Falta seguridad vial y vigilancia en el centro de Saltillo

El barrio de la calle Allende, al sur, es todavía habitado por casas familiares. Poco a poco, a ella se fueron sumando comercios y bares. Antaño un lugar tranquilo, los fines de semana se han convertido en escenario de automóviles que circulan la arteria a exceso de velocidad, poniendo en peligro la vida de los que por ahí caminan o radican.

Los automóviles estacionados, cuyos dueños viven en la zona, han sido objeto de robos, cristalazos y, los fines de semana, de choques.

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Era un barrio tranquilo hasta hace algunos años. Es el tramo en donde se encuentra colocada la placa donde se anuncia nació el poeta Manuel Acuña, entre Miguel Ramos Arizpe y Mariano Escobedo.

Destaca a la vista la cúpula de la iglesia de San Juan Nepomuceno: una vista que profundiza la fe de los creyentes y hace el camino de los turistas que también se dirigen a dos puntos hacia el sur: el museo de las Aves, en su parte posterior, y el museo de La Catrina.

La calle tiene interesante historia por ser la que dividía a las poblaciones de la Villa de Santiago del Saltillo y San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Tuvo varios nombres en algunas de sus partes, y en los primeros tiempos se le conoció como del Reventón, donde se constituía la línea divisoria entre las dos comunidades.

Hay casas en esta arteria que son sumamente atractivas tanto por su estilo y su antigüedad, desde el siglo XIX, pasando por inicios del XX, y más modernas, de la década de los cincuenta del propio siglo XX.

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La construcción original de la que se conoce como el lugar en que naciera Manuel Acuña desgraciadamente se perdió, en aras de un modernismo que tanto daño hizo a muchas de las edificaciones en Saltillo.

La atmósfera de este tramo de la calle conserva mucho de los barrios de antes. Saludos matutinos entre los vecinos; comunicación entre ellos para los problemas que enfrenta y el trabajo cotidiano de cada uno, esforzándose en mejorar el ambiente, lo vuelven todavía único y especial en un Centro Histórico cada vez más orientado a vocación comercial.

Sin embargo, sufre los embates de la inseguridad. Como se decía antes, los robos, los cristalazos, la circulación de automóviles a exceso de velocidad.

Al escribir estas líneas me entero de cómo un auto pasó, la noche del sábado anterior, con tal exceso de velocidad que por milímetros no se estampó, como tantas veces ocurre, en uno de los automóviles de los vecinos. Lo que sí ocurrió fue que se estrelló en la fachada de la casa paterna, en una habitación ocupada.

El joven conductor logró bajar el auto de nuevo y trató de circular, ya con la llanta ponchada a toda velocidad. Fue alcanzado y llevado a la comandancia.

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De la calle del Reventón, a la calle de los bares, como una joven la definió hace unos días, Allende Sur requiere de mayor vigilancia nocturna. También, de estrategias por parte de la autoridad para evitar ese desplazamiento como si se tratara la vía de una pista de carreras.

¿Sería indispensable colocar reductores de velocidad?, ¿o podría ser objeto, al fin, de una vigilancia mucho más estricta y permanente?

Esto como parte de un proyecto de gran envergadura, que en realidad tome al Centro Histórico como un verdadero paseo y lugar habitable, no solamente para los visitantes, sino para los propios residentes.

Se requiere comunicación con los vecinos para saber las problemáticas que tienen lugar en la zona. Por la noche, acentuado en fin de semana, subyace el peligro constante debido a las personas que, sin medida, se exceden con el alcohol en los bares del centro, y manejan sin precaución y sin vigilancia preventiva.