso en lugares donde uno esperaría encontrar desorden

Dice un viejo precepto del enfoque de sistemas que “no se debe tomar la parte por el todo”. Esto no significa que, una vez conocida la totalidad, no se pueda concluir que bastaba con observar sólo un fragmento, pero esa conclusión sólo es válida tras haber comprendido el conjunto. Mientras eso no ocurra, debemos aceptar que sólo conocemos algo de forma parcial. Todo este argumento viene al caso porque, en la experiencia del nómada digital, la vida es una serie de descubrimientos parciales. He tenido la fortuna de estar en un número ya difícil de contar de ciudades, pero no las conozco realmente.

Así es. Cuando uno está en una urbe, como yo ahora en San José, Costa Rica, lo que se llega a conocer son apenas fragmentos. Esto no es exclusivo de los viajeros; incluso quienes residen permanentemente en un lugar tienen una percepción parcial de él. Un ejemplo: el taxista que me llevó del aeropuerto en San Juan al hotel donde me hospedo no conocía la dirección. Curiosamente, a través de Airbnb encontré este hotel que alquila habitaciones para estancias largas, como las cinco semanas que pasaré aquí.

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Uno podría pensar que alguien como un taxista, dedicado a trasladar pasajeros por toda la ciudad, tendría un conocimiento más completo del lugar que otros. Pero no es así: conocer una ciudad en su totalidad es imposible. Por ello, pierde sentido sacar conclusiones definitivas sobre una ciudad que se visita de manera breve. Tal vez, la pregunta más honesta no sea “¿conoces tal lugar?”, sino simplemente: “¿has estado allí?”.

Pero basta de reflexiones epistemológicas; vayamos al grano. Me estoy hospedando en el centro de San José. Mi primera impresión es que es un espacio con mucha actividad desde las 5:00 de la mañana hasta altas horas de la noche. Las calles y banquetas son angostas, pero el comercio, tanto formal como ambulante, florece. Y algo digno de mencionar: las calles están sorprendentemente limpias. Incluso en lugares donde uno esperaría encontrar desorden.

El hotel donde estoy tiene enfrente una parada de autobuses suburbanos, lo cual no es ideal para alguien con el sueño ligero como yo, pues el ruido es constante. Este tipo de sitios suele ser caótico, con personas que consumen alimentos mientras esperan. Sin embargo, para mi sorpresa, la mayoría no tira basura al suelo. Costa Rica es conocida por su compromiso ambiental, y parece que ese discurso ha trascendido a acciones concretas y, más importante, a la conciencia ciudadana. Claro que nada es perfecto, pero es alentador caminar por calles limpias en un lugar donde la abundancia no es común.

Contrasté esta experiencia con un episodio reciente en Torreón. Parado en un semáforo del bulevar Independencia, observé junto con mi familia cómo un pasajero de un auto lujoso abrió la puerta para tirar basura. Esa escena me recordó que el dinero no compra educación, ética ni pudor. Pero tampoco podemos generalizar: no todos los torreonenses son sucios, como no todos los costarricenses serán cuidadosos con el medio ambiente. Por ahora, me quedo con la buena fortuna de haber llegado a una calle de San José donde, al menos por hoy, la basura está en su lugar.

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